CULTURA
hasta el 31 de mayo

La Bienal de Performance llega a su fin

Organizada por la Fundación Babilonia para las Artes, la Ciencia y la Cultura, cierra sus puertas el próximo viernes. Lo que se puede ver en esta megamuestra de “arte vivo”.

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Ronquidos oceanicos. De Florencia Rodríguez Giles y Emilio Bianchic: una leyenda pampeana. | cedoc

En la sala en penumbras, un espectador desprevenido observa a cuatro personas del público que huelen a hombres desnudos y acostados. No leyó la explicación en la entrada: se trata de durmientes que exudan singulares hedores. Para oír y oler algunas pistas de sus sueños, hay que acercarse al punto de quebrar un pudoroso límite interno.

Estamos en la Bienal de Performance (BP.19), que reúne proyectos de artistas nacionales e internacionales que, en su mayoría, presentan obras inéditas. “En el teatro te podés cortar con un cuchillo y hay sangre. Pero el cuchillo no es real y la sangre no es real. En la performance, la sangre y el cuchillo y el cuerpo del performer son reales”, dijo Marina Abramovic para explicar esa disolución entre fronteras, así como la unión entre arte y vida, que imperan en la performance.  

En la última semana de la tercera edición de la BP.19 sería una pena perderse algunas acciones. Con una extraña invitación al público a sumarse en una siesta compartida en el Cultural San Martín (mañana), Ronquidos oceánicos, de Florencia Rodríguez Giles y Emilio Bianchic, resignifica una leyenda pampeana sobre delfines alados que capturan mortales durante sus sueños. Cerca, en la vereda de Corrientes al 1980, donde estaba ubicada la ex discoteca Ave Porco, sitio clave del under porteño en los 90 y donde hoy hay un supermercado, Osías Yanov hará una performance (miércoles y jueves que viene) con objetos que pertenecieron a la disco. Busca reflexionar sobre minorías artísticas, políticas y de género.

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El dúo coreano Young-Hae Chang Heavy Industries presentará dos videos y una conferencia performática (el lunes, Complejo Art_media, con inscripción previa, bienalbp.org). Con acidez, en Las 10 mejores performances de todos los tiempos o desnudos sin hacer nada, este colectivo artístico considera que Jesucristo en la cruz es una performance radical. “De todos los milagros que Jesús hace durante su relativamente corta vida en la Tierra, el más trascendental ocurre cuando está en la cruz (…). Porque, por lo que sabemos, Jesucristo en la cruz, casi desnudo y sin hacer nada, basta para inspirarnos a construir y destruir imperios, provocar guerras, cometer genocidios, amar u odiar al prójimo, vivir la vida y orar por una vida celestial después de la muerte”, se lee en los textos que se suceden en loop en sala.

En el Museo Nacional de Bellas Artes, con un robot autómata más una serie de cuarenta retratos de esculturas de niños y seres andróginos –que aluden al pasaje del arquetipo de la lolita de la novela de Nabokov–, la instalación performática de la artista francesa Gisèle Vienne y el escritor Dennis Cooper sumerge al espectador en un universo espeluznante. Tras el cierre de BP.19, la exhibición permanecerá abierta hasta fines de julio.     

Para el cierre, el viernes que viene, Maricel Alvarez, curadora de la bienal, junto con Emilio García Wehbi y La Columna Durruti, presentará Vida y muerte del concepto clásico de utilidad, en la Fundación Cazadores. Este trabajo intenta deconstruir de manera absurda las motivaciones de artistas, coleccionistas, galeristas, curadores, directores y espectadores durante la inauguración ficcional de una muestra, que incluye obras reales de, entre otros reconocidos artistas, Nicola Costantino, Marcos López y Marta Minujín.