CULTURA
Amigos son los amigos

El Negro cordobés pone la mano, y el rosarino las ideas

En Córdoba se ejecutan las órdenes que llegan desde Rosario. El “Negro” Crist dibuja los guiones que recibe vía mail de parte de su amigo, el también “Negro” Roberto Fontanarrosa, quien sufre una enfermedad degenerativa que le impide mover los músculos. Comenzaron su amistad hace más de treinta años, y, en este momento amargo, se unen para pecharle a la vida. “El me da total libertad, así que trato de no imitarlo”, afirma el cordobés.

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Para Crist "haba que solucionar la situacin de una manera digna". | Cedoc

Se conocen desde hace treinta años, desde aquella juventud veinteañera en la que compartían sueños y redacción en la mítica revista de humor Hortensia. Forjaron una amistad que trascendió el ámbito de los lápices y la tinta. En las malas, son más amigos que nunca. Cristóbal Reinoso sufre por su amigo Roberto Fontanarrosa. Crist, el alias profesional del dibujante y humorista, responde como si se sacara la respuesta de encima: “ Había que solucionar esta situación de alguna manera. Y ahí estamos, ahora hay que ver qué dirá el público”.

La solución al problema provino de parte del “Negro” rosarino, que eligió al “Negro” cordobés (por adopción) como su sucesor para dibujar su chiste diario en Clarín. En Rosario se piensan los chistes, en Córdoba se dibujan.

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Crist se convirtió, no sin dolor, en la extensión de esa mano derecha que, según el propio Fontanarrosa comunicó por carta “ claudicó, no responde como antaño a lo que dicta la mente”.

Negros modernos. Desde Córdoba, Crist describe la dinámica de trabajo, impregnada por la modernidad. “ En otro momento no hubiera sido posible esto, porque lo hacemos por mail –comenta–. Así es el mundo virtual.” Cada palabra que sale de su boca es como si el habitué de un bar invitara al solitario que se sienta alejado a compartir la mesa con su grupo de amigos.

Fontanarrosa dicta a su ayudante el guión del chiste. Se envía a Crist por mail, quien lo interpreta y lo devuelve. “ El tiene un estilo muy personal, así que dibujarlo es medio imposible”, asegura.

Crist se presta gustoso a los recuerdos y se sumerge en el pasado. Acomoda las imágenes que se suceden en su mente, prepara los motores del relato, afina las anécdotas y comienza: “ El primer viaje que hice a Europa lo hice con el ‘Negro’. Fuimos a España y a Italia, pero nos separamos y él se fue a Grecia”. Según su memoria, su amigo tenía conocidos en Palma de Mallorca. “ Nos cagamos de risa –dice–. Ese recorrido nos sirvió para darnos cuenta de que compartíamos afinidades culturales: cine, literatura, historietas.”

La única diferencia entre ambos es que al Negro cordobés no le interesa el fútbol, mientras que al Negro rosarino lo desespera Rosario Central, ese “Canalla” que tanto lo ama.

Cartas del corazón. Años atrás, la comunicación no era ni tan ágil ni tan veloz. “ Antes nos carteábamos una vez por semana –recuerda sin nostalgia–. Tengo unas cartas archivadas con letra de cómic y no sé dónde mierda las guardé.”

Crist vivió dos años en España. Se mudó a fines de la dictadura junto a su familia y, previo paso por Italia, retornó con la primavera democrática. A su vuelta, su amigo había traspasado el ámbito del dibujo y se había convertido en ícono cultural. “ Cuando volví, él había empezado a crecer como artista, tuvo otra trascendencia en su obra, y su trabajo se había afianzado más.”

Como si hiciera falta, el “Negro” cordobés aclara que no le sorprendió la nueva faceta de su amigo y colega rosarino. “ Cuando nos hicimos amigos le pregunté: ‘Negro, ¿vos solamente hacés estos chistes?’. Y me trajo un libro como de 80 páginas, que fue el germen de Boogie el Aceitoso”.

Llamadas a diario. En algún momento, víctimas de la distancia y de la vida, el contacto se espació más de lo que los dos querían. La última vez que se juntaron a cenar antes de la enfermedad fue en Córdoba, con larga sobremesa y una vuelta a Rosario con un Fontanarrosa al mando de su auto. “ A los dos meses lo llamé para ver cómo andaba, porque tenemos amigos en común, como Serrat. ‘¿Qué sabés del Nano? ¿Viene?’.”

Ese día fue cuando Crist descubrió que algo no andaba bien. Su amigo le comunicó que tenía un hormigueo en la mano izquierda. “ Ese fue el principio, y después la seguí, cosa de llamarnos todos los días –evoca–. Ahí volvieron las llamadas como en la época de Hortensia, a diario.”

Hechos y dichos 

Por extensión soy Crist, pero mi nombre es Cristóbal, y en la intimidad me llaman por mi nombre. Me reconocen como Crist como si tuviera doble personalidad, como Batman. A veces me hincha las pelotas el nombre profesional, como en esta oportunidad, porque no lo tenía pensado en estas circunstancias.” 

Estos no son exactamente sus dibujos, pero hace tantos años que nos vemos y que compartimos el espacio en el diario que ya sé más o menos lo que quiere.” 

El “Negro” es realmente muy ingenioso y un narrador natural, así que las sobremesas son interminables. Al principio estábamos tan juntos que las notas periodísticas y las consultas siempre eran de a dos: Crist-Fontanarrosa.” 

El nunca te dice: ‘Mañana voy a hacer esto’. Te trae directamente el hecho consumado, cosa que no es frecuente en nuestro país. En el ambiente de la cultura se habla mucho de lo que vas a hacer, de los productos irrealizados o a realizar. Yo me cansé de escuchar a Alberto Cognini, director de Hortensia, el proyecto de una película que nunca se realizó. La gracia estaba en contarla en el bar; fijate que en la segunda escena aparecía Osvaldo Soriano. Y nosotros: ¡Ah, qué bárbaro! Actuaba todo el mundo. Y nunca se hizo. El ‘Negro’ jamás haría algo así. El te trae las cosas envasaditas.”

 “ En Hortensia teníamos que hacer de todo. Eramos todo terreno, pero nos divertíamos porque la revista era de entrecasa. Una vez estábamos en mi casa y yo estaba hinchado las bolas porque tenía que hacer un aviso de una casa de jean en forma de historieta. Y él se ofreció a hacerlo, se sentó, hizo el recuadro y lo escribió. ¡Ya lo tenía amasado en el mate!”