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River cerró los arcos y no encuentra la llave

Es el cuarto partido consecutivo que termina sin goles. Ante Argentinos creó situaciones, pero falló en la definición.

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Fricciones. Exequiel Palacios lucha con Alexis MacAllister, en una postal que sintetiza lo que pasó anoche en el Monumental. | Piemonte

En esta temporada River tiene un karma: gritar goles. No puede hacerlo por más que lo intente una y otra vez. No pudo festejar ni contra Racing por la Copa, ni contra Huracán, ni contra Belgrano, y anoche tampoco pudo festejar con Argentinos, en un Monumental que contuvo el grito durante todo el partido. River estuvo –al igual que con los cordobeses el sábado pasado– siempre a un paso de ganarlo, pero nunca pudo acertar.

Del otro lado de la historia, o del otro lado del vaso (medio lleno), está Franco Armani, el arquero que sigue con su arco invicto, que ya superó el récord de Amadeo Carrizo y está a un par de partidos de superar el récord absoluto que tiene Carlos Barisio, el arquero de Ferro que en 1981 estuvo 1.075 minutos sin recibir goles.

Hay que remarcar algo: River no grita goles pero los merece. Porque una y otra vez, el equipo de Gallardo intentó y llegó al arco de Chaves, que tuvo una actuación parecida a la de Rigamonti, el arquero de Belgrano. El de Argentinos tapó todo: un tiro de Pratto a dos metros del arco, o una volea de Santos Borré. Y cuando no tapó Chaves, a Argentinos lo ayudó el travesaño, como en ese cabezazo de Pratto, a los siete minutos del segundo tiempo. La impotencia del Millonario se percibía en la atmósfera del Monumental: no había enojo, sino frustración. Sobre todo porque lo que viene puede ser lo más importante del semestre: el partido de vuelta contra Racing por la Libertadores.

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El Bicho también llegó. Y también pudo haber festejado: pero entre la mala puntería, las malas decisiones en las contras y la mala suerte, no lo logró. La más clara, sin dudas, la tuvo Romero, que definió bien, su tiro ya había pasado a Armani y se dirigía a la red, pero en eso llegó Pinola, que la despejó, pegó en el travesaño y salió.

En el final, como para homologar todo lo que había sucedido en los noventa y pico de minutos anteriores, Chaves le sacó un tiro libre del ángulo al colombiano Juan Fernando Quintero. Chaves voló y regaló la última postal de la noche. Para la resignación del equipo de Gallardo, de Gallardo y de todo el Monumental.