viernes 19 de abril del 2024

Grondona, un estilo que no se deja heredar

Se cumplen cuatro años de la muerte del histórico dirigente. Marcó una época y afianzó un modelo de conducción inalcanzable para los dirigentes actuales.

442

Una larga secuencia de acontecimientos siguió a la muerte de Julio Humberto Grondona, de la que hoy se cumplen cuatro años.

Esa crisis sucesoria, que todavía no está resuelta y registró episodios increíbles como la elección del 38-38, se llevó puesto un estilo. Así se explican los constantes avatares deportivos e institucionales. En la conducción, en la forma de relacionarse de las partes, en la comunicación. Lo que murió el 30 de julio de 2014 fue un estilo.

Hoy la AFA es una disputa ruidosa entre el adentro y el afuera. Hoy hay vida más allá de las puertas de la sede de Viamonte. Ese es, quizás, el hecho más relevante. La supervivencia y el espacio mediático para los opositores describe el cambio de época.

El síntoma principal de este viraje es el BocaRiverismo trasladado a las entrañas del poder. Una puja política que descartó el modelo unipersonal, cultor del puertas adentro y acuerdos sobre la marcha, que el grondonismo acató durante treinta y cinco años.

Ese descarte de una figura central no es una decisión, no es una postura, no hay ninguna intención de ajustar cuentas con el pasado. Es simplemente incapacidad de los herederos. Porque ni Luis Segura, ni Armando Pérez ni Claudio Tapia están a la altura de semejante corrupción.

La estatura política de Grondona es inalcanzable incluso para Daniel Angelici, el más poderoso de su ciclo póstumo. No se llega a Tony Soprano por fumar habano.

Angelici demostró en la última semana su natural tendencia a la torpeza: montó un negociado e instó a subvertir los reglamentos para ¡contratar un lateral izquierdo suplente! Un vicio inadmisible en la casta dirigencial que nació y murió con JHG.

El poder de Angelici estriba en su condición de cadete del  Ejecutivo. Fue ungido y tropieza en actos de involuntarios sincericidios cuando olvida su carácter de nombrado.

No hay desarrollo, no hay escuela, no hay estilo en ninguna de sus maniobras.