CULTURA
Libro / Reseña

Clásico de la semana: "Vida de Samuel Johnson", de James Boswell

En el libro, Boswell compone una de las mejores biografías de todos los tiempos a la vez que una crónica notable del ecosistema cultural londinense del siglo XVIII.

James Boswell 06242019
James Boswell (Edimburgo, 1740 - Londres, 1795) fue abogado además de escritor; en Glasgow fue alumno de Adam Smith. | Cedoc

Samuel Johnson no sería un ídolo si James Boswell no hubiese sido su idólatra. Es algo probado por el hecho de que ningún libro de Johnson (ni siquiera su enciclopedia, despachada individualmente en mucho menos tiempo que el que un ejército de franceses necesitó para hacer lo propio) penetró tanto en la posteridad como la biografía que Boswell le ofrendó para darle a la historia de la literatura un objeto inolvidable, sostenido por las fuerzas un poco vergonzosas de la adoración y el chisme.

Pero la vergüenza retrocede cuando avanza la fuerza heroica de Vida de Samuel Johnson (1791), su tremendo volumen, los años del autor detrás de la euforia que le produce la relación con una figura y la leyenda de la figura, la admiración (Boswell dice que cuando conoce a Johnson sufre una "transfusión mental"), el trabajo sin desmayos de amanuense capaz de pescar en el aire cada letra que pudiera perderse de la genialidad de Johnson, la pena por el aspecto desarreglado y el humor intratable del maestro, y un millón de anécdotas por las que el libro se desplaza de las pretensiones biográficas hacia la novela de personaje (de un solo personaje). 

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El Johnson de Boswell es, además de una inteligencia sobrenatural, el impulso físico que la empuja en todas las direcciones. Es llamativo observar todo lo que Johnson le debe a su cuerpo. Para él, la degradación de Inglaterra no surgía de la "molicie". Al contrario, de la molicie también participa alguna parte del cuerpo obligada a esforzarse y, según su presentimiento, a deformarse. Y que el zapatero se cruce de piernas, no significa "un lujo".

Las imágenes de recogimiento en la lectura de Johnson que se cristalizan en la memoria de Boswell (hay una como de forense en la morgue, en la que Johnson está manipulando libros viejos con guantes blancos bajo una nube de polvo) contrastan con violencia con las manifestación del cuerpo. Discutir y comer son para Johnson luchas corporales. Y parece que en las vísperas de casamiento la carne también tiene algo que decir. Lo vemos  cuando Johnson se casa con la viuda de su ex amigo el mercero Porter, una cougar que lo dobla en peso y edad. Están caminando hacia el registro civil de Derby y ella lo deja atrás. Johnson se adelanta y la va perdiendo de vista a sus espaldas hasta que logra su objetivo, que es el de hacerla llorar. ¿Hay alguna escena en la historia de la humanidad que describa mejor el matrimonio como dos personas que van a distinta velocidad hacia una meta común?.

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Vida se Samuel Johnson

Vida de Samuel Jonhson no puede impresionar demasiado a los lectores argentinos, que en los últimos diez años recibieron las bendiciones de Borges, de Adolfo Bioy Casares y Osvaldo Lamborghini, una biografía, de Ricardo Strafacce. Al menos no por el prestigio de la extensión. Si hay una particularidad que persiste en el monumento de Boswell es la idea, que sólo podríamos llamar moderna, de que la identidad es un problema sin solución y que cada persona lleva consigo la posibilidad de una novela que reduzca su imagen a la opacidad siempre encendida de las cenizas. Johnson, la máquina de decir "todo", se sale de la huella más profunda de su biografía para preguntarse ante el pedido de Boswell de que escriba sobre las constituciones (la civil y la religiosa): "¿Por qué siempre tengo que escribir?".