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Infelices vacaciones

El equipo de Zielinski perdio su tercer partido consecutivo. Fue 1-0 ante union, en santa fe. de la victoria ante independiente no quedo nada.

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Buena tela. Algozino intenta detener a Acuña. La Academia fue un mar de imprecisiones y Unión lo aprovechó. Pudo haber sido peor. | Telam
Racing sufre la maldición del diablo. Porque después de ganarle a Independiente en un clásico soñado, con una diferencia de tres goles que no gozaba desde 1968, no ganó más. Como si la magia se hubiera perdido para siempre aquella tarde en el Cilindro ante su clásico rival, el equipo de Ricardo Zielinski no paró de perder: primero contra Boca en la Bombonera, más tarde contra Olimpo en Avellaneda, y ahora, ayer en Santa Fe, frente a Unión. Fue 1 a 0. Merecido. Tal vez letal.
En un primer tiempo parejo y muy trabado, con los dos equipos estudiando al rival, las imprecisiones y la asfixiante presión hicieron que ninguno de los dos dominara la pelota con claridad. El juego se volvió ordinario y sin emociones. Recién a los 14 minutos Unión logró generar una clara chance con un cabezazo de Leonardo Sánchez que se estrelló en el palo izquierdo de Orion.
Los santafesinos eran superiores a un tibio Racing y fue así que a los 28 nuevamente estuvieron cerca de sacar ventaja con dos chances consecutivas sobre el arco de Orion, primero con un derechazo de Manuel De Iriondo que exigió al arquero visitante, y luego con un cabezazo de Federico Anselmo que besó el palo izquierdo. Y a los 42 minutos, cuando parecía que el primer tiempo terminaba en empate, una nueva llegada le permitió al local encontrar el gol, con una buena asistencia de Gamba para que apareciera en soledad el paraguayo Diego Godoy y definiera con justeza.
En el inicio del segundo tiempo y de la mano de sus delanteros, la Academia generó más aproximaciones que en todo el primer tiempo. En menos de 10 minutos, Gustavo Bou y Lisandro López tuvieron tres chances para igualar. Unión no reaccionaba, pero Racing no pudo sostener esa supremacía. En realidad, se trató de un espejismo: espasmos de juego, que tuvieron más que ver con la jerarquía de sus delanteros (como pasó siempre en este torneo) que con la articulación de una idea de juego. Racing es eso: talento individual, bloqueo grupal. No tiene un sentido colectivo.
Y eso, indefectiblemente, se nota en cada partido. Ayer, cuando Unión pudo salir del asedio, se dedicó a hacer correr la pelota y los minutos sin sufrir sobresaltos, incluso pese a sufrir la expulsión de Bruno Pittón a 8 minutos del final. De esta manera, cerró el año con una gran alegría ante su gente. Racing, en cambio, tendrá un verano para reflexionar. Porque el futuro –si todo sigue así, y encima se le van los jugadores que más juego aportan– es oscuro.