DOMINGO
LIBRO / Radiografía del poder en Tucumán

Así se forjó el feudo

En El zar tucumano, Nicolás Balinotti y José Sbrocco revelan la estrategia de José Alperovich para controlar la provincia que estalló en crisis tras las denuncias de fraude y la feroz represión policial. En este fragmento, se relatan el inicio de la carrera del gobernador, los detalles de su fallida política de derechos humanos y sus problemas para controlar la mortalidad infantil.

Violencia. El martes, la policía reprimió a los manifestantes con balas de goma.
| Dyn

Surgido del mundo empresario, a José Alperovich se le abrieron las puertas de la política por su billetera sonriente más que por su virtud de ser un malabarista de las finanzas. Su decisión de involucrarse en política cambió para siempre su vida familiar. Así fue, definitivamente. (...)
Nadie mejor que Beatriz Rojkés, la esposa de Alperovich, para detallar la metamorfosis. “Ni mis hijos ni yo ni nadie queríamos saber nada de que se metiera en política. José no tenía nada que ver. En su primera elección, como legislador, nos decía que matemáticamente era imposible que saliera elegido. Con eso nos tranquilizamos, pero después salió y le encantó. Para nosotros ser político era ser deshonesto. En una reunión familiar, mi hija mayor, Mariana, con 15 años, le pidió a su papá que antes de cometer un acto de corrupción pensara en ellos. Fue duro escuchar eso. No fue fácil”, recordó Rojkés, actual senadora nacional.
La irrupción en la política le permitió a Alperovich tomar distancia del contexto empresario en el que se forjó. “José se metió en la política porque quería dejar de ser conocido por ser el hijo de…Quería escribir su propia historia”, contó un radical que acompañó de cerca los primeros pasos de Alperovich en la política, como miembro del ya extinguido. (...)

Mortalidad infantil. Uno de los índices que más polémica generaron es el de la mortalidad infantil. Según las estadísticas del gobierno provincial, en los siete años de gestión de Alperovich la tasa se redujo del 25 por mil al 13,1 por mil.
Es decir, en Tucumán murieron en 2009 –según últimos datos oficiales– 13 de cada mil chicos menores de un año. De los 375 niños fallecidos ese año, 263 lo hicieron antes de cumplir el primer mes. Lo preocupante, quizás, es que el índice subió un punto en 2008.
Hasta 2007, el índice bajaba paulatinamente. Una de las consecuencias de la baja es la mejora de las condiciones económicas. En 2007 la tasa había sido del 12,9 cada mil nacidos vivos. Al año siguiente, fue de 13,8. En 2009 volvió a bajar al 13,1. Estos datos se difundieron en noviembre de 2010 por la Dirección de Estadísticas del Ministerio de Salud de la Nación.
El dirigente de la Unión Cívica Radical José Cano había denunciado en la sesión del 29 de mayo de 2008, en la Legislatura local, que en Tucumán se modificaban las estadísticas para reducir este índice. La denuncia señalaba que a bebés nacidos con menos de 500 gramos (con escasas posibilidades de vida) se los registraba como nacidos muertos. (…)
Manzur defendió las estadísticas provinciales y dijo, en varias oportunidades, que en la provincia se sigue la misma metodología que en el resto del mundo para asentar los datos de los menores nacidos muertos.
En un reportaje concedido al diario Página 12, Manzur señaló que la clave para reducir la mortalidad infantil en Tucumján fueron los “controles que se hacían a las madres embarazadas, a la planificación familiar y a los cambios que se hicieron en las maternidades tucumanas”. (...)

