DEPORTES
No peleaba en el pais desde 2002

Once años, otro hombre: con apodo justificado, famoso y bien campeón

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Dicen que la experiencia es un bien invaluable, y que si se la utiliza como rueda de auxilio, generalmente genera dividendos. Y Sergio Gabriel Martínez recurrió a eso para sobreponerse cuando la gran mirada lo esquivaba y nadie, en definitiva, le prestaba atención.

Hace tres años a Maravilla no lo conocía nadie, salvo aquellos expertos que frecuentan el noble arte. A los 35 años, los suficientes como para mirar peleas por televisión con pantuflas y no estar arriba de ring, pululaba como gitano por los rings de Europa sin aceptación en la meca del boxeo mundial. No se trataba de un fracasado, pero era uno más de los incapaces de conmover a los dueños del negocio y a un público de paladar negro. Uno más entre centenares de iguales.

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La gloria le llegó de grande, pero también a lo grande. Su perseverancia y sus hábiles estrategias para sumar relaciones fueron tan calculados, que en sólo seis peleas pudo posicionarse como el segundo mejor boxeador libra por libra. En cadena, y con autoridad,  se deshizo de Kelly Pavlik, Paul Williams, Serhiy Dzinziruk, Darren Barker, Matthew Macklin y Julio César Chávez Jr, y terminó por pulir el trazo fino de un apodo (Maravilla) que en sus comienzos parecía disparatado. En seis peleas consiguió mucho más que las 48 anteriores. Inauguró una fórmula, revolucionó todo, ganó mucho dinero, logró ser conocido hasta en el último rincón del planeta boxeo y en Argentina se adueñó de los medios de comunicación. Es hoy tan popular como en otros días lo fueron Nicolino Locche, Ringo y Monzón, los verdaderamente grandes y queridos.

¿Qué tan revolucionario es el arribo al estrellato de un boxeador veterano? ¿Quién inventó este fenómeno? Ahí, justamente, está la clave: Sergio Martínez, por sobre todas las cosas, se inventó a sí mismo. Construyó su propio relato. Perfeccionó su acento y lo guionó maravillosamente para cautivarnos a todos. Inclusive a nuestra presidenta, Cristina Fernández de Kirchner, quien ordenó invertir más de 20 millones de pasos para cumplirle el sueño de pelear, después de once años, en suelo argentino.

Anoche, en la cancha de Vélez, 40 mil personas pagaron entradas que iban desde $ 7 mil los ring side vip hasta 150 las populares. Lo recaudado superó los 26 millones pesos, convirtiendo a Maravilla en hombre récord de recaudaciones para un acontecimiento deportivo en nuestro país; además, superó por segunda vez consecutiva las seis cifras verdes, ya que contra Chávez Junior dejó un ingreso en tickets superior a los tres millones.

Entres los mil invitados especiales que le pusieron brillo y glamour al ring-side se pudo apreciar a muchos representantes del set jet argentino, la política y la cultura. Por el lado del deporte asistieron Guillermo Vilas, Alejandro Sabella, Hugo Porta, Norberto Alonso, Falucho Laciar, Locomotora Castro y el ex campeón mundial mediano mexicano, José Pipino Cuevas, quien viajó especialmente invitado por la TV Pública para comentar la pelea.

Maravilla volvió a combatir en el país. La noche que siempre soñó en su prolongado exilio al final se cumplió. Ahora, lo más de difícil de contestar, es saber dónde quedó parado en el boxeo argentino y mundial. Por lo pronto, que la historia le reserve un lugar importante entre sus libros, se lo merece...