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La reconquista

Volvió a mostrar actitud, le ganó a Independiente y recuperó la punta momentáneamente. El volante Diego Rodríguez se rompió la tibia.

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El mundo del fútbol no permite hablar de suerte, de merecimientos ni de justicia. Los partidos se ganan o se pierden, y poco importa si el equipo que ganó hizo mucho por lograrlo o si el que perdió no mereció quedarse con las manos vacías. El San Lorenzo-Independiente de anoche se podría analizar desde esa óptica. Decir, por ejemplo, que en el primer tiempo el Ciclón llegó dos veces al arco de Diego Rodríguez y convirtió un gol, o que el Rojo tuvo cinco o seis situaciones claras y falló en la definición. Pero poco importa, claro. El equipo de Edgardo Bauza se quedó con los tres puntos y alcanzó a Central en la cima de la tabla. Y eso se celebra, no se cuestiona.

Desde el arranque, el clásico sumó vértigo. La primera fue para San Lorenzo: un pase al ras de Mercier, preciso, bochinesco, para la llegada de Emmanuel Mas por izquierda. El Ruso Rodríguez apenas tapó el mano a mano con el pie. Después, el Bajo Flores se manchó de Rojo. Federico Mancuello, el salvador, de regreso después de dos fechas, tuvo una, y otra, y otra. Sebastián Torrico se empezó a inquietar. Claudio Riaño tuvo dos. La cancha estaba definitivamente inclinada. Matías Pisano desperdició una más. Pero la pelota no entró. La falta de definición, se sabe, es la mayor falla del equipo de Almirón.

San Lorenzo aguantó como pudo. Néstor Ortigoza sufrió a los volantes que se pasearon por su espalda, Juan Mercier estaba rodeado por Mancuello y Albertengo. Todo fue cuestión de sostener a Torrico con los cuatro del fondo. Y esperar. Alguna oportunidad tenía que tener. A dos minutos de que terminara la primera etapa, Mercier se zambulló para ganarle una pelota dividida a Jesús Méndez. La recibió Héctor Villalba al borde del área, se filtró entre Tagliafico, Cuesta y Tula, y liquidó al arquero del Rojo. El Ciclón cerró con un gol un primer tiempo que había padecido. ¿Se puede hablar, acaso, de injusticia o de merecimiento? Que San Lorenzo haya tenido dos oportunidades y convertido una, también es meritorio.

La segunda etapa bajó en vértigo y en ocasiones de gol. San Lorenzo intentó defender el uno a cero con la pelota. No regaló la iniciativa, como había hecho al principio. En Independiente, Almirón quemó las naves: Pizzini entró por Pisano, Benítez por Méndez. El técnico, cuestionado aun cuando el equipo intenta cierto juego prolijo, volvió a Avellaneda con las manos vacías. El Ciclón se quedó con el clásico y con los tres puntos que lo volvieron a ubicar en la cima de la tabla, junto con Central. Por lo menos hasta que hoy juegue Boca. Y eso, en el mundo del fútbol, no se discute.