Lo más doloroso al comenzar a escribir una nota acerca de la inundación ocurrida en el Area Metropolitana en los días pasados es tener que aceptar que quizás no haya algo muy novedoso desde el punto de vista técnico para decir, o que no se haya escrito antes, por lo menos en las últimas décadas.
También debo aclarar que no me resulta sencillo redactar esta nota mientras transcurre ya el cuarto día desde que el agua se fuera del interior de mi casa, dejándome en su lugar la ausencia total de luz eléctrica y un fuerte olor a humedad. En este contexto pensé lo siguiente: es cierto que en distintas épocas se ha elaborado en nuestro país abundante documentación técnica referida a la planificación del territorio, al manejo de las cuencas hídricas, a los problemas habitacionales, al déficit de infraestructura de redes y servicios de las áreas urbanizadas, al desorden reinante en el poblamiento de las áreas vacantes, tanto en el Conurbano como en zonas cercanas a los centros de las grandes ciudades, etcétera.
Es cierto también que desde hace tiempo se viene hablando de la necesidad de crear un organismo interjurisdiccional integrado por los diferentes niveles del Estado que participan y actúan en la Región Metropolitana, para que desarrolle políticas concretas que apunten a un desarrollo planificado del territorio.
También es cierto que en la década del 80 hubo un intento orientado en esa dirección, cuando se formalizó la creación de la denominada AMBA y que actualmente el Ministerio del Interior, junto con el Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y el de la provincia de Buenos Aires, está intentando coordinar acciones referidas al transporte público de pasajeros. Todo eso es cierto.
Pero, a la luz de los fenómenos hídricos que se vienen registrando en la Región Metropolitana, del AMBA, cuyo poblamiento y posterior historia despertara la curiosidad del recordado Juan José Saer en su libro El río sin orillas, estoy cada vez más convencido de que las políticas de planificación del territorio mejor pergeñadas, con objetivos, programas, proyectos y metas perfectamente determinadas, con los más avanzados ejercicios de modelización, etc., no tiene la menor chance de ser ejecutadas (al menos en forma exitosa) si no se cumple con algunos postulados fundamentales tan conocidos como poco aplicados:
a) El problema requiere sin dudas un abordaje a escala de Area Metropolitana, lo cual lleva necesariamente a pensar políticas específicas de manejo hídrico, de infraestructura y equipamiento urbano.
b) Debe contemplarse necesariamente la creación de un ente o sistema de articulación de carácter regional, que abarque la CABA, los tres (ya casi cuatro) cinturones del Conurbano y el conglomerado de la ciudad de La Plata y su área de influencia.
c) Para que un ente o sistema no se diluya en una función meramente formal, y pueda tener el suficiente poder para tomar las decisiones que requiera su gestión, debería estar integrado por funcionarios políticos y técnicos del más alto rango de los niveles nacional, provincial y municipal.
d) Debería ser también un requisito indispensable que los gobernantes y administradores que participaran en el mismo acepten que integrarse al ente implica inevitablemente una cesión –aunque sea mínima– de parte de su capacidad de decisión en función de un interés mayor que es el de la población total del AMBA. También que debe restringirse la práctica de promover la ocupación compulsiva de tierras vacantes sin estudios previos, tanto en favor de la población más pobre cuanto de los sectores medios habitualmente usuarios de barrios cerrados, ya que gran parte de estas tierras generalmente no cuentan con los servicios adecuados, cuando no están directamente bajo la cota de inundabilidad. El ente tendría que respetar la legislación vigente en la nación, en las provincias y en los municipios, pero debería promover aquellos instrumentos normativos que puedan salvar desde la legalidad más absoluta los posibles obstáculos que surgieran entre las jurisdicciones.
Un enfoque de los problemas desde la visión del Area Metropolitana y no sólo desde la vecindad del municipio optimiza sensiblemente el criterio de equidad, que es el soporte de la mejor ecuación que involucra el costo de oportunidad, el costo económico y el beneficio social y económico de la comunidad.
*Arquitecto. Vicepresidente primero de la Sociedad Central de Arquitectos.
