DEPORTES
ilusion pasada por agua

Crónica de una lluvia anunciada

La final del siglo pareció transformarse en el final del mundo. Hubo silbidos cuando se suspendió el partido.

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Charco de agua. Si bien el sistema de drenaje de la Bombonera mejoró en los últimos años, no toleró la intensidad de la lluvia. | Obregon

Era la final del siglo, pero estuvo cerca de ser el diluvio del siglo. La intensa lluvia que cayó desde la madrugada en Buenos Aires obligó a suspender hoy el superclásico entre Boca Juniors y River Plate por la final de la Copa Libertadores de fútbol.

Desde temprano, llegar a la Bombonera se convirtió en una odisea: calles anegadas, accesos obstruidos y chaparrones intensos dificultaban el arribo de los hinchas, que a esta altura estaban pendientes de las noticias que pudieran llegar por las radios o las redes sociales.

Hacia las 14, tres horas antes del horario estipulado, la cancha amagó con mejorar, ya que la lluvia había parado y el césped estaba drenando bien. Sin embargo, otro intenso chaparrón acabó con las ilusiones de ver fútbol. Los charcos y los espejos de agua volvieron a tapar el césped.

Tobar. A las 15:13, a casi dos horas del inicio del encuentro, una silbatina atronó la Bombonera, todavía a lejos del lleno esperado. El receptor de los silbidos era el árbitro chileno Roberto Tobar, que salió al terreno con sus colaboradores para corroborar el estado del campo.

Pasado los gritos iniciales, los hinchas se ilusionan con el juego. “La Boca es alegría, la Boca es carnaval, vamos a dar la vuelta, en el Monumental”, cantan desaforados los entusiastas hinchas de Boca que desafiaron al temporal.

Nunca en la B... “Y ya lo ve, y ya lo ve, el que no salta, se fue a la B”, surge espontáneo desde la segunda bandeja del estadio, en alusión al descenso que sufrió River hace siete años. La expectativa es total.

En esos momentos, uno de los árbitros asistentes hace picar el balón frente a una de las áreas, la más castigada por el agua. La pelota cae muerta, como si una bala le hubiese quitado todo el aire y no le permitiese botar.

“Uuuuhhhhhhh”, es el grito descorazonado de los hinchas, que ven peligrar el juego. Pero la reacción surge inmediata. “Esta lluvia de mierda no quiere parar, los de River, que no paran de llorar”, celebran bajo el agua.

La prueba de Tobar continúa. Se va hacia el centro del campo y patea la pelota, que rueda unos metros y dibuja una trayectoria que podría calificarse como normal. “Bieeeeeeen”, festejan los hinchas, como si se tratara de una gambeta de Pavón o un quite de Barrios en pleno superclásico. No hacía falta mucho ingenio para darse cuenta de que el partido no se iba a jugar, al menos en el horario estipulado. Pero mientras el árbitro todavía no había abandonado el campo, el presidente de Boca, Daniel Angelici, ya confirmaba la suspensión por televisión y anunciaba que el encuentro se reprogramaba para 24 horas más tarde.

Los silbidos acompañaron el anuncio, pero cambió de destinatario. “Sos cagón, sos cagón, River sos cagón”, cantan los hinchas. La final del siglo deberá esperar otras 24 horas. Si la lluvia lo permite, claro.

*DPA