CULTURA
entrevista a martin caparros

Por una literatura nacional

Martín Caparrós llegó a Buenos Aires para presentar “Echeverría”, la narración novelada de un personaje único en la historia literaria nacional, que le permite al periodista ejercer su prístina vocación: la historia.

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Temporalidades. Caparrós –historiador de formación– y su novela histórica. | Nestor Grassi
Resulta difícil imaginar un mejor comienzo para la carrera de un periodista. Casi como si fuera una marca del destino o el inicio de una biopic que muestra el origen de una de esas vidas interesantes que tanto le gustan a Hollywood. Martín Caparrós es un joven que fantasea con volverse fotógrafo y entra a la redacción del diario Noticias. Corre el año 1974. Su puesto está en la sección de policiales e interés general. Integra un equipo de cuatro periodistas que son comandados, así es, por el gran Rodolfo Walsh. Durante diez meses trabajan juntos. Ahora, muchos años después, cuando Martín Caparrós ya es una de las voces periodísticas y narrativas más reconocibles de habla hispana, recuerda esa época y no puede evitar su afán desmitificador: “Yo aprendí más de Walsh leyéndolo que trabajando con él”. Después aclara: “Pero me dejó una nimiedad muy importante y que a veces se olvida en el periodismo: saber de lo que se habla sirve, vale la pena. Eso lo saqué con él.”

En estos últimos tres años, Martín Caparrós, a punto de cumplir 60 años, aceleró su motor y produjo como quien parece aprovechar todo el tiempo que tiene por delante. Ya sea en éste u otros países, Caparrós vive en función de la escritura. Publicó una crónica desoladora, El hambre (Planeta, 2014); una autobiografía profesional, Lacrónica (Planeta, 2015); y ahora una suerte de novela histórica, Echeverría (Anagrama, 2016). Recién llegado de España cuenta: “Me interesó que Echeverría había vivido en París la misma época de su vida que yo. Luego volvió a la Argentina y se atribuyó una extrañísima misión: la de inventar una literatura nacional. La idea de inventar una literatura es de una omnipotencia extraordinaria. Pero marcó un camino que luego seguirían muchos: la gauchesca, el paisaje sobrecogedor, la pampa, las montañas, los indios. También me interesó mucho su participación política: cuando creó la Asociación de Mayo y lideró ese grupo que trató de oponerse al rosismo y terminaron todos mal”.

Como pieza de revisión histórica, Echevería es un libro que no le rinde pleitesía a la simplicidad que implica contar una vida extraordinaria y a la vez consigue volver ese material una obra de peso literario áspero donde el ritmo, la sintaxis y la musicalidad estructuran el devenir de un momento del país en el que todo estaba por hacerse. “Una buena literatura se hace donde las distinciones genéricas se pierden, se confunden. Me interesa trabajar en esos espacios sin esperanzas de hacer buena literatura. En este caso, un poco la pelea era contra un género tan naturalizado como el de la novela histórica. Que sería escribir supuestos best sellers situados en algún otro momento. No quería eso. Quería escribir sobre la prosa de Echeverría y cómo es eso de reinventar un pasado: qué hace, para qué sirve”.

Con una licenciatura en historia en La Sorbona de París, Caparrós busca en Echeverría la posibilidad de indagar un territorio temporal: “Me interesa mucho pensar el pasado y también el presente en términos históricos. Para eso hay que dedicar ciertos esfuerzos a pensar la historia. Yo tengo formación de historiador y pensar las cosas en términos históricos te permite pensarlas dentro de una sucesión en vez de pensar todo como una foto. Pensamos nuestra época y nos imaginamos que es pasajera pero en realidad forman algo transitorio. Intento ser desmitificador, repensar las cuestiones, no dar por miradas las cosas”.

En ese sentido, el ejercicio del periodismo para Caparrós es una zona de trabajo que parece ser más reconocida que su ficción, aunque eso no le importe en absoluto y recuerde que antes de escribir su primera crónica “ya había publicado cuatro libros”. Como sea, dejó de escribir para medios argentinos desde 2011 cuando le prohibieron una columna en Newsweek, perteneciente al Grupo Veintitrés de Sergio Szpolski, donde se mostraba muy crítico con el kirchnerismo. Después de eso sintió que en el país se vivía hablando de lo mismo desde hacía mucho tiempo y decidió que “quería ver el mundo desde otro lugar. Porque el mundo es un lugar muy interesante y variado”. Ahora escribe para el New York Times. Y desde España, donde vive en la actualidad, sigue la realidad nacional y da su visión: “El PRO trajo alivio en bastante gente como para ganar las elecciones. Esas sensaciones sobreviven dificultosamente ahora. Lo que se ha visto estos meses es una sucesión de errores sorprendentes: en la Suprema Corte, el tema de las tarifas, inversiones que no llegan, el anuncio de la soberanía con Inglaterra, etc. Eso es lo que más impresionado me tiene. Pero en el resto del mundo ha habido, para prestar atención a la situación global, esta clase de cosas extraordinarias en los últimos meses. Las políticas mundiales se están mostrando como un espacio dominado por gente poco inteligente, que se equivoca. Lo que las hace inteligencias peligrosas. El PRO participa de esa tendencia con mérito propio. De todas maneras necesito un poco más de recorrido para ver qué van a producir. Pero da la sensación de que no van a producir gran cosa”.

En mayo del 2017 –cuando cumpla 60 años–, Anagrama reeditará la que Caparrós considera su mejor obra y que tiene más de mil páginas: La historia, publicada por primera vez en 1999. Tanto es así que cree que todo lo que escribió después “son apenas notas al pie de ese libro”.