CULTURA
Los comunistas chinos son huspedes dilectos

El fantasma de Stalin, un imán que atrae turistas

Tras el derrumbe de la Unión Soviética, en 1991, la morada donde vacacionaba el dictador ruso se convirtió en un lujoso hotel donde dormir cuesta 300 euros la noche. En un improvisado museo se lo recuerda con una estatuade cera.

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La mansin donde veraneaba el dictador ruso ahora se convirti en hotel de 300 dlares la noche. | AFP

Sochi, Rusia – Escondido tras pinos centenarios, el edificio austero y sombrío parece fantasmagórico: la residencia de veraneo del temido dictador Joseph Stalin es hoy un hotel donde quien tenga dinero puede alojarse en su dormitorio y comer en su mesa. En otros tiempos, el visitante se hubiera sentido aterrorizado de acercarse a la residencia de veraneo del llamado Zar Rojo en el balneario de Sochi, en el Mar Negro. Pero hoy el capitalismo ha triunfado y, por un precio, todos son bienvenidos.

La enorme dacha, donde el reloj parece haberse detenido en 1937, el año de su construcción, es ahora un hotel donde los visitantes pueden alojarse por hasta 300 euros la noche. Se puede almorzar en un imponente comedor adornado con el retrato del dictador, nadar en su piscina y hasta dormir en su dormitorio.

Joseph Stalin acudía a este lugar cada verano. Desde esta casona con ventiladas terrazas, el tirano de bigotes supervisaba la marcha triunfal del socialismo soviético, así como las represiones y purgas masivas. “Aquí solía trabajar, fumar, pensar. Desde aquí solía mirar el mar”, cuenta entusiasmada Valentina Menalan, la gerente de la villa, mientras camina de una habitación a otra.

“Nada ha cambiado”, asegura. Los pesados cortinajes y la madera clara aún recuerdan los años 30 y los únicos muebles renovados datan de los 60 y 70, cuando el edificio se convirtió en una casa de invitados para visitantes extranjeros del Partido Comunista.

La villa fue convertida en un hotel tras el derrumbe de la Unión Soviética en 1991.
Y hasta la piscina de la planta baja aún funciona: “A Stalin no le gustaba nadar en el mar, así que le construyeron esta piscina con agua de mar”, explica Menalan.

El temido amo de la dacha también era paranoico de su seguridad, “y por eso la dacha está pintada de verde camuflado, y no se puede identificar ni desde el mar ni desde el aire”, precisa. Incluso observándola desde la cima de las cercanas montañas Akhun, con su impresionante vista de las cumbres nevadas y la costa del Mar Negro, la residencia permanece invisible.

Todo, desde la altura de los escalones hasta la profundidad de la piscina, fue adaptado a la relativamente corta estatura de Stalin, de 1,67 metros, a quien le gustaba sentarse en un sofá de amplio respaldo y ver películas durante horas.

Pero no todo queda allí: el improvisado museo también conserva varios objetos personales y una mesa de billar, un juego del que Stalin era fanático. Y uno de los cuartos ostenta una escultura de cera de tamaño natural del dictador comunista, quien posa sentado en su mesa, frente a un tintero de plata que le regaló Mao.

Pero una de las cosas que el hotel de Stalin no recuerda a sus huéspedes es el lado pesadillesco de un régimen totalitario que encarceló a millones de personas en el gulag. “Hubo represiones atroces pero Stalin también desarrolló los programas industriales y espaciales”, señaló Vladimir Shishkin, vicedirector del complejo hotelero Zelyonaya Roschcha (Arboleda Verde), que incluye la villa.

Para muchos rusos, Stalin es el cerebro de la victoria contra la Alemania nazi, fuente de gran orgullo nacional, y soberano de un imperio que se extendía desde el este de Berlín hasta Vladivostok. De hecho, prácticamente la mitad de los habitantes de Rusia (47 por ciento) considera a Stalin de manera positiva, y menos del 30 por ciento lo ve de forma negativa. Así lo indicó un sondeo del Instituto FOM, publicado durante el año pasado.

Sin embargo, para los visitantes del hotel, la curiosidad y el interés histórico están por encima de todo, sin mencionar el encanto físico del lugar, que pertenece a un consorcio integrado por el Estado, el gigante petrolero Lukoil y otras empresas rusas. Incluso, entre los huéspedes distinguidos del hotel figuran el patriarca ortodoxo ruso Alexy II, que organizó una recepción en el lugar, y el ex secretario general del Partido Comunista de China, Jiang Zemin.

Fuente: AFP