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Oscar Saùl Galíndez, el inoxidable

La leyenda continúa

A los 46 años, el triatleta de Río Tercero sigue más vigente que nunca. Fue el mejor argentino en el Ironman de Mar del Plata y no piensa en el retiro.

Oscar Saúl Galíndez
Histórico. Galíndez fue el mejor argentino clasificado en la primera edición del Ironman que se desarrolló en territorio argentino. Fue séptimo en Mar del Plata. | Triamax
Oscar Saúl Galíndez cruzó la meta con los brazos en alto, los ojos brillosos y el físico extenuado. A sus espaldas, con el Casino de Mar del Plata de fondo, el cronómetro marcaba 08:39:11, las horas, minutos y segundos que tardó en completar el combo de kilómetros -3,8 de natación, 180 de ciclismo y 42,2 de pedestrismo- del Ironman, la competencia más prestigiosa y exigente del triatlón mundial. 

Una ovación le reconoció el séptimo puesto y la condición de argentino mejor clasificado en el debut de esta prueba en el país, el pasado 2 de diciembre. A los 46 años, el riotercerense lo había hecho otra vez. No era la única sorpresa que lo esperaba en la línea de llegada. “Cinco familiares de los submarinistas del ARA San Juan, que habían estado manifestando en el lugar, estaban allí porque querían saludarme. "Fue muy emotivo”, cuenta Galíndez.

“La verdad es que fue fantástico todo lo que pasó. Hubo 1.100 participantes y más de 100 mil personas presenciando el evento, ¡una locura! Mi idea no era ganar sino competir, y quedé a 20 minutos del puntero (el estadounidense Matt Chrabot), así que estoy muy conforme”, añade.

Más de tres décadas pasaron desde que Galíndez arrancó en el triatlón, entusiasmado por una emisión de “El deporte y el hombre”, el ciclo de TV que conducía “Pancho” Ibáñez. “Era de esos programas medio raros, que pasaban de todo un poco, y me impactaron las imágenes del Ironman”, recuerda el deportista, quien anteriormente había practicado atletismo y básquetbol en el Club Fábrica Militar.

“Pasan las carreras y hasta yo me sorprendo. Sigo con buenas marcas y sin problemas físicos, y eso que hay ‘un temita’ en la cadera que me tiene mal desde hace un año. Esas cosas son las que hacen que, después de cada competencia, uno abra el signo de pregunta: ¿y ahora? Cada vez me cuesta más entrenar, y la mayoría de los días no quiero entrenar, pero lo voy manejando de la mejor manera posible. Soy consciente de que no voy a volver a ser aquel triatleta profesional que fui en otros momentos, pero lo analizo y creo que da para seguir”, sostiene quien con 31 años de vigencia ya es una leyenda del triatlón y que en 2017 fue primero en Miami y segundo en Coquimbo, Chile.

-¿Cuál es el secreto?

-Pasión, entrenamiento, suerte… Afortunadamente no tuve vaivenes en mi carrera: los resultados fueron siempre buenos y no sufrí lesiones de gravedad. El apoyo de mi familia también fue importante, ya que todos -su esposa Lisa y sus hijos Thomas (21), Sofía (17) y Lorenzo (3)- funcionamos como una mini-empresa en torno al deporte. En los últimos tiempos, la incursión de mi hijo mayor fue fundamental para que yo continúe en el triatlón. Hasta hace poco éramos como perro y gato, pero hoy compartimos la misma pasión. Me gustaría correr con él en Mar del Plata el año que viene, ya que sería su primer Ironman. Pero voy paso a paso. Hoy pienso en Bariloche, el próximo 14 de marzo.

-¿Te quedan materias pendientes en el triatlón?

-Seguramente han quedado cosas en el tintero. Me hubiese gustado ser top ten, o tal vez top five en el Ironman de Hawái, que es la prueba emblemática de este deporte. Fui 11º en 2005 y 13º en 2006, y quizá podría haber llegado más alto si me lo proponía como un objetivo concreto. Y tener más suerte en Sidney 2000, donde sufrí la famosa pinchadura de goma que me relegó al 28º puesto. Pienso que allí podría haber terminado mucho mejor, quizá haber llegado entre los ocho mejores y llevarme un diploma olímpico. De todos modos, a la hora del balance, me parece que la vigencia vale mucho más que cualquier otro logro individual.

El sueño de la carrera propia

Galíndez tendrá un gran homenaje en Río Tercero, su ciudad natal, el próximo 6 de enero. Ese día se llevará a cabo una carrera de triatlón, en la modalidad Sprint, en la que estará en juego un trofeo con su nombre y se inaugurará una alegoría inspirada en su trayectoria. 

“Voy a participar pero mi gran objetivo, como director de la prueba, es organizar la mejor competencia de distancia corta”, sostiene el deportista que fue premiado con el “Rombo de Oro” en 1995, luego de la obtención del Campeonato Mundial de Duatlón en Cancún y de la medalla de bronce en los Juegos Panamericanos de Mar del Plata.

“Quizá sea el puntapié inicial de lo que vendrá después de mi retiro. Córdoba está en pañales en lo que se refiere a este tipo de carreras y creo que puedo aportar mucho desde mi experiencia. Pero no se me cruza por la cabeza ser funcionario, es complicado. Me veo más como un asesor externo. Tengo buena relación con la Agencia Córdoba Deportes, pero nunca hemos profundizado sobre el asunto”, sostiene. 

“De todos modos, el tema de la ropa ya es una extensión de lo que hago. Empezamos hace 15 años y estamos creciendo”, dice en alusión a “OG Design”, la marca de indumentaria especializada para atletas que tiene en Santos, Brasil, donde está radicado desde hace 20 años.

“Hoy estoy con más de un pie en Argentina, tengo más proyectos aquí. Con mi familia tenemos muchas ganas de venirnos, sobre todo por el tema de la seguridad. Brasil está un poco complicado. Aquí también, pero Almafuerte es un caramelito de menta al lado de lo que es Santos”, concluye Galíndez, quien también hace coaching para deportistas cuando le da un respiro la agenda de entrenamientos.