DOMINGO
El recorrido del reclamo por la legalizacion del aborto

Histórica onda verde

Historia de una desobediencia, de Mabel Bellucci, es una rigurosa constelación de genealogías y cartografías de las luchas por el derecho al aborto en Argentina desde los años 70 hasta la actualidad. En su recorrido se entreteje, en un diálogo fructífero, no siempre exento de tensiones, una lectura en la que la intervención política y la producción intelectual se encuentran íntima y necesariamente vinculadas.

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Unidad. Personalidades del mundo artístico y de la política en las escalinatas del Congreso. | agencia NA

Unos meses antes de partir hacia el Encuentro Nacional de Mujeres en Rosario, el 16, 17 y 18 agosto de 2003, se creó en Buenos Aires la Asamblea por el Derecho al Aborto (ADA). Dora Coledesky tenía un ojo atento para leer la coyuntura y comprendió que en ese clima de continuum deliberativo que tomó formas concretas en nuevos campos de debate no cabían los clásicos talleres para discutir sobre la ilegalidad del aborto. (...)

Para que nada quedase sin registro, de inmediato se escribió un documento con el título “Por la libertad de decidir. Repudiamos la ofensiva de la Iglesia hacia nosotras: por el aborto libre y gratuito. Para elegir libremente nuestra sexualidad. Para terminar con todo tipo de violencia y discriminación”. Firmaba un número importante de agrupaciones feministas y de mujeres de Buenos Aires, Rosario, La Plata, Mendoza y Neuquén. Además, los grupos de piqueteras y piqueteros, desocupadas y desocupados, travestis, transexuales, homosexuales, lesbianas, trabajadoras sexuales, asambleas barriales y partidos políticos de izquierda. La Asamblea comenzó a sesionar en el Centro Cultural llamado Matrix, en la intersección de las avenidas Entre Ríos y San Juan. Apenas abrió sus puertas, Lohana Berkins y sus compañeras se integraron al espacio de la siguiente manera: “No éramos simples escuchas sino que tomábamos la palabra, juntábamos firmas, volanteábamos en las acciones callejeras. En fin, participábamos en las discusiones tan acaloradas que se llevaban a cabo día tras día. Teníamos que interpelar a la teoría y también a la política feminista, desde nuestra propia comunidad. El feminismo fue un movimiento de emancipación que no podía perder ese carácter y nosotras peleamos por ampliar sus márgenes”.

Después de gestada la Asamblea, Coledesky marchó con su grupo a la ciudad puerto, Rosario. Junto con una variedad de agrupaciones y compañeras de ruta organizaron una asamblea dentro del propio encuentro para deliberar sobre el tema como punto nodal de la actividad. Luego vino una solicitada amplia de un entramado colectivo que publicó el 28 de septiembre, en el diario Página/12, tanto las demandas esperables como las sorpresivas. Allí, el internacionalismo se hizo sentir; hubo solidaridades venidas de Latinoamérica y de Europa. De regreso, con las cucardas en las solapas, se lanzaron a dar acaloradas discusiones sobre cómo poner en práctica la resolución del Encuentro Nacional de Mujeres de Rosario, que proponía convocar a fin de ese año a un Encuentro Nacional por el Derecho al Aborto.

Con la excepción de las colectivas más organizadas de Rosario y Córdoba, que expresaron su voluntad de llevar adelante la tarea de la reunión, solo el ADA de Buenos Aires se propuso para preparar el evento. (...) Todavía la virtualidad no era parte del lenguaje cotidiano del activismo. Había dificultades serias de comunicación y coordinación con los grupos de las 23 provincias que constituyen la República Argentina. Por lo tanto, se decidió formalizar una reunión regional del área metropolitana en la medida en que se encontraba más al alcance de las propias fuerzas y energías. Rápidamente se plantearon diferentes criterios de convocatoria. Por un lado, estaban quienes opinaban que se centrase nada más que en la participación de mujeres, no así de varones. Por el otro, que no hubiese límites para la invitación y que se extendiera a todos los sectores involucrados en la lucha contra la ilegalidad del aborto, sin exclusiones.

