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CóRDOBA
PABLO LAVEZZARI

El ‘autómata maker’ cordobés que vende sus piezas en el extranjero

El artista plástico se muestra en Europa y trabaja en la muestra con la que participará -en marzo del año que viene- en AutómataCon, que se realizará en Nueva Jersey.

Pablo Lavezzari
EN EL TALLER. Lavezzari en pleno proceso de creación de las piezas que llevará a Nueva Jersey. | Fino Pizarro

Poco conocido en nuestro país el automatismo es una disciplina oriunda de Europa y Estados Unidos, que consiste en la creación de máquinas cuyas figuras imitan los movimientos de un ser animado (la película La Invención de Hugo, de Martin Scorsese, da una idea del difícil arte en la tarea de un autómata maker).

En Córdoba, Pablo Lavezzari se dedica a esta actividad desde hace varios años y cosecha clientes en el exterior, donde muestra sus trabajos en ferias y exposiciones. “Mientras tenga piezas, tengo clientes. Pero es una tarea muy laboriosa; yo nunca hago dos piezas iguales y cada una, dependiendo de su complejidad, lleva bastante tiempo de elaboración”, señala el artista plástico, quien arrancó desarrollando trabajos de robótica para televisión y terminó en este mundo del que no conocía absolutamente nada.

Con el foco puesto en las muestras, ya que estas le permiten ir girando de país en país, Lavezzari trabaja actualmente en las piezas con las que en marzo de 2019 participará de AutómataCon, una convención de autómatas que se realiza todos los años en Nueva Jersey. “Me invitaron este año pero no pude ir porque no tenía piezas para llevar (vendí todas en enero) pero el año que viene voy a estar por- que además, lo bueno de esta convención es que puedo ir con dos o tres piezas cuando en general a una muestra tenés que llevar unas 20 piezas, como mínimo, para que se justifique”, explica. 

Show me your feelings

Lavezzari ha mostrado sus autómatas en ferias y festivales de Europa, como en Gijón yLa Coruña, muestra en la que vendió todo lo que había llevado y razón por la cual no pudo llegar hasta Segovia y Madrid, donde también había sido invitado a exponer. “Si bien hay un circuito muy interesante allá, hoy el mercado español está un poco flojo y la movida pasa por Brasil y México, donde hay muchos festivales de títeres, marionetas y arte callejero, que es donde ‘calzan’ a los autómatas”, detalla.

De colección. Dedicado exclusivamente a la venta en el exterior (en Argentina no hay mercado para sus piezas) son justamente los coleccionistas extranjeros quienes consumen su trabajo. “Acá la gente no invierte en arte, a no ser que sea una compra funcional. Y mis clientes compran una pieza que van a disfrutar, de la cual van a hablar y que van a mostrar. Yo tengo dos o tres clientes importantes de afuera que me compran regularmente y estoy sumando algunos nuevos; a veces no quiero publicar nada porque me empiezan a presionar para terminarlas y no puedo juntar piezas para las muestras”, señala.

Con una estética al estilo steampunk, uno de sus clientes, Richard Garriott -un astronauta texano, amigo del ilusionista David Coperfield- tiene en su colección 16 piezas de Lavezzari. “Me empezó a comprar en el 2005. Me enseñó muchas cosas, como poner precios, por ejemplo, que es algo muy difícil de regular ya que no sabés con qué parametrizar. También me enseñó mucho sobre la estética que busca la gente que compra estas piezas”, sostuvo.

El perfil de los compradores de este tipo de arte es el de gente muy relacionada con la magia y con lo oscuro: “De hecho Garriott es miembro vitalicio de la Sociedad Internacional de Magia”, remarca.
Los precios de las piezas son muy oscilantes y en general se cierran en el momento de hacer la venta. “La pieza más cara que vendí fue en 16 mil dólares, hace muchos años. La última, Naufragio, se la vendí a un cliente nuevo, de Inglaterra, en 6.200 dólares”, dice.

A nivel mundial, autómatas makers como Thomas Kuhn han vendido piezas por 100 mil dólares, o François Junod, quien le vendió una pieza de dos millones de euros al Vaticano.

Prohibido no tocar. En un mundo donde el arte se mira y no se toca, el arte de Pablo Lavezzari es todo lo contrario: “Mis piezas son de total interacción con el observador; de hecho mi muestra se llama ‘Prohibido no tocar’. En España me decían que nunca se había visto en Europa esto de que alguien entre a una muestra y toque las obras. Ni siquiera con los autómatas, que llevan sus piezas en una caja y la interacción es a través de un botón externo”, explica.

Nadie es profeta en su tierra. “Me pasan cosas muy extrañas, como esto de estar en un libro escrito por una neoyorquina y que acá no me conozca nadie; aunque ahora me acaban de invitar a hacer una exposición en El Gran Vidrio”, dice. El libro en cuestión es un compilado llamado Figures in the fourth dimension (Figuras en la cuarta dimensión), editado en 2015 y escrito por Ellen S. Rixford, que reúne autómatas de todas partes del mundo (básicamente de Estados Unidos e Inglaterra -donde más se desarrolla esta actividad- y algunos de Alemania). Lavezzari es el único autómata maker latinoamericano que forma parte de este libro; además es miembro del grupo Automaton Group (en Facebook), que nuclea a más de 9.000 autómatas de todo el mundo.-

Barracuda