CULTURA
Evaluacion final de la Feria del Libro

Conformes, podría haber sido peor

Pese a los reservados pronósticos que surgían antes de su realización, los números de la Feria parecen planchados en cuanto a asistencia y a ventas. Pudo haber sido peor, pero la performance mejoró gracias al auge de la literatura juvenil.

Dias y noches. Los números apuntan a ser muy similares a los de los últimos tres años. Pudo haber sido una Feria con números más discretos por la devaluación y la situación inflacionaria, de modo que
| Cedoc Perfil

Que la Feria Internacional del Libro de Buenos Aires termine un lunes de la segunda semana de mayo no es raro, pero que lo haga con números más o menos idénticos a los del año pasado puede calificarse de inesperado. Según cifras de la organización, se estaría llegando al mismo público de 2015, es decir, a 1.200.000 personas, un número que se viene repitiendo las tres últimas ediciones. Todos están conscientes de que pudo haber sido una feria con números muy discretos, por la devaluación de diciembre y la situación inflacionaria que ha transformado, como dice el editor Alejandro Katz, al libro argentino en un producto caro en términos latinoamericanos: “Hay que tener en cuenta que los dos grandes mercados después de Argentina, México y Colombia, han tenido devaluaciones muy grandes, y son países en los que las devaluaciones no se trasladaron a precios”. Y si nos ceñimos al mercado interno, a diferencia de otras áreas de la economía, la industria del libro no trasladó la devaluación a precio (sólo 30%), por lo que eso de producto caro es relativo a otros bienes tanto de consumo como de entretención. Sin embargo, la caída del consumo afecta a toda la economía, como subraya el vicepresidente de la distribuidora Riverside Fernando Fagnani: “Sería muy raro que si la gente compra menos alimento, menos ropa, menos medicamentos, compre más libros”.
En este escenario arrancaron las Jornadas Profesionales, un espacio para capacitarse y hacer negocios, dos días antes de la apertura a público. Un escenario donde las fechas de estas Jornadas volvieron a coincidir con las de la Feria del Libro de Bogotá. Oche Califa, director institucional de la Feria de Libro, le resta importancia a esto: “Es algo que lamentablemente no logramos resolver porque implica pedir a Bogotá o que Bogotá nos pida a nosotros que cambiemos las fechas; pese a ello, hemos registrado en los últimos cinco años un crecimiento sostenido, no sólo en la cantidad de inscriptos, sino en los que asisten al programa”. Este año hubo delegaciones de más de treinta países, y el Salón de Derechos, espacio donde se transan traducciones y títulos, “estuvo muy bien”. Además durante los tres días de las Jornadas es un momento de alta venta para los stands.
Según las cifras que maneja Prensa de la Feria, las actividades que captaron más la atención de la gente fueron la firma de libros del booktuber Germán, con tres mil personas durante diez horas, luego se situaron la presentación del libro de Víctor Hugo Morales y la entrevista pública con los protagonistas de la serie Soy Luna, de Disney Channel, seguido de las charlas de la bestseller Pilar Sordo con el periodista Gerardo Rozín y la de los periodistas Nicolás Wiñazki, Daniel Santoro y Jorge Lanata. La única actividad netamente literaria con importante público fue la presentación del Premio Nobel Mario Vargas Llosa, y esto habla de lo que se está convirtiendo la Feria del Libro.