Lamentablemente, al finalizar el año ese debate no se canceló y pronto derivó en un enfrentamiento tal que la ADA quedó dividida en dos. Un sector contemplaba una propuesta de convocatoria amplia como un objetivo deseado, mientras que el otro consideraba innegociable la presencia de varones. Este punto fue resistido por ATEM, Mujeres Libres y El Espejo. Para saldar dudas, Magui Bellotti, de ATEM, hace referencia al hecho: “La posición favorable a la inclusión de varones alega que el aborto es una cuestión social y que necesitamos el apoyo de todos y todas. La postura contraria –en la que nos incluimos– plantea que el punto principal es quién decide en materia de aborto, es decir, en relación con el cuerpo de las mujeres y apoyándonos en que somos precisamente nosotras las titulares de esa decisión, sostenemos que el centro de las resoluciones políticas debe estar en nuestras manos. Otro tema en debate es si tiene sentido exigir una ley de aborto. Quienes se oponen y abogan por el ‘aborto libre y gratuito’ significan con ello solo la despenalización y consideran que la ley ejerce siempre control sobre el cuerpo de las mujeres, por lo cual es importante sacar la cuestión del aborto del marco legal”.

De esta ruptura surgió el Grupo Estrategias por el Derecho al Aborto (GEDA), espacio conformado por activistas que llevaban décadas en defensa de la causa. (...)

 Desde las primeras reuniones se decidió organizar el Encuentro sobre Estrategias por el Derecho al Aborto el 28 de mayo de 2004. Entonces se tomó contacto con otros grupos y colectivas de Córdoba, Rosario, La Plata, Tandil y Neuquén, que se habían pronunciado en favor de una convocatoria lo más heterogénea posible.

Con todos estos avales, el GEDA avanzó en concertar una reunión preparatoria. Fue el 13 de marzo en la Facultad de Ciencias Sociales, sede Ramos Mejía, de la UBA. Por supuesto, todo apuntaba a concretar el Encuentro Nacional sobre Estrategias por el Derecho al Aborto para el Día Internacional de Acción por la Salud de la Mujer. Así planteaban sus propuestas: “Las mujeres somos protagonistas en el tema del aborto porque es en nuestro cuerpo en el que transcurre el embarazo y se realiza el procedimiento, es nuestra vida la más afectada por la continuación de un embarazo involuntario, es el derecho a la integridad corporal de las mujeres y a la libertad de decidir el que se desconoce en la imposición forzada de la maternidad. Sin embargo, no es exclusivo de las mujeres. No solo por la participación masculina en la procreación sino por su responsabilidad en la prevención de embarazos involuntarios. Si ubicamos el aborto como un tema de derechos humanos, es evidente que toda la sociedad está involucrada en resolver el problema de salud y de justicia que significa la ilegalidad”.

Hacían también un fuerte hincapié en cómo abordar el aborto para incluirlo dentro de los cuestionamientos en torno a la heterosexualidad y al aspecto reproductivo. Esta estrategia, en su condición de apuesta del feminismo más comprometido con el derecho al aborto, permitiría el apoyo de otras mujeres de los movimientos de base junto con los grupos de las minorías sexuales.  (...)

A partir de cuatro ejes temáticos –salud, legislación, medios de comunicación y movimientos sociales– se trabajó en los talleres de discusión y después se constituyó un plenario de cierre. Todo ello hizo posible configurar una radiografía del estado de situación del aborto en el país que, más tarde, fue empleado para preparar una declaración de cara al XIX Encuentro Nacional de Mujeres en Mendoza, en octubre de 2004.

Apenas finalizada esta plenaria se realizó en Buenos Aires el Encuentro Nacional sobre Estrategias por el Derecho al Aborto, convocado por el Grupo de Estrategias por el Derecho al Aborto de esta ciudad. Ante todo, en el documento publicado para la ocasión explicaban con rigor las razones que las habían llevado a definirse en torno de la noción de “estrategia”. Como ajedrecistas en el curso de una partida, elaboraban hipótesis acerca de los planes para la construcción de una fuerza diversa con un objetivo en común. Por eso declaraban: “Desarrollar estrategias en este campo era necesario para actuar con racionalidad. De la misma manera actúa una mujer que aborta, que moviliza todos sus recursos para dar solución a su conflicto, al tomar responsabilidad sobre lo que le está sucediendo”. Y proseguían: “Se trata de un campo de fuerzas, de luchas, de peleas, porque estamos hablando de conquistar un derecho”. Para finalizar, remataban de esta manera: “Las mujeres abortan sin pedirle permiso a nadie y cualquiera sea la situación legal y social del aborto. Nuestro fin es que las que decidan hacerlo lo hagan sin correr riesgos innecesarios y sin perder la dignidad de lo que hacen”. (...)

