DEPORTES
1 A 0 A ARSENAL, ULTIMO DE LA TABLA

Sin sufrimiento no es Racing

GANO CON JUSTICIA CON GOL DE DIEGO GONZALEZ, PERO SIGUE EN DEUDA CON SU RENDIMIENTO Y SOBRE EL FINAL CASI LE EMPATAN.

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Polvora mojada. Gustavo Bou manda un centro que no traerá consecuencias. El delantero estuvo poco fino en las chances que tuvo a su favor. | Fotobaires
Usted es de Racing y sufre, se entiende. Sufre porque todavía no entiende cómo el equipo se quedó afuera de la Copa Argentina, un poco por impericia y otro poco por las monumentales atajadas del arquero de Gimnasia; sufre porque pasan las fechas y todavía no terminó de entender qué es lo que quiere el Ruso Zielinsky. Y pese a eso, usted va a Avellaneda un sábado a la tarde y copa el Cilindro. Y canta y grita. Y se calienta e insulta. Y va entrando en un clima que le hace olvidar que el equipo sigue sin enconrar el rumbo. Que enfrente está Arsenal, que viene de comerse ocho goles en dos partidos, que debe ser de lo peor del torneo. Y entonces se convence de que lo mejor que le puede pasar es jugar contra este rival. Pero pasan los minutos y el juego no aparece; que el equipo (Racing) controla la pelota pero no lastima. Que deja espacios a las espaldas de Aued y el Pulpito González, pero se olvida enseguida cuando el primero saca un derechazo a los 26 minutos, que desvía González en posición de nueve, con el que Racing se pone arriba en el marcador. Entonces, usted se relaja, cree que con el resultado a favor el equipo se afloja, va a empezar a pensar en vez de correr alocadamente y a esperar que se le venga el rival para rematarlo de contra. Pero no: lo único que el equipo le ofrece es voluntad, alguna que otra llegada producto de intentos individuales y no colectivos. Entonces, empieza a mirar disimuladamente el reloj para ver cuánto falta para que se termine el partido. Y falta mucho. Y cuando usted menos lo esperaba, Romero empieza a activarse y genera espacios; Bou se parece al Bou del torneo pasado, Lisandro López aparece como descarga y olfatea que se viene el segundo para cerrar la historia, sobre todo cuando le gana en el salto a su marcador y mete un cabezazo tremendo que Pellegrino, en una atajada digna del Pato Fillol, la manda por encima del travesaño y le ahoga el grito. Entonces, usted se resigna y cree que si no entró ésa no entra ninguna otra. Ni siquiera la que Boghossian desvía con el arco casi vacío en el descuento que podría haber sido el empate (inmerecido) de Arsenal. Se convence, por fin, de que Racing esta vez ganó. Que fue justo, porque fue protagonista desde el principio al fin. Y con eso le alcanza para volverse a casa y pasar un fin de semana en paz.