¿Pero cuáles son las cifras de las ventas? Muchos stands dicen que terminarán igual o un poco mejor que el año pasado. Florencia Ure, gerenta de Comunicaciones y Prensa de Penguin Random House, dice que de los 80 mil ejemplares que vendieron en 2015, este año llegarán casi a los 100 mil, es decir, habrá una suba de 15%: muchas de estas ventas son las clásicas historias de amor de Florencia Bonelli y Gloria Casaña, la narrativa de Marcos Aguinis y Mario Vargas Llosa, pero además hay un muy interesante crecimiento de la literatura juvenil: “Ha crecido mucho la literatura juvenil e infantil, es casi la mitad de lo que vendemos, que incluye a los booktubers”. Ure advierte que éste es un mercado que viene creciendo desde 2008 de modo exponencial, alcanzando un pico en los últimos tres años. De esta versión llama la atención sobre algunas cuestiones. La primera es que las compras que hacía la Comisión Nacional de Bibliotecas Populares (Conabip), a través de su Programa Libro%, se vieron afectadas con el cambio de gobierno, ya que “este año las bibliotecas populares que venían a comprarnos tuvieron que reempadronarse: de las 1.300 sólo vinieron mil, porque el resto no había podido completar el trámite”. Otro aspecto a consignar es lo usual: que la Feria es muy ruidosa, “básicamente porque La Rural no es el Colón, no tiene buena acústica”, y la falta de wifi. Pese a ello esta feria ha sido buena, por encima de las expectativas, y mejor organizada que la del año pasado.
Fernando Fagnani, gerente general de Edhasa y vicepresidente de Riverside, difiere de la visión entregada por Ure. Aventura que los números de Penguin Random House pueden verse influidos porque tiene mejor hecha su fusión con Alfaguara. Aunque también hay otra explicación, y es el auge de la literatura juvenil que “viene siendo el fenómeno de la Feria hace dos o tres años, y eso es una buena noticia, porque los jóvenes están leyendo”. Gracias a esto el stand de Riverside, que distribuye muchos libros importados, terminará con números iguales a los de 2015: “En vista de la situación económica, creo que si todos vendemos lo mismo del año pasado, está fenómeno”. Coincide con Ure en que el reempadronamiento de los bibliotecarios de la Conabip afectó las ventas de la Feria. En cuanto al balance que hace de los libros importados, que por más de cuatro años sufrieron una importante restricción, Fagnani dice que “faltan muchos títulos, y reponer esa falta va a llevar mucho tiempo”. De ahí se explica que el peso del libro importado-importado versus del libro importado impreso en el país, al menos en su stand, sea sólo del 20%.
Los stands asociativos, que reúnen a varias editoriales medianas o pequeñas, fueron una característica. El primer stand que reunió varias editoriales fue Los Siete Logos hace ya unos años, lo siguieron Sólidos Platónicos y hoy hay cinco stands de este tipo. Alejandro Katz es parte de Los Siete Logos y cree, a diferencia de lo dicho por el director de la Feria, que no puede ser tan difícil coordinar mejor las Jornadas Profesionales con Bogotá: “En lugar de competir con los mismos compradores, les organizaría un viaje para que tuvieran un itinerario coherente”. ¿Pero qué política de fomento al libro debería tomar la actual administración? Ante esa interrogante, Katz, que fue uno de los doce intelectuales que se reunió con Mauricio Macri en febrero pasado, es claro: “La labor del Gobierno es no interferir con la labor editorial y fabricar lectores. Nadie tiene capacidad de producir sociedades letradas, salvo los Estados, y eso es una tarea de muy largo alcance, muy difícil, y que exige muchos recursos y mucho tiempo pero que hay que hacer. Muchas editoriales independientes, sobre todo en México, viven del Estado y deberían vivir de los lectores”.
Matías Reck, editor de Milena Caserola y representante de este stand que agrupa a más de veinte editoriales, evalúa la Feria en dos partes: para él, las Jornadas Profesionales, pese a las críticas de Katz y otros, estuvieron bien, resultaron ser un punto de encuentro con diferentes libreros, editores de países vecinos y no tan vecinos, “donde notamos que hubo un interés por lo que publicamos y se han llevado muchos libros”. Esto le sorprendió, porque la expectativa no era buena: había cambiado el gobierno y la situación económica –precios en alza, despidos masivos– no era auspiciosa. La otra parte de la evaluación es la venta al público, cosa que, según él, ha estado bien, pero más allá de las ventas lo que le interesa observar es que “hasta hace diez años muchos de nosotros decíamos que la Feria era el mall del libro y que nunca íbamos a estar aquí, pero con el surgimiento de los stands colectivos se dio la posibilidad de estar, y debo reconocer que ha sido una linda experiencia, porque los editores entramos en contacto con el público”. Hoy la superficie del stand se duplicó a 32 metros cuadrados, al igual que el precio del alquiler, algo así como 90 mil pesos, pero gracias a esto las ventas se triplicaron, al igual que las editoriales que reunieron, es decir, registrarán una leve alza en relación con 2015, lo que, como dice Fagnani, “está fenómeno”. Pero si hubo leves alzas, hay que pensar también que habrá stands con leves pérdidas.