La exaltación de la revuelta del 19 y 20 de diciembre había montado su telón de fondo. El listado final de los nombres de las concurrentes era tan extenso que resulta difícil de detallar. Seguramente algunas asomaban el morro por primera vez mientras otras eran parte de la casa. Por una u otra razón, se sentaron, estuvieron juntas durante doce horas y sellaron los acuerdos que se habían propuesto en los talleres del preencuentro y en la ADA de Rosario.

Resultaba evidente que los Encuentros Nacionales de Mujeres, en especial los de 2003 y 2004, habían anticipado la emergencia de los hechos que concitaban a impulsar un proceso de mayor integridad para cimentar una trama cuyo alcance sobrepasara los límites de la avenida General Paz.

El largo itinerario de exploraciones y de alianzas politicofeministas quedó explicitado en el prólogo, “Trazos de una experiencia de articulación federal y plural por la autonomía de las mujeres: la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito en Argentina”, escrito por Claudia Anzorena y Ruth Zurbriggen: “Los acontecimientos anteriores crearon las condiciones para que, el 14 de mayo de 2005, se concretara la primera reunión nacional, realizada en la ciudad de Córdoba, organizada con el aporte financiero de Católicas por el Derecho a Decidir, lo cual facilitó la presencia de activistas de numerosas provincias. En esta primera plenaria, más de setenta mujeres de diferentes organizaciones pergeñamos y dimos nombre y sentido político a la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito que, motorizada por grupos feministas, se dispuso a avanzar en la construcción y el fortalecimiento de una masa crítica capaz de reclamar por ‘educación sexual para decidir, anticonceptivos para no abortar, aborto legal para no morir’. Definimos el lanzamiento público y simultáneo en diferentes puntos del país el 28 de mayo y la realización de acciones callejeras para recolectar firmas en apoyo al aborto legal”.

 Finalmente, la Campaña adquirió vida propia sobre la base de una diversa alianza federal que se alimentó a través del reconocimiento de la historia de las luchas por el aborto legal en la Argentina, teniendo en cuenta las diferentes estrategias regionales pero dentro de un marco nacional. Y de esta manera se presentó en sociedad hasta hoy.

La campaña nacional por el derecho al aborto legal, gratuito y seguro.

Para su conformación jugaron fuertemente su rol no solo las alianzas entre las agrupaciones que disponían de una reveladora trayectoria en la pelea histórica sino también el trabajo acumulado por las propias mujeres en las últimas tres décadas, con el impacto de su participación en acciones organizadas y también las espontáneas, durante las gestas de 2001 y 2002; sin soslayar, por supuesto, el diálogo ineludible de las referentes históricas para conjugar voluntades políticas. Antes de partir a la primera plenaria en Córdoba, en 2005, se organizó, en distintas ciudades del país, una convocatoria con agrupaciones de diferentes tenores para elegir a quienes asistirían como representantes a esta primera actividad, a la que acudieron compañeras de Salta, Jujuy, Neuquén, Mendoza, Catamarca, Río Negro, Buenos Aires (porteñas y bonaerenses), Tucumán, Rosario, Santa Fe, Entre Ríos y Córdoba.

En cuanto a la reunión en Capital Federal, se realizó en una oficina que alquilaba el Foro por los Derechos Reproductivos; concurrieron grupos de Buenos Aires, del Conurbano y del resto de la provincia de Buenos Aires. Y, siguiendo la línea de las propuestas acordadas, también se desarrolló una conferencia de prensa el 28 de mayo de 2005, en la sede del Sindicato de Judiciales.

A partir de ese momento se decidió que durante un año se instalasen mesas por toda la ciudad. Se entregaron planillas con las firmas de diputadas y diputados presentes, casi en su totalidad con mandato cumplido. La iniciativa tenía como objetivo imperioso lograr la visibilidad y la adhesión a la campaña y su fundamento: la despenalización y legalización del aborto para que las mujeres que decidieran interrumpir un embarazo contaran con atención segura y gratuita en todos los hospitales públicos y obras sociales del país. Además, reclamaban que se reglamentase la “atención humanizada” de aquellas que presentaran complicaciones por abortos.

