A veces, cuando la mano viene cambiada, hay que tener la mente fría para dejar actuar el sentido común y poner la estrategia a la orden de los objetivos. Mucho de eso puso en juego ayer Diego Cocca cuando no le encontraba la vuelta al planteo mezquino de Arsenal, que lo apretaba y ahogaba en la zona en la que más clarifica y limpia la Academia: el medio. Entonces, mandó a la cancha a Marcos Acuña por Camacho y el volante empezó a abrir los caminos para que Racing empezara a acercarse con peligro hacia Andrada. El resto lo hizo Mariano Pavone, que en una aparición fantasmal, a sólo cinco minutos de haber entrado en cancha en reemplazo de Gastón Díaz, clavó un cocazo para romper la angustia en Avellaneda y mantener a Racing ahí arriba, en la pelea y con el sueño de repetir el título más vivo que nunca.
La de ayer no fue una tarde cómoda para los de Cocca; más bien todo lo contrario. Arsenal lo ahogó en todos los sectores y empezó a encontrar huecos que pudieron darle un disgusto de movida, de no haber sido porque el pibe Tréllez la tiró afuera con Saja vencido, a los dos minutos. Pese a que Racing encontró la ventaja a los 15, cuando Milito transformó en gol un penal de Lértora a Lollo, jamás se acomodó, y más que disfrutar de la ventaja, la sufrió. Arsenal dio cuenta de ello y, cuando se iba la etapa, Tréllez tuvo su revancha al conectar un centro de Fredes y poner el 1-1. En ese contexto de uno que iba y chocaba y otro que aguantaba ytrataba de sorprender, transcurría el segundo tiempo, hasta que el olfato del técnico entró en acción y puso en cancha a los dos hombres que terminaron siendo claves para los tres puntos, ganados a sangre, sudor y centros. Este Racing no será el equipo que ganó el título a fines de 2014, pero le sobran variantes para reaccionar a tiempo. Por eso, nadie puede dejarlo fuera de la conversación.
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