CULTURA

Los Cortázar de Sara Facio

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Es casi inevitable que los escritores se entreguen a la lente indiscreta de un retratista, y en su intimidad busquen su foto oficial. Ha sido así, seguirá siendo así. Célebres en la gelatina de plata o bajo el retoque fotográfico, esos rostros, esas poses, cuentan ese más allá de sus biografías, capturan un gesto que se vuelve eterno.
Los retratos que Sara Facio le hizo a Julio Cortázar entre 1967 y 1974 entrañan una galería privada que los fanáticos del escritor atesoran. Son tomas hechas en Buenos Aires y en París, son también los años de una amistad. Nadie que no sea un lector atento olvidará la foto de la solapa de las infinitas ediciones que Sudamericana hizo de su obra. ¿Quién no reconocerá casi como un emblema esa en la que el cigarrillo cuelga del labio, casi con desdén, o con cierto dejo canchero, como un actor de cine? El testimonio particular de Facio se repetirá: “¿No tengo algo de Humphrey Bogart?”, cuenta que le preguntó a la fotógrafa. Esa se ha convertido en su foto oficial. Y después, ese rostro de eterno niño mutará por la imagen que mantendrá hasta su muerte: la barba y los anteojos que lo convirtieron en su sello revolucionario, y hoy en un redivivo hipster. El ojo atento y certero de una de las mejores retratistas argentinas nos ha legado una galería infinita de un escritor presto para la pose.  
En la muestra Los otros cielos Sara Facio tiene un espacio particular, apartado, donde a la galería más reconocida se le suman otras fotografías que permanecían inéditas.