Por último, se exigía la práctica hospitalaria sin judicialización de los casos de aborto “no punibles” previstos en el Código Penal.

Si bien “Rivadavia y Entre Ríos” representó una parada histórica, la campaña se estableció en la clásica esquina de Perú y Avenida de Mayo, donde cada vez que el semáforo cortaba el tránsito se desplegaba una larga bandera verde con la consigna: “Ni una mujer muerta por aborto clandestino”. Al mismo tiempo, hubo ímpetus para organizar una actividad cultural con la participación de un amplio arco de figuras descollantes del periodismo, la literatura, el cine, el teatro y artistas en general que apoyaban el impulso de esta iniciativa bajo la consigna: “Necesitamos tu presencia en el lanzamiento en Buenos Aires de la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito. ¡Sumate a nuestro acto!”.

Los consensos logrados por la campaña se fortalecieron con el pasar de los meses en acciones y gestas implementadas en conjunto para hacer visible este reclamo que atravesó todo el país. Durante ese tiempo, en una diversidad de lugares y puntos neurálgicos, la campaña ganó la calle: con mesas de difusión y recolección de firmas en plazas, festivales, actos y marchas. Promocionó debates con muestras de cine y videos y compartió actividades en centros comunitarios, escuelas, universidades, foros y jornadas académicas. Todo espacio era imprescindible para su expansión y también para la integración de otras colectivas que eran compañeras y simpatizantes desde hacía un largo tiempo.

 Así lo recuerda Lohana Berkins: “En un momento estuvimos con Dora Coledesky cruzando opiniones y llegamos a puntos en común que nos unían en la lucha, en especial contra la discriminación y la exclusión. Después de haber intervenido en el Encuentro Nacional de Mujeres, en Rosario, nos consideramos parte integrante de ese lugar y nadie puso en discusión nuestra activa presencia. Un lema que aún nos resulta interpelante es el de ‘decidir sobre los cuerpos’. También las campañas que viene llevando a cabo el feminismo desde los años 70 en adelante, con el ‘Yo aborté’. Son acciones de visibilidad política y pública. De la comunidad LGTTB somos la única colectiva que estamos fuertemente involucradas con la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto. Para nosotras, representa un ámbito no solo de discusión política sino también de apertura a la diversidad sexual que habilita para discutir sobre las sexualidades por fuera de la hegemonía hetenormativa”.

Ahora bien, la incidencia decisiva quedó exhibida los días 8, 9 y 10 de octubre de 2005, en el XX Encuentro Nacional de Mujeres, en Mar del Plata. Miles de personas llegadas de todas las provincias se encontraron con una metrópolis militarizada, ocupada por gendarmes, policías, agentes de la SIDE y de la CIA que vigilaban la “Ciudad Feliz”. Tanto despliegue tenía como fin proteger al entonces presidente del Imperio, George Bush, que asistía a la IV Cumbre de las Américas, que se llevaría a cabo a principios de noviembre en la Argentina. Esto no le quitó el sueño a nadie; más aún, dio bríos para “un mano a mano” con la controversia a un movimiento robustecido que iba en ascenso. Apenas terminada la ceremonia de apertura en el Polideportivo Municipal, el taller Estrategias para un Aborto Legal, Seguro y Gratuito se autoconvocó para hacer gala de presentación de la campaña nacional que incluía intervenciones a lo largo del año y a lo ancho del país.

En la marcha de cierre del encuentro no hubo un solo centímetro en los muchos metros cuadrados que ocuparon –más de ocho compactas cuadras de manifestantes– en el que faltara ese distintivo que logró unificar los clamores más diversos por el derecho al aborto “legal, seguro y gratuito”. Así se inscribió en los pañuelos verdes. Y aunque el coro también bramaba “No a Bush en la Argentina”; “Por trabajo, aumento de salarios y más presupuesto para la salud y la educación”; “No al pago de la deuda externa”; “Por el triunfo de la lucha de las trabajadoras y trabajadores del Hospital de Pediatría Garrahan”; “Libertad a Romina Tejerina”, el agite propio dominó a quienes se encolumnaron detrás de una oronda bandera con la consigna “Ni una muerta más por abortos clandestinos”. No hubo duda alguna, miles de mujeres usaron su pañuelo verde como un caudal de voz único que se hizo oír y demostró que el derecho al aborto representaba la causa en común, desde entonces hasta este presente.