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Más allá de la frontera

Fundada en 1936 por el joven poeta ­—y millonario— James Laughlin por recomendación de Ezra Pound, la estadounidense New Directions es una de las editoriales más prestigiosas del mundo. En su paso por Buenos Aires, PERFIL dialogó en exclusiva con los responsables del sello, quienes definen qué autor extranjero ingresa al mercado de aquel país del norte.

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Fundada en 1936 por el joven poeta ­—y millonario— James Laughlin por recomendación de Ezra Pound, la estadounidense New Directions es una de las editoriales más prestigiosas del mundo. En su paso por Buenos Aires, PERFIL dialogó en exclusiva con los responsables del sello, quienes definen qué autor extranjero ingresa al mercado de aquel país del norte. | get

James Laughlin fue un joven millonario que, con pretensiones artísticas, fundó en 1936, por recomendación de Ezra Pound, New Directions, una editorial que con el paso del tiempo se convirtió en conspicua y referente, fundamentalmente por haber publicado a los grandes poetas del siglo XX, a los mejores narradores traducidos, y ahora a los escritores que proponen una veta experimental. Pese a que es una editorial consolidada, con un backlist exquisito, su gestión es absolutamente independiente, con un staff de menos de diez personas. En su breve visita a Buenos Aires, Perfil dialogó con Laurie Callahan, vicepresidenta ejecutiva del sello, y con Christopher Wait, editor de permisos.


“Queremos que los jóvenes lean, queremos que sea significante lo que publicamos.”


Desde que falleció su fundador, en 1997, todos los libros de New Directions tienen en el reverso de la portada una inscripción que le rinde homenaje: “Los libros de New Directions son publicados para James Laughlin por la compañía New Directions”. Cuando Laurie Callahan se incorporó al staff, en 1971, el sello ya contaba con un prestigio superlativo: había publicado grandes poetas como Ezra Pound y William Carlos Williams; había reeditado “El crack up”, de Francis Scott Fitzgerald, y había puesto en circulación, por primera vez en Estados Unidos, traducciones de libros  de Borges y Nabokov, por citar sólo algunos casos de su hall of fame. Laurie recapitula el perfil de quien fue su jefe y mentor:

“El señor Laughlin fue una persona magnífica, era muy, muy alto. Fue uno de los más amables que conocí. Provenía de Pittsburgh, de la compañía de acero Jones and Laughlin. Su familia era muy rica, tenía su propio tren. Tuvo una excelente educación secundaria y después fue a Harvard. Estuvo en contacto primero con Gertrude Stein, a los 19, a quien ayudó con algunas notas de prensa, pero mayormente lo que hacía era manejar su viejo Ford T, en el que llevaba dos perritas chiquitas. Las perras eran vagas y siempre querían mear, así que paraba a cada rato, las apoyaba en el piso y así empezaba de nuevo. Gertrude le dijo que tenía un amigo en Italia, que le gustaría que conociera. Así se encontró con Ezra Pound, que, más allá del ambiente de los poetas, aún no era conocido. Laughlin aprendió en lo que se conocía como la “Ezuversity”. El quería ser poeta pero Ezra le dijo que su poesía realmente no era buena pero que al tener tanto dinero podría hacer algo útil publicándolos. Fue un buen consejo (risas).”

—Los primeros libros que Laughlin publicó fueron antologías de poesía, las New Directions in Prose and Poetry, cuyo primer número, fechado en 1937, incluía además de Stein y Pound, a William Carlos Williams, T.S. Eliot, y E.E. Cummings.

LC: El mismo los llevaba a las librerías, que mayormente estaban atendidas por mujeres ancianas que adoraban su atractivo y le compraban lo que fuera, sin importarle qué tuviera. Luego se mudó a Nueva York, tuvo su oficina en Village y después se instaló en Chelsea, donde está hoy ubicada la editorial. Después de la guerra, él trabajó para Naciones Unidas. Su idea fue apropiarse de la literatura de nuestros enemigos, para entenderlos y no tener miedo. Así publicamos a Mishima, a Hesse, más como un mensaje político que como una vanguardia. El señor Laughlin había escuchado hablar de Tennessee Williams pero no lo conocía. En una fiesta, lo encontró en un rincón solo, y se presentaron. “Soy poeta”, dijo T.W. “Yo soy poeta también y publico poesía, ¿por qué no me mandás algo? Así fue como publicamos a Tennessee. Tener un autor como él, que vende mucho, nos permite publicar autores nuevos. Nuestra esperanza es que la gente que publica ahora sea también leída en el futuro. Quizás el libro que publicamos no te gusta, pero queremos que te quedes con algo significante.


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—Cuando James Laughlin, ya de grande, no podía ir a la oficina, le enviaba a su equipo pequeñas notas, adorables, felicitándolos y pidiéndole más libros para leer. Siempre pensaba en ahorrar lo máximo posible pensando en el futuro. En su testamento, dejó su herencia económica para que la editorial pudiera seguir funcionando. La principal cláusula era que, en plena concentración editorial, el sello no debía venderse bajo ningún punto de vista.

