Todos los martes parte del personal del teatro repetía la misma rutina:
prendían fuego sobre una parrilla y echaban la carne al asador. Con una salvedad:
lo hacían
en un pasillo cerrado, angosto y casi sin ventilación
en uno de los subsuelos del Colón, a pocos metros de un depósito de utilería
totalmente inflamable.
La carne se cocinaba sobre brasas debajo de una de las reliquias artísticas más importantes
del mundo que desde 1988 opera sin un sistema de incendio seguro tanto para el escenario como para
su salón principal, donde sólo los materiales de las butacas lo podrían haber convertido en una
hoguera en segundos.
Sin asados por el receso vacacional, todo lo demás sigue igual. Hay obras de peso paradas
como la construcción de un segundo montacargas para el escenario y hasta un tanque que provea el
agua del sistema contra incendio. Peculiar contraste: se finalizó de montar los caños, pero todavía
el tanque ni siquiera está licitado.
Sonia Terreno, directora del Máster Plan, asegura hay
30 obras terminadas, otras 15 en plena ejecución y tres que todavía faltan
licitar. Pero la realidad, repiten en las altas cúpulas del Colón, es que las obras
finalizadas son las menos “vitales” para el espíritu del teatro: se calcula que sólo se
realizó el 30% de lo planeado. Todavía restan trabajos en el escenario principal, en la fachada del
teatro, en la plaza de enfrente, en los subsuelos, y la lista sigue.
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