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El factor económico en las elecciones

La pelea de fondo: economía versus política

35 años de democracia
35 años de democracia | Cedoc Perfil

Los procesos electorales involucran una serie de intereses, problemas y demandas que se conjugan con elementos políticos e ideológicos que le dan características propias a los comicios en función del segmento estamental del que se trate (municipal, provincial o nacional). Pueden surgir aparentes incoherencias políticas e ideológicas en estas expresiones electorales, pero lo cierto es que las sociedades tienen sus lógicas políticas y un sentido común aplicado a cada caso, que explican estas supuestas contradicciones.

Los primeros síntomas de este comportamiento político se observaron -en el caso de Córdoba- en las elecciones de 1995 cuando oficialmente se establece que en esa fecha la política tomó elementos del racionalismo económico, sobre la ecuación básica del ‘te doy a cambio de qué’. En esa ocasión en la provincia había ganado Carlos Menem para presidente y Ramón Mestre para gobernador. Pero sin dudas el hecho de que la democracia argentina haya logrado transitar el período más largo en su historia superando ya los 35 años consecutivos, permitió que la sociedad madure políticamente, que se incorporen nuevas generaciones de votantes y que lentamente la matriz de construcción de conductas electorales fuera incorporando otros parámetros, no solo los tradicionales, de izquierdas y derechas o peronistas y radicales. En ese tiempo de 35 años consecutivos de democracia, los argentinos fueron aprendiendo -muchas veces desde el fracaso y la desilusión- el valor de votar y saber, al menos, lo que ya no quieren para el país. Es así que, por ejemplo, los famosos ‘indecisos’ fueron cambiando su composición cualitativa. Ya no son quienes están desinformados y ‘desconectados’ de la política sino todo lo contrario: son electores informados, sin representación política en la oferta de candidatos y que en general terminan decidiéndose sobre el día de la elección, buscando “que no pase lo que no quieren que pase”. Por otra parte, la situación económica de la sociedad seguirá siendo uno de los factores de mayor peso que marque gran parte de la conducta electoral en las elecciones nacionales. Así fue en 1989 y 1995 con Menem, el quiebre de 2001, la recuperación de 2011 con Cristina Fernández y la falta de respuestas de 2015, en el último gobierno del kirchnerismo.

En tanto, la llegada de Cambiemos al poder se puede leer, por un lado, como reacción al bajo rendimiento de la economía y sus efectos sobre la cotidianeidad de los argentinos, pero lo cierto es que también se lo puede explicar desde el contraste con el modelo político de los K en el poder y que comienza a marcar los primeros pasos de la grieta. Tan es así que en 2017 por primera vez, en una elección de medio término, las razones políticas se impusieron a las malas condiciones económicas de la sociedad. De hecho, el laboratorio ‘amarillo’ del PRO apuesta fuerte a este modelo de decisión del voto para este año, procurando cambiar el clima económico del país, para que prevalezcan razones políticas. Así, en el inicio de la actual campaña electoral existen puntos de partida diferentes a la hora de analizar los comportamientos políticos. Por un lado, la crisis económica, por otro, la discusión de valores políticos. Seguramente el debate llevará a una primera vuelta donde la discusión por la economía obtendría la mayoría, imponiéndose las opciones que se enarbolen desde este lugar; de todos modos, la gran incógnita se traslada a noviembre, ya que las tendencias electorales marcan una mayor paridad para una eventual segunda vuelta entre votar en contra del fracaso económico y la idea de “no volver al pasado”. ¿Será la batalla de fondo?

 

Luis Dall’Aglio es director de la consultora Delfos