LC: Tenemos la reserva de dinero para poder mantener los derechos. Normalmente si está publicado con nosotros, está para siempre. Los grandes pueden destruir el libro si no ganan el dinero suficiente, nosotros no. Queremos que los jóvenes lean, queremos que sea significante lo que publicamos. En los últimos años vemos que hay jóvenes que quieren leer cada palabra, que han leído un montón, ¡mucho más que nosotros! Lo que dicen que los jóvenes son indiferentes, que no leen, es mentira. Pero son los hijos de mi generación, tienen formación. Hay grupos que todavía no tienen acceso. Mirá el presidente que tenemos, lo mismo pasa en España o en Inglaterra, un desastre. En los Estados Unidos donde yo crecí había pobreza, sí, pero todos tenían accesibilidad. Podías ir a la biblioteca y leer. A los profesores se les pagaba más, valían más y se los respetaba más. Estoy muy triste.

—También hay un legado simbólico, no menos importante, que implica estar a la altura en la composición del catálogo. Implicó un riesgo, pero también un desafío.

LC: Antes de que el señor Laughlin muriese, Barbara Epler se incorporó a la editorial. Empezó como todos, atendiendo el teléfono. Ella venía de Harvard y creía que era fácil, pero le hicimos hacer una prueba de tipeo. Era muy divertido. Griselda, la presidenta de aquel entonces, y yo la dejamos en una habitación tipeando y cada tanto se escuchaban los silencios y los errores. Griselda me decía, “bueno, es suficiente”, y yo le decía que no, que dejemos que sufra un poco, porque era de Harvard. Hace poco encontramos un contrato que ella había tipeado y es un desastre (risas). Ella es muy inteligente. De a poco empezamos a publicar los libros que ella sugería. Ella defendía lo que le gustaba, en ese sentido era muy parecida a Laughlin y él lo notó.

—Las connotaciones sobre lo que implica ser una editorial independiente, en Estados Unidos, no varían mucho de lo que se entiende por nuestras geografías: la completa independencia en la elección de aquello que se publica. New Directions trata de mantenerse con un promedio de treinta novedades al año, aunque en 2016 publicaron cincuenta y cinco. Son distribuidos por una compañía importante, W.W. Norton, que no tiene injerencia en las decisiones editoriales.

LC: Somos un grupo de gente con mucha experiencia y hay jóvenes talentosos, como Chris, que se incorporaron hace poco. Yo estoy siempre peleando por no pensar en las ganancias, pero como vicepresidente estoy a cargo de las finanzas, de los stocks, de todo. Por tema de costos, algunos libros se imprimen en China. Tal vez algunos libros no vendan ni veinte ejemplares por año, y en otros casos imprimimos constantemente, pero lo importante es que estamos contentos con lo que publicamos. Nuestras decisiones suelen ser difíciles.

CW: En teoría, cuantos más libros se publican, más plata tenés para tomar riesgos. Pero no podés seguir acumulando la cantidad de libros con el mismo equipo.

LC: Es gracioso. Una de las razones por las que publicamos más autores de Asia, Europa y Latinoamérica nuevos es porque en Estados Unidos reclaman adelantos altísimos (de 40 mil a 500 mil dólares) y nosotros no tenemos mucho dinero. Por el renombre que tenemos, no tenemos tanto dinero para pagar esos adelantos. Muchas veces trabajamos con fantásticos diseñadores que aman ND, así que trabajan por poco dinero, por ejemplo, Rodrigo Corral, que es un excelente tapista y trabajó con The Musical Brain, de Aira. También pasó con los libros de Sebald, que salió en una de las listas de las mejores tapas del año pasado. Peter Mendelsund, que también diseñó las de Pessoa, es estrella del mundo del diseño gráfico en este momento. Podría cobrar muchísimo más de lo que cobra.


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—De alguna manera, New Directions funciona como un mapa. En una entrevista de 1983, Laughlin contaba que accedía a los escritores foráneos por medio de una órbita de recomendaciones. El panorama sigue siendo el mismo, combina una suerte de boca en boca primigenia que pasa por el tamiz de los criterios curatoriales.

LC: Aquello que publicamos viene de una serie de recomendaciones de personas que admiramos y entendemos de alrededor del mundo, agentes, amigos, críticos que nos dicen esto es bueno. Creo que es la mejor forma de acceder a los autores. Solemos empezar por ahí y luego nos dejamos llevar por lo que realmente nos gusta, o aquello que sintamos que alimente el catálogo.

