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rafael di zeo

"Para cambiar, primero hay que blanquear todo lo que se sabe"

Es amigo de Palermo, de Migliore y del jefe de Seguridad de Boca, Stornelli, y no lo oculta. Asegura que no se puede negar más que los barras reciben micros y entradas.

Honestidad brutal. Di Zeo asegura que Boca ganó muchos títulos por él. Tiene dos anillos: uno con el escudo del club y otro que dice "Los dueños de la historia", con el número 12 en el medio.
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Sólo Rafael Di Zeo sabe qué completa en la planilla que cualquiera que viaja en avión debe notificar acerca de su profesión. Podría ser estrella de rock: a juzgar por sus movimientos antes y después de la entrevista, el ex líder de la barra brava de Boca no anda solo, tiene laderos que lo siguen, como un séquito de guardaespaldas o acompañantes. También podría pasar por futbolista de la Selección argentina: “Después de los hinchas de Boca, los que más me piden autógrafos son los de River”, dirá el hombre que con levantar el teléfono –se jacta– puede juntar dos mil personas. Su ejército es un capital de hinchas que le sirve para coquetear con el poder. Rafa (nadie lo llama por el apellido) toma cafés con políticos, empresarios y hasta habla con Carlos Stornelli, el actual jefe de Seguridad de Boca. Un cóctel de influencias que define su lugar en la sociedad. Di Zeo podría ser político. O podría haberlo sido: “En su momento me ofrecieron un cargo”, revelará.

Locuaz, polémico, héroe para algunos, villano para muchos, dice que ya pagó con la cárcel por sus errores y cuestiona a Mauro Martín y Maximiliano Mazzaro. Uno preso y el otro prófugo, los líderes de La 12 son señalados como amateurs por Di Zeo. Y sentencia: “Ser barra es una profesión”. 

