CULTURA
Chaco

Foro Internacional de Lectura: un espacio de resistencia, en Resistencia

Con el Plan Nacional de Lectura desmantelado, se realizó una nueva edición del tradicional Foro que tiene por objetivo promover la lectura entre chicos y jóvenes.

 Foro de Lectura Chaco 27082019
Mempo Giardinelli durante la apertura del Foro Internacional de Lectura de Chaco. | Cedoc Perfil

En la ciudad de Resistencia se producen dos eventos culturales cuya magnitud no parece estar adecuadamente dimensionada por los argentinos. Uno es la Bienal de escultura, que se realiza en el parque 2 de febrero, junto al río Negro. Allí, durante una semana, se reúnen varios de los escultores más reconocidos del mundo y trabajan su obra en un cuadrilátero ubicado cerca del Domo del Centenario, a la vista de un público de todas las edades, en gran parte gente del pueblo que parece avezada en el arte de la interpretación.

El otro evento, que finalizó hace algunos días, es el Foro Internacional de Lectura, que organiza la Fundación Mempo Giardinelli desde hace más de dos décadas, con un objetivo que cada año se vuelve más urgente: promover la lectura, principalmente entre los chicos y jóvenes, razón por la cual muchas de las actividades están pensadas para quienes, en lo cotidiano, tienen a cargo la heroica tarea de producir ese milagro: bibliotecarios y docentes, sobre todo, que llegan desde varios puntos del país para participar en alguna de las conferencias o talleres, o para escuchar a escritores e intelectuales que, por cierto, también llegan desde distintos puntos del país y del planeta.

¿Quién decide qué y cómo leer en la escuela?

Entre los convocados este año, y por mencionar sólo algunos, estuvo el mexicano Jorge Volpi —ganador del premio Alfaguara 2018—, el escritor paraguayo Sebastián Ocampos, el filósofo español Jorge Larrosa, la narradora peruana Julia Wong, el poeta y editor venezolano Enrique Hernández D'jesús, y los argentinos Luisa Valenzuela, Eugenia Almeida, Márgara Averbach, Delia Lerner, César Sodero y Hernán Casciari, quien cerró el foro el viernes a la noche con su clásico show de stand-up comedy: volvió a contar lo de su infarto, lo del éxito de su blog, ante un auditorio numeroso —mil personas, más o menos—; aunque, como señaló Mempo Giardinelli en su discurso de apertura, no lo fue tanto como en otros años, en gran parte debido a los costos de traslados y alojamiento que, para la mayor parte de los maestros o profesores, se volvieron inalcanzables.

En cuanto a los tópicos que se debatieron en las distintas mesas, hubo de todo: se habló de las problemáticas de la traducción, de la llamada “literatura infantil y juvenil”, de los distintos modos en que puede abordarse la literatura en la escuela, o de las políticas culturales en relación a la industria del libro, tema del que dialogaron Giardinelli y Leandro de Sagastizábal, actual presidente de la CONABIP, quienes plantearon la necesidad de que vuelva a poner en marcha el Plan Nacional de Lectura, hoy reducido a una oficina fantasmal en el Palacio Pizzurno.

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Pero más allá de todo esto, a lo que podríamos sumar las tertulias literarias que cerraron cada jornada, también sucedieron otras cosas interesantes por fuera del predio. Una de ellas, y tal vez la más importante, fueron las visitas de los escritores allí donde más se los precisa: en las escuelas, y también en varios institutos de formación docente. Porque, como escribió alguna vez Guillermo Saccomanno en un artículo, los debates en el Malba o en las librerías de Palermo pueden esperar. Los alumnos y las alumnas, en cambio, no. Por eso la forma de compromiso más urgente que esta época le reclama a los escritores no es tanto ésa que se puede enunciar cómodamente en Twitter o en Facebook, redes en las que impera siempre el ethos personal, sino esa otra que implica poner el cuerpo en ese espacio en general caótico, tenso, difícil, extenuante, donde se define casi todo, o más bien todo: el aula.