Los derechos humanos. El gobierno kirchnerista recuperó con acierto y celeridad el valor de la memoria y la verdad en lo relativo a los derechos humanos. Se reactivaron antiguas causas vinculadas a la dictadura militar que descansaban apiladas en el desorden de los juzgados federales. Por su alineamiento a la causa kirchnerista, ésta es una asignatura en la que Alperovich no podía permitirse equívocos. Sin embargo, y más allá de haber dado marcha atrás en alguna ocasión, el gobernador lamentó un puñado de decisiones que le generaron más de un inconveniente.
El caso más emblemático fue la frustrada nominación de Francisco Sassi Colombres como vocal de la Corte Suprema provincial, en 2008. El ex fiscal de Estado había sido designado por Alperovich, con la posterior aprobación de la Legislatura, para reemplazar al juez saliente Héctor Eduardo Area Maidana. Sassi Colombres jamás pudo asumir porque desde la Casa Rosada le llamaron la atención a Alperovich por haber designado a un ex funcionario de Antonio Domingo Bussi durante la última dictadura militar.
Dio el tirón de orejas desde Buenos Aires el influyente kirchnerista Carlos Kunkel. Finalmente, en lo que fue un papelón, el gobernador y la Legislatura retrocedieron, y en lugar de Sassi Colombres nombraron a Claudia Sbar como flamante vocal de la Corte Suprema. (...) Sin pasado de militante, Alperovich no es un hombre con muchas convicciones de tinte ideológico. Es más bien un político de corte pragmático. Así lo consideran las organizaciones que pelean por los derechos humanos en la provincia. (...)

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Es la economía. “Alperovich está sentado arriba de la caja”, definió a su líder un funcionario. El mismo término utilizó, por separado, un ex secretario
de estado del Gobierno. Por el gobernador pasan todas las compras que se ejecutan en la provincia. En tiempos en que la ideología política quedó en un segundo plano, la verdadera política que se impone es la de la billetera. “Eso produce una subordinación total”, sintetizó un ex colaborador alperovichista. La misma fuente contó que ningún otro gobernador reciente de la provincia le dio tanta importancia al dinero. Desde Ramón Ortega a Miranda. Con Alperovich eso se modificó. ¿La explicación? Tal vez por su formación de contador el gobernador tucumano conoce en detalle las cuentas de la provincia. Es porque es un estadista, sintetizaron algunos.
La siguiente definición no la hizo un opositor, sino un ex funcionario que mantiene una buena relación con el gobernador: “A Alperovich le gusta mucho la guita. La considera parte del poder y la usa en función de eso. Conoce mucho las debilidades humanas y juega con eso siempre”.
¿Qué debilidades?, se le preguntó. “De todo tipo. Las ambiciones materiales y de dinero, y la subordinación al poder que la gente tiene”, respondió. En un intento de ser más claro, este ex funcionario agregó: “Alperovich
sabe como comprar a alguien y como infundir temor. Los ministros y los funcionarios lo respetan y le temen”.
Otra persona que conoció mucho al gobernador y que estuvo muy cerca durante el primer mandato, reveló una faceta del pensamiento de Alperovich: “Si cuesta plata, es barato. El problema de Alperovich es cuando no puede comprar algo. Es tanta la plata que tiene que dice que es barato algo que se puede adquirir con dinero”.
Así como a Néstor Kirchner se lo apuntaba como el verdadero controlador de las finanzas del país, sucede lo mismo con Alperovich en la provincia. “Es el verdadero ministro de Economía”, describió un actual secretario de Estado. Tanto es así que mientras Alperovich se reúne con sus funcionarios más cercanos, el ministro del área suele caminar distendido y con auriculares en los oídos por las calles de Yerba Buena. A Alperovich le tocó gobernar en momentos de bonanza. Una prueba de ello es el abultado presupuesto con el que cuenta. (...)
Una de las características de la gestión fue mantener los presupuestos, año a año, guardados bajo siete llaves. Los legisladores provinciales, oficialistas y opositores, nunca lograron conocer los detalles de las erogaciones que tenía pensado hacer el Gobierno. Desde 2003 se aprobaba el cálculo de gastos a libro cerrado. Los parlamentarios sólo accedieron a las copias del presupuesto para 2011, unos días antes que la Cámara sancionara la ley, a fines de 2010. El argumento oficial para mantener
oculto el cálculo de gastos se basó en “la cantidad de hojas” que tenía y se iba a gastar mucho dinero en hacer fotocopias. Luego que el diario La Nación publicara una nota sobre el tema, Alperovich cambió de parecer y ordenó entregar la documentación a quien lo requiriera. (...)
La deuda pública provincial también creció desde que Alperovich asumió la conducción de la provincia. Según datos proporcionados por el Gobierno, la deuda provincial era cercana a los 3.000 millones en 2003. Un informe del Tribunal de Cuentas de la Provincia señaló que, a junio de 2010 (últimos datos oficiales), la provincia se había endeudado un 64 por ciento más: el Departamento de Contadores Fiscales estableció la deuda en 4.946 millones de pesos.