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CóRDOBA
La inmensidad del asombro

Una década inolvidable de la física

30-6-2019-barraco
. | CEDOC PERFIL

Si algo ha caracterizado a la física es su capacidad de reinventarse y generar nuevos conceptos y formas de encarar los problemas, acorde a evidencias experimentales u observacionales más exactas. Es esta ductilidad la que hace que la física avance en la comprensión del mundo.

De allí que debamos valorar los sorprendentes resultados de la última década. El primer suceso fue la observación en 2012 del bosón de Higgs, una partícula elemental predicha en un modelo teórico a los fines de explicar la masa de partículas elementales, y obtenida a partir del gran colisionador de partículas, apodado la ‘Máquina de Dios’ del Cernw (Organización Europea para la Investigación Nuclear).

El segundo suceso fue la observación, por primera vez, de las ondas gravitacionales generadas por un cataclismo a gran escala como un choque de agujeros negros. En 2017 se otorgó el premio Nobel por haber creado un instrumento para observar dichas ondas desde la Tierra en forma directa. Era la primera vez que podíamos observar el Universo mediante ondas gravitacionales.

Hasta ese momento, las observaciones se hacían mediante ondas electromagnéticas a través de telescopios y radiotelescopios o mediante rayos cósmicos. El nivel de complejidad de este instrumento y la precisión necesaria para observar un choque de dos estrellas de neutrones es tan grande, que cuando se comenzó con el proyecto la incredulidad de la comunidad científica era mayúscula.

El tercer suceso fue la reciente imagen de un agujero negro que ha sido el colofón final de esta década de impresionantes resultados experimentales-observacionales por parte de la física y astrofísica. 

La secuencia termina con los resultados obtenidos por el Telescopio de Horizonte de Eventos anunciado en abril de este año, un mega proyecto de colaboración internacional de radiostelescopios que consiguió una observación con un grado de precisión increíble.

El primer y tercer evento son hitos en el perfeccionamiento de instrumentos ya conocidos y utilizados anteriormente, haciendo uso de tecnología de avanzada. No sería ciencia revolucionaria, pero sí mejoras notables de ciencia de rastrillaje, como la llamaría Thomas Kuhn. En cambio, la observación de ondas gravitacionales es una revolución copernicana de cómo observar el universo y tan importante como la invención del telescopio. Sus resultados fueron revolucionarios y se seguirán viendo durante años.

Los tres eventos son fruto de desarrollos realizados durante el siglo XX y la ciencia que se estaría confirmando, teoría de partículas o relatividad general, surgió de la revolución de la física de los primeros 30 años del siglo pasado.

Desde aquella época, los paradigmas han seguido siendo prácticamente los mismos y los resultados experimentales y observacionales han sido los predichos con la relatividad general y la mecánica cuántica. Así y todo, se presentaron problemas a lo largo del siglo 20 que aún no obtuvieron solución o explicación, lo cual ha creado en la generación de físicos de los 80 la sensación de que la física está estancada a pesar de los grandes resultados mencionados. Se hace necesario un cambio de paradigma como sucedió a comienzos del siglo pasado.

El desafío es cambiar la manera en que la física ve al proceso de observación de la naturaleza. Hay muchos indicios de que hace falta un mejor entendimiento del rol que juega el observador y la ‘conciencia’ en las mediciones en mecánica cuántica. Creemos que los nuevos instrumentos, en particular aquellos que nos permiten observar sucesos celestes donde la relatividad general actúa en el límite, nos permitirán también sondear dentro de la mecánica cuántica en una escala que quizás permita tener indicios de cuál debe ser el cambio de paradigma.

Tal vez pronto tendremos las observaciones para dar el salto y solo nos falte el equipo de mentes brillantes y desprejuiciadas, lleno de ilusiones y con la fuerza espiritual para salir de la ortodoxia y poder realizar ese cambio de paradigma.

Daniel Barraco es físico. Investigador del Conicet. Director del Centro de interpretación científica Plaza Cielo Tierra.

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