Poco le importó a Unión que Colón lo esperara en el Cementerio de los Elefantes con los dientes afilados luego de los cuatro goles que le había metido a River. El Tatengue fue gigante como nunca y se quedó de manera inobjetable con el clásico santafecino en base a inteligencia, practicidad y contundencia, en un partido que estuvo demorado por incidentes generados por los hinchas locales. Poco había pasado hasta los 37 del primer yiempo, momento en el que el árbitro Fernando Espinoza le anuló a Colón un gol que había convalidado, por una infracción de Ledesma sobre el arquero Nereo Fernández. La jugada pareció desestabilizar emocionalmente al local, que perdió el control, situación que fue aprovechada por Unión para abrir el marcador por intermedio de Britez de cabeza, a la salida de un córner muy bien ejecutado por Malcorra. Colón se le fue encima a su rival desde el comienzo del complemento; a tal punto, que en dos minutos generó dos chances claras en los pies de Palomeque y Figueroa. Unión aguantó el vendaval y en la primera que pudo, no perdonó: en una salida rápida desde el fondo, Malcorra encabezó un contragolpe letal muy bien definido por Soldano a la carrera. Colón acusó el golpe y se descontroló en todos los planos, situación que se reflejó en la impaciencia de sus hinchas. Así, a los de Madelón les quedó el camino despejado para rematarlo en cuanto tuvieran la ocasión. Y la historia se cerró nomás pasados los 20, con un penal de Malcorra, brillantemente ejecutado a la derecha de Broun. Los minutos restantes sobraron y sólo mostraron la impotencia de Colón, que los vivió como un calvario y la franca recuperación de Unión, tras las dos caídas seguidas que acumulaba.