CW: A veces es un poco difícil separar las decisiones con la reputación profesional, como cuando un agente envía que un libro con diez páginas de recomendaciones del estilo “éste es el mejor libro publicado en el siglo XXI es como si Bolaño, Sebald y Aira tuvieran un hijo”. Si lo tomás literalmente, pierde tu perspectiva, tu sentido del gusto. 

—En el mismo reportaje, Laughlin decía que América Latina, después de Europa, era el territorio de mayor concentración de escritores para traducir. New Directions fue la encargada de posicionar a Roberto Bolaño en el mercado estadounidense. Hasta ahora, ha publicado dieciséis libros del autor de Blanes, pero no tiene en su haber sus dos libros más reconocidos, “Los detectives salvajes” y “2666”.

LC: Somos los fans originales de Bolaño. Random House publicó los dos libros más grandes, eso fue porque la viuda estaba representada por Andrew Wylie. Leí varios artículos que hablaban de ella, pero también hay dos miradas: ella tiene una familia, hijos, y Bolaño fue su marido. Nosotros podemos hacer el dinero que Random House puede hacer, no tenemos su máquina publicitaria, no tenemos el dinero para inundar de afiches la ciudad y eso es lo que hicieron con 2666 y Los detectives salvajes. Pero los libros que tenemos en la editorial son excelentes, creo que los hizo por la escritura misma y no para hacer dinero. Aunque creo que nada es mejor que 2666, es una novela increíble. Los universitarios aman nuestros libros de Bolaño, son más baratos, más pequeños. Creo que Estrella distante es el más vendido.

CW: Mi favorito es Nocturno de Chile, lo leí cuando vivía en Buenos Aires, en el barrio de Once.

Al igual que Bolaño, César Aira es admirado por Patti Smith y tiene fans de entre 18 y 30 años, que son sus fanáticos. Recientemente apareció Ema la cautiva, el libro número catorce en traducción. De nuestro país, el sello también ha publicado a Borges, Bioy, a Pizarnik, y está por publicar Las clases, de Cortázar, que también es una apuesta para el público universitario, como sucedió en algún momento con Borges profesor. “Son espectaculares para enseñarte cuestiones de lenguaje, ideas, nuevos caminos de estilo, son sorprendentes porque te dan algo nuevo”, dice Chris.


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—Es conocida la estadística de que sólo un 3% de los libros publicados en Estados Unidos son traducciones. Ese porcentaje comprende manuales, libros de historia y, con suerte, una tercera parte de eso que son libros de ficción y poesía.

CW: Ahora está cambiando un poco la perspectiva, si pensás que el Man Booker fue La vegetariana, de Han Kang, que es un libro que viene de una traducción. Además, los traductores están teniendo otro estatus, antes cobraban 50 dólares, sin créditos, sin copyright. Ahora hay una suerte de despertar de los traductores.

LC: Recién ahora se puede pensar que no es importante leer el original, que se puede leer la traducción, pero mi generación era muy rigurosa y conservadora: si no podía leer del original, directamente no lo hacía. Cuando empecé en ND, tuve un encuentro sobre traducciones, creo que en Random House, y fui, y su consejo fue: “Cualquier cosa que hagas, no hagas que el público estadounidense sepa que es una traducción”. No había que poner el nombre del traductor en la tapa, quizás aparecía chiquitito en la página de copyright. Eso fue hace muchos años, cuando nadie sabía si el libro era traducido o no.

—La página web de New Directions, al inicio, tiene un Gif de Rodolfo González Alcántara, campeón del Festival de Malambo en Laborde, Córdoba en 2012, protagonista del libro “Una historia sencilla”, de Leila Guerriero. El zapateo linkea la portada de “A simple story”, traducido por Frances Riddle, una joven traductora texana que reside en Buenos Aires. Los editores, que conocieron el libro a través del sistema de recomendaciones (ver recuadro), apostaron a su edición, en un país donde la tradición de los non fiction es riquísima. Se entusiasmaron tanto, que le pidieron a Leila visitar Laborde durante el festival. En la experiencia que transmite Chris, está la mirada atenta de un joven que, como James Laughlin hace ochenta años, considera que la literatura, como reina de las artes, es pura forma y percepción.

—Creo que lo más interesante fue haber visto cosas en que persona que ya habíamos leído. Mientras observaba a los bailarines en el escenario, recordé pasajes descriptivos del libro, especialmente metáforas específicas. Cuando estuvimos entre bambalinas, tuve la sensación de que había estado allí antes. Ese sentimiento, por supuesto, era algo ilusorio –lo que veía en la vida coloreaba y cambiaba mis recuerdos de las imágenes que creaba al leer el libro–, pero realmente llevó a casa cómo la literatura puede representar la realidad de una manera más honesta y verdadera que una fotografía, o lo que pensamos como periodismo hoy. Al final, fueron los aspectos novelísticos y no periodísticos de A simple story lo que hizo que fuesen fieles a lo que sucedía, y fue increíble confirmar esto simplemente yendo y experimentando todo yo mismo.