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Lewis Hamilton se quedó con una delirante apertura de temporada de Fórmula Uno en Australia

Sólo siete pilotos llegaron a la meta. Hubo de todo: toques, autos rotos y varias sorpresas. Hubo pocos corredores consagrados entre los finalistas. Galería de fotos.

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| AFP

El inglés Lewis Hamilton abrió hoy con autoridad la temporada 2008 de la Fórmula 1 al ganar un enloquecido Gran Premio de Australia en el que sólo siete pilotos llegaron a la meta.

El alemán Nick Heidfeld (BMW-Sauber) fue segundo, seguido de su compatriota Nico Rosberg (Williams). Cuarto, en un inesperado resultado, fue el español Fernando Alonso, que exprimió al máximo su Renault.

Melbourne fue una locura del principio al fin. Un toque entre varios coches, provocado por el Renault del brasileño "Nelsinho" Piquet hizo entrar en acción al "safety car" segundos después de la largada. El brasileño Felipe Massa debió entrar al box de Ferrari a cambiar el alerón y los neumáticos tras tocar el McLaren de Heiki Kovalainen.

Los primeros instantes de la temporada eran trepidantes, porque tras la cuarta vuelta cinco pilotos estaban ya fuera de combate: Sebastian Vettel, Giancarlo Fisichella, Jenson Button, Mark Webber y Anthony Davidson. En el noveno giro abandonó también Sutil, con lo que el flamante equipo "Force India" se quedaba sin pilotos tras apenas unos minutos de carrera.

En la misma largada Hamilton defendió con solidez su primera posición ante el acoso de Kubica, y vuelta a vuelta fue ampliando distancias hasta lograr una diferencia de ocho segundos en la décima. La emoción estaba en el acoso del campeón, el finlandés Kimi Raikkonen, al brasileño Rubens Barrichello. El "iceman" finlandés, que había largado desde la décimo quinta posición, pasó enseguida a la octava, y luego a la séptima.

Barrichello, sexto, debió apelar a toda su experiencia para controlar las embestidas, pero en la vuelta 19 ya no pudo resistir y fue superado. Ya con una ventaja de 9,2 segundos, Hamilton hizo en la vuelta 17 su primer ingreso a boxes, un giro más tarde que Kubica. En la vuelta 21 abandonó el italiano Jarno Trulli, séptimo piloto fuera de competencia. En la 25 entró nuevamente en acción el "safety car" tras una embestida del escocés David Coulthard a Massa en una curva.

El auto del británico quedó destrozado, en un incidente que de paso complicaba a Alonso y Raikkonen, sexto y tercero, respectivamente. Al estar neutralizada la carrera, no era posible cargar combustible. Aquel que entrara a repostar sería penalizado. De los seis primeros sólo el español y el finlandés no habían aún ingresado a boxes.

"Ahorra combustible", le ordenaron a Alonso por radio desde su equipo. Dos vueltas más tarde el "pit lane", la calle de boxes, volvía a estar abierto. Ajeno a los roces y al sufrimiento a sus espaldas, Hamilton seguía volando en el circuito de Albert Park, y promediando la carrera su escolta era Kovalainen: sonrisas para MacLaren-Mercedes.

Raikkonen intentó adelantar a su compatriota, pero terminó fuera de pista. Regresó, pero décimo, muy retrasado. Más sonrisas en McLaren y tercer puesto para Heidfeld.

Lloró Brasil. El motor del Ferrari de Massa dijo basta, y Piquet se bajó de su Renault ante idéntica situación. Enseguida claudicó el japonés Takuma Sato. Ya eran 11 los pilotos fuera de carrera en la ardiente tarde de Melbourne, con 38 grados de temperatura ambiente: nada menos que la mitad de los que largaron.

El francés Sebastien Bourdais, sexto, cumplía una gran carrera debut en su Toro Rosso, mientras Alonso comprobaba ya en el primer Gran Premio de la temporada los límites técnicos de su Renault: pese a sus intentos, no contaba con potencia suficiente para superar al BMW-Sauber de Kubica.

En su feroz búsqueda de las posiciones de vanguardia Raikkonen se salió de pista e hizo un trompo. Segundos después brllaban en pista otra vez los reflejos plateados del "safety car" ante un espectacular accidente del alemán Timo Glock, que se salió de pista y literalmente voló al "morder" un promontorio de césped.

Coche destrozado y duodécimo abandono. Más drama: un mecánico megullado en el box de Honda ante una apresurada salida de Barrichello tras cargar combustible. Nakajima y Kubica se tocaron, y el polaco debió abandonar. Quedaban sólo nueve pilotos en pista cuando Alonso se hizo notar: superó de una tacada a Kovalainen y Raikkonnen y, de repente, se encontró quinto a nueve vueltas del final. Por delante, a 1,3 segundos, el debutante Bourdais.

Desazón en Italia: el Ferrari de Raikkonen dijo "basta", y el campeón mundial abandonó cuando restaban cuatro giros. Y humo largó el Toro Rosso de Bourdais, para instalar al Renault de Alonso en un impensable cuarto puesto. Restaba una vuelta cuando Kovalainen superaba al español, pero instantes más tarde, en uno más de los muchos instantes sorprendentes de la carrera, el finlandés se dejó superar en la recta de la penúltima vuelta, confirmando el día de locura que vivió Melbourne.