CULTURA
VIRGINIA WOOLF

Entre la escritura y el abismo

En mayo se conmemoran los 80 años de la publicación de “ Al faro”, novela que ubicó a la escritora inglesa al lado de los grandes maestros de la literatura experimental del siglo XX, como James Joyce o Marcel Proust. “ Este es, en mi opinión, el mejor libro que he escrito”, confesó la autora de “ Las olas” y “ La señora Dalloway” apenas terminó la novela, en mayo de 1927.

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A pesar del xito y el prestigio que goz en vida, Woolf termin suicidndose el 29 de marzo de 1941. | Cedoc

El 5 de mayo de 1927 salía a la venta en Londres la novela Al faro (To The Lighthouse) de Virginia Woolf. Así, la hija del victoriano historiador sir Leslie Stephen creaba una de las obras literarias más experimentales y lúcidas del modernismo del siglo XX, poniéndose a la par de escritores como Marcel Proust, James Joyce o Franz Kafka.

El libro, considerado por la propia autora como su mayor logro estilístico y de experimentación narrativa, produjo de todos modos en ella emociones encontradas, y le provocó una recaída –por problemas de nervios y depresión–, que empeoró aún más su debilitado estado mental. Como explica su sobrino y catedrático Quentin Bell en la biografía más prolija y respetada sobre su tía, Virginia Woolf (1972), la escritura de Al faro se llevó a cabo entre junio de 1925 y enero de 1927. Fue un período fructífero, aunque también uno de los más sombríos para la escritora en cuanto a sus estados mentales y ensoñaciones.

En su diario personal, el 15 de septiembre de 1925, Woolf escribió con pulso débil: “ Me levanté hoy a las tres de la mañana. ¡Oh! Está comenzando, viene –el horror– físicamente como una ola dolorosa que me aplasta el corazón. La veo. Vanessa (Bell, su hermana pintora). Niños. Derrota. Sí, detecto esto (la ola que sube)”. Sin embargo, los primeros meses de 1926 trajeron lentamente una mejoría en su salud : “ Nunca he escrito tan fácilmente e imaginé tan profusamente”, admitió. Al faro parecía ir componiéndose sin esfuerzos, y para el 16 de marzo había logrado escribir alrededor de 40 mil palabras.

Durante esos meses, Woolf y su esposo, Leonard, formaron parte como nunca antes del llamado Grupo de Bloomsbury, compartiendo tertulias literarias en la propiedad londinense de su hermana, en el número 46 de Gordon Square, como en su propia casa de Tavistock Square, con personajes como su amante y poeta Vita Sackville-West, los artistas Dora Carrington y Duncan Grant, el escritor E.M. Forster, el economista John Maynard Keynes o el poeta T.S. Eliot. En medio de esos días de intercambios intelectuales y de domesticidad, Virginia logró completar para el 25 de mayo la segunda parte de la novela, esperando finalizar el libro para finales de julio de ese año. Pero una vez más, y como había ocurrido con sus anteriores libros – Noche y día (1919) y La señora Dalloway (1925)–, la autora sobreestimó sus fuerzas y se vio obligada a interrumpir la escritura con largos días de reposo, en los que decía sentirse “como inanimada”.

Londres, en el verano de 1926, les ofrecía a los Woolf atracciones bien conocidas: las tertulias mencionadas, el teatro de Drury Lane o la Opera de Covent Garden (la escritora era una gran aficionada a la ópera y al ballet). Pero tal vez recordando sus experiencias pasadas por endebles estados mentales, ella prefirió la tranquilidad campestre de Monk House.

Fueron semanas difíciles, y en septiembre recayó en períodos de profunda depresión, en los que decía soñar con enormes olas y capas neblinosas que la ahogaban noche y día.

Al faro logró progresar, y aunque Woolf planeaba finalizar la novela para finales de septiembre, no fue hasta mediados de enero de 1927 que logró mostrarle los manuscritos a Leonard, un rito que llevó a cabo con cada una de sus novelas.

El libro fue publicado finalmente por la imprenta de los Woolf, Hogarth Press, el 5 de mayo de 1927. Vita, que regresaba de Persia, encontró una copia en su mansión londinense. En la primera página, se leía la dedicatoria: “ Vita, de Virginia (en mi opinión el mejor libro que he escrito)”. Su hermana Vanessa escribiría: “ Creo que soy la persona más incapaz del mundo para juzgar estéticamente este libro, pero sé que estoy frente a una obra maestra”.

En efecto, el círculo de Bloomsbury consideró el libro como el epítome de la escritura más sublime de Virginia, y entre sus primeros admiradores estuvieron E.M. Forster y Leonard Woolf, para quienes junto a Las olas y La señora Dalloway, Al faro lograba un lugar central en la producción literaria de la escritora. La crítica también elogió la experimentación y el modernismo de la novela, con artículos favorables tanto en el The Times, como en el Evening Gazzette de Londres. A 80 años de su publicación, esta obra sigue aún resonando en ecos donde la voz de la narradora se funde en un “ yo interior” exquisito y perdurable, que definiría más tarde su llamado estilo de “ flujo de conciencia”.

A pesar del éxito y el prestigio que gozó en vida, Woolf terminó suicidándose el 29 de marzo de 1941, lanzándose al río Ouse, luego de llenar los bolsillos de su saco con piedras de la costa.

Esa mañana helada, se levantó como cualquier otro día, y antes de dejar la casa, escribió una breve carta a su esposo Leonard : “Estoy segura de que estoy volviéndome nuevamente loca. Siento que no podemos soportar otro de estos terribles períodos. Y esta vez no me recuperaré. Comienzo a escuchar voces, no me puedo concentrar. Si alguien hubiera podido salvarme, esa persona habrías sido tú. Pero todo se ha ido ya de mí, salvo la certeza de tu bondad. No creo que dos personas hubieran podido ser tan felices como nosotros. V”.