A 20 mil kilómetros de Buenos Aires y a 6 mil de Moscú, los argentinos que viven en China vivieron el debut mundialista de la Selección con la misma intensidad que si estuvieran en casa o en Rusia. La embajada de Argentina en Beijing organizó un súper evento para ver el partido contra Islandia en el que hubo pantallas gigantes, camisetas albicelestes y, por supuesto, carne argentina, choripanes, vino malbec, cerveza y fernet. Cien argentinos residentes en China y cien chinos fanáticos de Lionel Messi, unos cuantos de ellos pintados con los colores de Argentina, compartieron la previa y los noventa minutos de juego.
También estuvieron presentes el embajador argentino Diego Guelar y sus pares de Rusia e Islandia. Guelar intercambió camisetas con el representante islandés y brindaron con malbec argentino y vodka islandés. El evento contó con el auspicio de Tencent, la empresa propietaria de WeChat, la red social más grande y utilizada de China. Eso permitió que el encuentro también fuera transmitido por distintos canales de la compañía a decenas de millones de usuarios chinos.
Aunque China no clasificó al Mundial, muchos habitantes de China palpitan la Copa con un fanatismo sorprendente. Más de 40 mil chinos compraron entradas para Rusia, lo que ubica al país como el noveno que más tickets adquirió. Y se espera que se sumen otros 20 mil o 30 mil en en el transcurso del Mundial.
Para los que lo ven desde casa, este año los horarios contribuyen a la masificación. A diferencia de lo que ocurrió en Sudáfrica 2010 o Brasil 2014, cuando los chinos debían esperar hasta altas horas de la madrugada para ver los partidos, la diferencia horaria con Rusia es de sólo cinco horas.
Desde hace un par de años, el presidente Xi Jingping asumió la promoción del fútbol como una política de Estado. Consciente de que ese deporte es un elemento clave de la cultura occidental, el gobierno chino busca hacer pie en el mundo futbolero como parte de su estrategia para incrementar su presencia como potencia global.
Eso explica las millonarias sumas de dinero que gastan los clubes de la Súper Liga china para contratar a jugadores de primer nivel. Entre los argentinos que llegaron aquí, el último de ellos fue nada menos que Javier Mascherano, quien comparte equipo con Ezequiel Lavezzi en el Hebei China Fortune.
Por la misma razón, las escuelas primarias y secundarias incorporaron el fútbol como una materia central de la currícula deportiva, mientras las ligas universitarias ganan vuelo en términos de competitividad. Aunque, claro, dinero no se traduce automáticamente en calidad. El fútbol es cultura, y no basta con invertir millones para, por ejemplo, clasificar al Mundial.
Sea como sea, Lionel Messi es una de las figuras del deporte mundial más populares en China. Es frecuente verlo en publicidades televisivas, en videos en el subterráneo de Beijing o en carteles en las calles. Aunque sus fans están muy parejos con los de Cristiano Ronaldo.
“Te puedo asegurar que hay más chinos que argentinos fanáticos de Messi”, le comentó a PERFIL uno de los fans chinos que asistió al evento en la embajada. “Acá somos 1400 millones de personas. Supongamos que hay 1000 millones que no les interesa el fútbol, 200 millones que siguen a Messi y 200 millones que están con Cristiano. Bueno… eso ya es cinco veces más que toda la población de Argentina”.
(*) Desde Beijing.