—¿Cómo te manejabas en Boca con los dirigentes?
—Los dirigentes de Boca y nosotros sabíamos a qué jugábamos. Todos jugábamos al mismo juego. Con Macri no me llevaba ni bien ni mal; me relacionaba con otros dirigentes, que eran realmente los que manejaban la situación. Todos saben el tema de las entradas y los micros. Para cambiar, primero hay que blanqear lo que se sabe.
—No es sólo el tema de los micros y las entradas, el negocio es mucho más grande.
—Cada uno tiene su política y sabe cuál es el negocio que puede hacer y cuál no. Los límites son dos: por un lado hacer lo que te permiten, y por el otro que sean negocios que beneficien al club.
—¿Un ejemplo?
—Tener sólo tres mil cupos de visitante y conseguir diez mil; logramos que otros siete mil socios o simpatizantes puedan ir también a un partido en cancha ajena. El dirigente que tenía que negociarlo no tenía buenos términos con el otro dirigente y yo sí lo conocía.
—Ahí se mezclan los roles.
—No, yo soy yo: el otro es dirigente y yo soy hincha.
¿Tenés intención de volver a la barra?
—No, no.
—El año pasado quisiste.
—Pero no por eso. Mi problema era con estos pibes (Martín y Mazzaro), pero ya está. Muerto el perro se acabó la rabia.
—¿Te juntás con políticos?
—Sí, pero no por una cuestión de Boca. No mezclo, Boca es mi pasión.
—¿Te juntás porque tenés una intención política a nivel nacional?
—Mi intención política es dentro de Boca. Me gustaría ser presidente o vice. De la política nacional me tentaron en algún momento, hace unos años. Pero como mi mundo era Boca no le presté mucha atención. Hoy no sé qué haría.
—¿Quién te tentó?
—El Partido Justicialista.
—¿Quién?
—...
—¿Para ocupar un cargo?
—Para ir en una lista. Después obviamente hubiese ocupado algún cargo. Te repito: en ese momento estaba abocado ciento por ciento a Boca.
—¿Te dedicabas exclusivamente a ser líder de la barra de Boca?
—Y te tenés que dedicar sólo a eso. La hinchada de Boca implica manejar mucha gente. No es fácil llevar dos mil personas por nada. Un político no lo logra. A mí me siguen por convicción.
—Los barras son tipos violentos. ¿Cómo se canaliza ese hervidero?
—Y bueno, ahí está el secreto. Es la profesión que uno aprende en la calle.
—¿Quién tiene la mayor responsabilidad de que haya violencia en el fútbol?
—Si educás a la gente de más abajo, se soluciona. Pero la educación no es ‘ah, como hay quilombo, que no vayan más los visitantes’. Es como que tengas un infarto y te den un analgésico. Así no lo arreglás. A algún cráneo se le ocurrió el derecho de admisión y lo único que hace es crear un problema interno entre las barras. Yo presenté un proyecto a alguien que en 2002 tenía que ver con la seguridad. Nunca le dieron bola. Consistía en blanquear situaciones. También pensé un torneo de hinchadas, en el que había premios y castigos. 
—¿Te parece lógico que haya un vínculo entre el barra y el jugador?
—Si está dentro de los límites normales, sí. No estoy de acuerdo con el que va y dice ‘si no ganan, los matamos’. Eso es una boludez. El que te va a matar no te avisa. No conozco a nadie que vaya a matar a alguien y primero le avise.
—Hay jugadores que ponen plata.
—Es un problema de cada uno. Nunca le exigí plata a los jugadores salvo que lo necesitara para algo del club. Si le pedís, quedás atado a que después no le podés decir nada.
—¿Por qué no coreaban el nombre de Bianchi?
—Por que él no quería, nos pidió ni puteadas en las malas ni aliento en las buenas. Los jugadores tienen que sentir que vos estás con ellos y no en contra de ellos. Preguntales a los jugadores de Boca qué clase de tipo les parezco, más allá de la cancha. 
—¿Seguís teniendo relación con Stornelli?
—¿Con Carlos? Sí, la relación que pude haber tenido siempre.
—Fue a tu casamiento.
—Sí, obvio. El sabe cómo son las cosas, cómo se tiene que manejar y cómo me manejo yo. No hay que mezclar roles. Yo tengo muy en claro las reglas de la amistad y no las cambio.
—Supongamos que volvés a la tribuna. El es el jefe de Seguridad de Boca y vos serías el tipo que hay que controlar.
—Pero a mí no me tenés que controlar. Controlá a la barra, no a mí.
—Pero vos serías la cabeza de la barra.
—Entonces tenés que hablar con la cabeza de la barra para que lo controle. Ese es el punto. Ahí empezás a mejorar todo. Aún no se dieron cuenta.

 

En defensa de Migliore: “No lo cuidaron”

Mientras Mazzaro le habría dado señales informales al Poder Judicial acerca de su entrega, Di Zeo se refirió a Pablo Migliore, detenido por encubrimiento. “Alguien no lo cuidó y él no se dio cuenta de la magnitud del problema que tenía detrás”, señaló.

Sobre los detalles del caso, especuló: “El lo conocía (a Mazzaro) a través de nosotros. Por ahí el pibe le dijo ‘tengo un quilombo con la Poli y nada más’. Y vos confiás. Pablo sabía que estaba metido Mauro, pero no éste pibe (Mazzaro). Yo lo conozco a Pablo. El ayuda a un montón de gente que no es conocida y se dedica a otra cosa; ayuda sin preguntar ni mirar.

Di Zeo le aseguró a PERFIL que está al tanto de la situación del arquero de San Lorenzo por intermedio de “amigos en común”.

—¿Cómo está anímicamente?
—Estar en cana no está bien para nadie. Pablo está en un ámbito que quizás no lo joden, pero adentro tu cabeza camina de otra manera, no estás en la calle.
—¿Lo vas a visitar?
—No, le podría complicar la vida.