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Marruecos

Azul en el desierto

En plena ciudad de Marrakesh, corazón de Marruecos, el rojo arcilla que predomina en el paisaje, se transforma en una explosión de verde intenso y mágico azul. Los jardines de Majorelle invitan a la pausa luego de la vorágine y la intensidad de la Medina.

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Color primario. El azul predomina en esta auténtica belleza africana. | CEDOC PERFIL

Dicen que los colores tienen su significado. Uno de los colores primarios, el azul, es el color de la tranquilidad, de la paz espiritual. Los astrólogos lo relacionan con Júpiter y el signo de Sagitario. Otros discrepan y lo identifican con Piscis y su sensibilidad artística.

Los estudiosos del aura, sostienen que la presencia predominante del azul, denota una naturaleza artística y armoniosa. Hay una coincidencia general en que el azul despierta la creatividad. No es casual que un gran artista, el francés Jacques Majorelle, ante todo un creativo apasionado, haya elegido el azul como su color preferido.

Este pintor del siglo 20 fue más allá: creó un tono único de azul, más intenso e impactante que el color del cielo y el mar. Un tono único, que Pantone catalogó como Azul Majorelle #5564eb y que está presente en toda su obra.

En un momento de su vida, Majorelle eligió Marrakesh como residencia. Marruecos estaba bajo dominio galo. La ciudad lo impactó por los colores, los olores, la arquitectura y sus ruidos, igual que a tantos otros.

Poco tiempo tardó en comprar una finca con palmeras y mandar a construir un chalet estilo art decó, bajo la inspiración de los trabajos de Le Corbusier y la arquitectura del palacio de Bahía, uno de los más importantes de la ciudad. En el primer piso instaló su casa y en la planta inferior su atelier y estudio.

Ferviente amante de la naturaleza, la rodeó de un jardín botánico con más de 100 especies traídas de todo el mundo y las distribuyó al más puro estilo árabe.  Pintó la mayoría de las paredes con su color azul, contrastando con el verde intenso de las plantas y matizado con pinceladas de color amarillo intenso.

Vivió muchos años en su paraíso. En los ‘60, a causa de un accidente de auto, Majorelle debió regresar a París para su tratamiento. Nunca regresó a Marrakesh ya que murió al poco tiempo. A partir de ese momento, el jardín sufrió un triste proceso de abandono.

Varios años más tarde, otro francés (nacido en Orán, Argelia), el célebre modisto Ives Saint-Laurent, junto a su pareja Pierre Bergé, decidió comprar la casa Majorelle e iniciar un proceso de restauración. Este inquieto creador, se enamoró de los colores de Marruecos y en especial del azul Majorelle. En sus creaciones hasta ese momento predominaba el negro, pero a partir de Marruecos incorporó los colores que lo deslumbraron.

Los mismos que veía en las ropas, en las alfarerías, en las casas, se lucían en sus vestidos de alta costura. YSL y Bergé pusieron manos a la obra y se ocuparon de los abandonados jardines. Instalaron su vivienda en el piso superior y en el viejo atelier de planta baja, crearon un museo de arte islámico, con colecciones propias de objetos como joyas, armas, textiles, alfombras y alfarería, muestra de su pasión por la cultura bereber.

El museo

Recientemente se inauguró un moderno edificio de 4.000 metros cuadrados, que es mucho más que un museo. Su fachada, cubierta de granito y ladrillos, aparentan un gran encaje, con texturas similares a la estructura de una tela, que varía de tonalidad de acuerdo a cómo incidan en ella los rayos de sol.

En el interior, en un espacio de 400 metros cuadrados, cuidadosamente diseñado, se expone gran parte de la moda creada por YSL. En otro sector se exponen obras de Majorelle. Hay un auditorio para 150 personas, biblioteca y una cafetería al aire libre para reponer fuerzas durante la visita.