CULTURA
muestra en macba

Presencias de otra dimensión

En el marco del ciclo Focalizaciones, que exhibe la producción de fotógrafas y artistas audiovisuales, Macba presenta la exhibición titulada “Fantasma”. Con curaduría de Teresa Riccardi, Leticia Obeid expone sus trabajos más recientes haciendo uso de la escritura, la lectura y el melodrama; un homenaje imperdible al cine y la literatura. Hasta el 2 de octubre.

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Darse cuenta de que la palabra fantasma y fantasía tienen la misma raíz es un golpe de suerte. Una gema preciosa del lenguaje que aúna bajo el mismo origen, el verbo griego phaino, “mostrar”, “revelar”, “aparecer”, a dos términos que luego fueron desviando sus caminos en las diferentes lenguas. Así es que, cuando la fantasía es la que produce los fantasmas y ellos son “lo revelado”, “lo presentado”, al contrario del sentido espectral y muchas veces invisible que tenemos sobre ellos, una iluminación se esparce sobre la muestra de Leticia Obeid que lleva ese nombre. Fantasma, curada por Teresa Riccardi, convoca a toda una tradición que ha pensado la idea entre la producción de imágenes, la creación y el conocimiento.

La selección de un conjunto de videos y fotografías puede referir a una distinción muy clásica entre la fantasía, la productora de fantasmas que aquí deben ser entendidos como imágenes, aunque como se ve en castellano y también en latín ya tienen otra palabra imago, y el entendimiento. Está en Aristóteles que así la define en De Anima: “la fantasía es diferente no sólo de la sensación sino también del entendimiento. Ella, sin embargo, no surge sin la sensación ni sin ella se da la ciencia”. Opuestos y diversos, según el filósofo, el entendimiento o la razón genera conceptos y los combina en juicios; la fantasía, en cambio, sólo produce imágenes, phantásmatas. “Esta afección (la fantasía), en efecto, está en nuestro poder cuando queremos, pues es posible hacer aparecer una cosa ante los ojos, como hacen los que las disponen según la mnemotecnia y se trazan imágenes de ellas. Pero la opinión no está en nuestro poder, pues es necesario que sea falsa o verdadera”. Por lo tanto, para la fantasía y la producción de imágenes, la libertad, mientras que el conocimiento intelectual exige el condicionamiento de la realidad.

El placer de mirar por encima del hombro o de costado, casi bizca, lo que leen los otros. Intentar ver la tapa, cuando lo cierran y lo meten en la mochila o la cartera. Adivinar en las letras pequeñas alguna palabra que me dé indicio de qué se trata. Esa curiosidad invasora aparece en algún transporte público y sobrepasa los límites del estiramiento o la modificación de la postura o el decoro. Nunca me animé a pregunta directa. Las fotos de Leticia Obeid son pequeños huecos por donde espiar la lectura. Páginas recortadas por el cuadro de la imagen fotográfica. Hojas que se ofrecen como un manjar para pispear a quién lee y cómo lee. También, las fotos son de libros anotados, saturados de pegatinas de colores con una letra grande, bonita, clara que indica cosas. La marginalia de una lectora, ya que todo el tiempo estamos desafiando a la prudente recomendación de no confundir autor con narrador. En este caso, ¿sería lo mismo? ¿Artista con protagonista? Son las lecturas que Leticia Obeid construye en una biblioteca que fotografía y que, desde ese momento, le pertenece.

Las imágenes del video tienen fantasmas. En esa duplicación del sentido, en la puesta en abismo de la expresión, se produce el humor y lo emotivo. Desplazadas las figuras, borrosas parecen un poco lejanas. No sólo en el tiempo, las películas en blanco y negro, sino en el espacio de la representación. Tanto en las fotos como en el video hay un dislocamiento. Un fuera de foco que apela al espectador para que ajuste el ojo. Para que entrecierre los párpados, haga un poco de esfuerzo y se deje llevar a un mundo de fantasía.


Fantasma
Leticia Obeid
Hasta el 2 de octubre
Macba. Av. San Juan 328, CABA