CULTURA
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El libro argentino: un futuro incierto

La producción de novedades en el primer semestre de este año bajó un 25% respecto del mismo período del año anterior, y las ventas cayeron entre un 15 y un 25%.

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Entra y sale. En 2017 se realizaron importaciones por 51,4 millones de dólares y exportaciones por 14,1 millones de la misma moneda. | cedoc

El pasado jueves la Cámara Argentina del Libro (CAL) presentó el Informe de producción del libro argentino para el primer semestre de este año. La información, basada en las declaraciones de ISBN (código de barras único que identifica a cada edición) y en la Encuesta Permanente  de Ventas Editoriales (EPVE), muestra síntomas de lo que podemos llamar “crisis del libro argentino”.  El sistema de comercialización en librerías utiliza el método de consignación: distribuidores y editoriales ceden a las librerías determinada cantidad de ejemplares por un período, vencido el plazo las mismas deben rendir los libros vendidos, reponerlos o devolver los sobrantes. Esta forma, si bien parece simple, demanda una multiplicidad de actores, costos adicionales y tardanza en la circulación de los pagos que, lisa y llanamente, coloca a la cadena del libro en situación de riesgo ante la contracción de las ventas. Según el Indec, las ventas en los supermercados registraron en junio una caída del 1,2% interanual, mientras en los shopping centers tuvieron una baja del 5,1%. Y en este sentido el EPVE de la CAL indica que, en  los primeros cinco meses de  2017, las ventas disminuyeron en la mayoría de las editoriales pymes en relación con el año pasado: las ventas en unidades cayeron entre un 15 y un 25%, acumulando una baja promedio del 20%. Respecto de la última Feria del Libro de Buenos Aires, las ventas en unidades en promedio se mantuvieron en el mismo nivel que el año pasado, vale decir, no aumentó el consumo de libros.

Otros indicadores refieren a la importación de libros. La CAL indica que en los primeros seis meses de 2017 se han realizado importaciones por 51,4 millones de dólares y exportaciones por 14,1 millones de la misma moneda. De mantenerse este ritmo, en relación con 2016, este año se importarán 20,1 millones dólares más. Pero con un detalle: estos libros, en su mayoría, provienen de remanentes y saldos de editoriales extranjeras, lo que proyecta mayor cantidad de ejemplares por dólar importado. ¿En qué incide esto? Es una sencilla cuestión de espacio. Tanto en las cadenas de librerías como en las independientes, el volumen de libros importados ocupa mucho más espacio, restringiendo la exhibición de los argentinos. Según información de la Cámara Argentina de Publicaciones (CAP), a la que accedió Perfil, el total de ventas acumulado del primer semestre del año fue de 4.068 millones de pesos, contra 4.272 de 2016 y 5.286 de 2015 para el mismo período. Tomando en cuenta la inflación en el aumento del precio de tapa, la cantidad de ejemplares vendidos disminuyó en los valores que indica la CAL o más aún.

Según informa la UIA, la producción del bloque edición e impresión disminuyó 3,5% entre enero y junio respecto del año anterior. La producción de cartón y papel acumuló una caída del 5,4% en el mismo período. A su vez, el consumo local de papel y cartón descendió 13,6% en términos interanuales. Esto se observa en la cantidad de ejemplares: si bien se mantiene la cantidad de nuevos títulos, disminuyó significativamente la producción. Las librerías sufren el aumento de alquileres y costos, cierran o se achican. El futuro del libro argentino es incierto y a todas luces preocupante.

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