Perfil
CóRDOBA
Del descenso a la Champions League

Un final de película

Juan Gill debutó en aquel Talleres que bajó de categoría en 2004. A los 35 años sigue jugando en Malta, un pequeño país europeo al que llaman "El Hollywood del Mediterráneo”.

Juan Cruz Gill
Un trotamundos del fútbol. El villamariense Juan Gill junto a sus hijos Bautista y Lorenzo y su esposa Melina. | CEDOC PERFIL

A Juan Cruz Gill le tocó debutar en un Talleres que fue sensación. Aquel equipo, dirigido por “J.J.” López, completó el podio del Torneo Clausura 2004 detrás de River y Boca, pero el lastre que cargaba y una fallida actuación en la reválida con Argentinos Juniors lo terminaron condenando a un descenso que marcó un antes y un después para el club albiazul. 

“Teníamos un equipazo y hasta terminamos en puesto de copas, pero no nos dio el promedio. En la definición fuimos superados en el primer juego y en la revancha nos comieron los nervios”, recuerda el defensor villamariense que surgió de las inferiores de Alem de Villa Nueva.

Gill jugó cuatro años más en la “T” y luego emigró al Deportes Melipilla de Chile. Allí inició su periplo como trotamundos del fútbol, que luego tuvo escalas en Chipre (Ermis Aradippou), Venezuela (Estudiantes de Mérida) y en otros dos clubes trasandinos (Temuco e Iberia) hasta llegar a Malta, donde realiza su quinta pretemporada seguida con el Valletta FC.

Campeón y copero

“Aquí me ha ido bien. Fuimos campeones dos veces y jugamos competencias europeas. No es una de las ligas más importantes de Europa pero en los últimos años ha mejorado mucho. Los salarios son buenos, es un lugar tranquilo para vivir y la gente acompaña en las canchas, aunque no con la pasión de los argentinos, que es inigualable”, destaca el defensor.

El cordobés acaba de volver al Valletta FC luego de seis meses en Tarxien Rainbows, otro equipo de la Liga Premier de Malta. “Se hacía difícil jugar por el cupo de extranjeros y entonces fui a préstamo para tener continuidad. Por suerte logramos el objetivo de la permanencia”, afirma. 

Aún con futuro incierto (“no sé si extenderé mi contrato porque hay DT nuevo y tuve un par de llamadas de otros clubes de acá”) se prepara para el próximo desafío: la serie que Valletta FC y Dudelange de Luxemburgo protagonizarán por la Primera Ronda Clasificatoria de la Liga de Campeones de Europa los días 9 y 16 de julio. “Tendríamos que ganar tres cruces para entrar en fase de grupos”, refiere.

Yerba por Internet

La República de Malta está ubicada en el centro del Mar Mediterráneo, entre Italia y el continente africano y desde 2008 integra la Unión Europea. Tiene 500 mil habitantes y un importante movimiento turístico.

Por sus bellezas arquitectónicas y naturales es una debilidad de cineastas. Películas como  “Gladiador”, “Ágora”, “Troya”, “Tormenta blanca”, “Popeye”, “Alejandro Magno” y “El Conde de Monte Cristo”, e inclusive algunos capítulos de la serie “Juego de Tronos”, se filmaron en ese archipiélago. 

“El idioma oficial es el maltés, que es muy complicado, pero por suerte aquí todo el mundo habla inglés”, cuenta Gill. “A través de un sitio de Internet que unos argentinos tienen en Alemania nos abastecemos de yerba y dulce de leche, y carne también se consigue, aunque por ahí se extraña una buena costilla o una entraña. La verdad es que no nos falta nada. En realidad, lo que más se extraña son los afectos”, añade. 

Juan está acompañado por su esposa Melina y sus hijos Bautista (12) y Lorenzo (6). “Sin el apoyo de ellos, no se me hubiera hecho fácil”, admite.

En clave albiazul

Juan Cruz debutó en Talleres el 19 de junio de 2004, en el 3-2 ante River en el Estadio Córdoba. “Me tocó de lateral, que no era el puesto que más me gustaba, pero cuando sos chico la prioridad es jugar”, comenta. “Después estuve contra Quilmes y en la revancha de la reválida con Argentinos Juniors, así que con tres partidos en primera me comí el garrón de aquel descenso, que fue muy injusto”, enfatiza. 

“Los años siguientes fueron bravísimos. Entrenábamos en canchas que eran un desastre, no teníamos agua caliente para bañarnos y con los sueldos siempre estábamos para atrás. Aunque cada año contrataban 25 refuerzos y tapaban a los pibes, siempre me las ingenié para jugar. Pero las cosas no cambiaban y decidí emigrar”, apunta. “Hoy veo otra realidad en Talleres y eso me alegra muchísimo. Los juveniles tienen contención”, completa.

“Cuando las cosas se hacen bien, los resultados llegan. No hay magia”, afirma Gill, quien está pendiente de la “T” y no descarta volver a barrio Jardín. “Tengo 35 años y voy a seguir jugando mientras me sienta bien y siga teniendo desafíos interesantes, pero ya me estoy preparando para el día después”, afirma. 


El marcado central hizo a distancia el curso de técnicos de Argentina y actualmente perfecciona sus estudios en procura de la licencia UEFA B: “No sé cuándo, pero tengo pensado regresar. Los chicos extrañan mucho a sus primos, a sus amigos y a toda la familia. Me gustaría encontrar un buen lugar en donde pueda volcar toda mi experiencia”.

Mi hermano el intendente


Juan Cruz Gill piensa seguir ligado al deporte más allá de su presente como futbolista, aunque relativiza la chance de hacerlo desde la función pública. “Siempre fuimos por caminos totalmente separados”, dice al hablar de sus inquietudes y las de su hermano Martín, el intendente de Villa María.

“Nunca me lo planteé y tampoco lo conversamos. Villa María es una plaza muy linda para hacer algo serio con el deporte, al que se lo ha descuidado durante años. De hecho, Martín ahora está muy metido con el proyecto de la Ciudad Deportiva, para darle más infraestructura y desarrollo”, cuenta. 

“Mi hermano jugó al básquet en Ameghino, aunque él se dedica a la política desde que tengo uso de razón. Es una persona que se preparó muchísimo para ocupar ese lugar y la verdad es que la ciudad está hermosa. No lo digo yo, sino la gente. Hace poco ganó las elecciones con una amplia ventaja, en un momento complicado del país”, sostiene.

Y añade: “Estuve hace poco en Villa María y te puedo asegurar que, dentro de lo que es una difícil situación general, en la ciudad se percibe un microclima diferente”.