Por peso propio terminó festejando Racing. En una noche que era un dolor de cabeza ante Huracán llegó una pelota parada y una contra letal para resolver la ecuación y pensar en lo que viene: la Libertadores. El Globo sigue sin encontrar el rumbo y se le viene una semana clave también en la Copa, cuando definirá el futuro de su primer semestre.
En el fútbol siempre lo más importante serán los futbolistas. Porque son los que llevan a cabo el plan de juego que el entrenador tiene en la cabeza. Esta máxima no pudo quedar más clara en el primer tiempo que jugaron anoche en el Cilindro. Porque los equipos B tanto de Racing y Huracán demostraron por qué son los que menos minutos tienen.
Si hay que analizar los motivos del deslucido trámite hay que poner el foco en los generadores de fútbol. En la Academia ni Romero, ni Acuña, ni Nagüel encontraron los espacios en un sistema defensivo visitante que fue lo más sólido del partido. El Globo no tuvo nunca un plan a ejecutar. Le cedió la iniciativa a su rival y esperó recuperar la pelota para explotar el contragolpe con Montenegro y Torassa.
Pero en estos partidos los detalles terminan definiendo la historia. Y en la noche de Avellaneda, lo que terminó de cambiar el trámite fue la expulsión de Sotelo. Eso hizo que Diego Cocca mandara a la cancha a Núñez por Nagüel y el desarrollo se mudó al campo de Huracán. Pero acumular gente en ataque no se tradujo ni en lucidez ni en opciones. Tuvo que aparecer Nicolás Sánchez y meter un cabezazo para abrir el candado.
Ya con el resultado a favor, una recuperación alta le permitió a Núñez gambetear a Díaz y desatar la locura en el Cilindro. Una locura que no puede ocultar que si Cocca quiere apuntar a los dos torneos deberá hacer funcionar su Plan B.
