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“Quiero sentarme mano a mano con Juan Martín”, dice Grimaldi

El presidente de la AAT no se rinde en su búsqueda de convencer al tandilense para que vuelva. “No puede abandonar sólo por los cantos en su contra”, comenta ante PERFIL.

Viejos tiempos. El tandilense y la camiseta argentina. El bajo nivel del resto de los jugadores argentinos hace imprescindible a Delpo.
| Telam

Si se tratara de una historia de amor, el pronóstico sobre el futuro de la pareja protagonista, casi en estado terminal, sería más que sombrío. La larga novela de enredos y desencuentros entre Juan Martín Del Potro y la Asociación Argentina de Tenis (AAT) entregó esta semana varios capítulos, a partir de una noticia que en el mundo del deporte tuvo tanto rating como el Patrón del Mal: el número cinco del mundo renunció a jugar la Copa Davis por el resto de 2014. Traducido, el conjunto nacional se jugará en septiembre la permanencia en el Grupo Mundial sin su as de espadas. Y volvió a aparecer la pregunta del millón: ¿hay margen para un reencuentro?

Un bombo y un cántico. Estos dos elementos tan caros al folclore argentino fueron el detonante de la nueva crisis. “Es para Del Potro que lo mira por TV”, cantó en Mar del Plata el grupito de hinchas “calificados” que sigue a sol y sombra al equipo de Copa Davis, una vez consumada la derrota ante Italia. Ese hecho –que según interpretó el entorno de Delpo contó con la anuencia de la dirigencia de la AAT–, más los rumores de que la entidad preparaba una movida para prescindir de los servicios de Martín Jaite con el fin de allanar el camino del regreso del tandilense –quien no se lleva bien con el capitán, pero no quiere quedar expuesto como el responsable de su partida–, apresuraron la renuncia de Delpo. A partir de entonces estalló la polémica: las renovadas acusaciones de “traidor a la patria” en redes sociales; las declaraciones del presidente de la AAT, Arturo Grimaldi, mostrándose sorprendido y dispuesto a “ir caminando a Tandil” con tal de que el top five reconsidere su postura, y la desmentida del vicepresidente de la AAT, Héctor “Bicho” Romani, de que la barra de hinchas cuente con su bendición.

Todos quieren, pero… Nadie duda de la necesidad de que Del Potro vuelva a ponerse la camiseta argentina en la Davis, más ahora que el regreso a la Zona Americana, después de 13 años, es una amenaza cierta, y del adiós del legendario David Nalbandian.
En este contexto, Grimaldi implora por una reunión con Delpo; Jaite calla, aunque está fresco el recuerdo de las veces que dijo que las puertas del regreso estaban abiertas, y desde el entorno de Delpo aseguran que el tenista quiere jugar la Davis y ponen como botón de muestra sus diez participaciones desde 2007 hasta 2012. Ese año, con el desembarco  inconsulto en la capitanía del hasta entonces coach del “rey David”, fue la génesis del conflicto. La relación entre Del Potro y Nalbandian, se sabe, no conoció momentos felices.
“Quiero sentarme mano a mano con Juan Martín. Hice todo lo posible y lo seguiré haciendo, pero para conversar hacen falta dos”, señaló Grimaldi en diálogo con PERFIL. “No puede ser que la razón para no jugar la Davis sea el deleznable hecho de los cantos en su contra, que yo condené de inmediato”, se defendió el presidente, quien menciona su viaje a Montevideo a principio de año para dialogar con el tenista como ejemplo de sus intenciones. “Yo pensaba que íbamos por buen camino, pero se ve que no”, afirmó Grimaldi, cuyo mandato al frente de la AAT termina en 2018.

Como antes. Consultado por PERFIL, Jaite se excusó de realizar declaraciones. El capitán tiene contrato hasta fin de año y piensa cumplirlo, incluso frente al riesgo que supone afrontar el repechaje sin la mejor raqueta argentina. Del Potro, en tanto, sólo se expresa a través de comunicados algo crípticos. “Se necesitan modificaciones profundas para corregir los errores que se han repetido durante tantos años”, argumentó en el último. El jugador está molesto porque siente que desde la AAT y desde el equipo –a través de algunas actitudes de sus ex compañeros– se lo expone ante la gente en lugar de asumir responsabilidades propias.
La cuerda se ha tensado tanto, que ni una eventual partida de Jaite antes de septiembre –que aparece a todas luces improbable–, haría cambiar de opinión a Delpo. Quizá, como en el amor, el paso del tiempo cure las heridas. Y en 2015, con Argentina todavía en la elite o ya autoexcluida del Olimpo tenístico por tantos desatinos, a algún guionista imaginativo se le ocurra escribir el demorado capítulo de la reconciliación.