ECONOMIA
las negociaciones desde adentro

Argentinos y acreedores se enviaron siete propuestas antes de poder cerrar el trato

Fernandez. El director del Tesoro francés y presidente del Club de París abrió las sesiones y medió.
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Desde  Paris
Pocos minutos antes de las 6 de la mañana, el jueves pasado, Axel Kicillof sacó por primera vez su teléfono del bolsillo y se aisló para mantener una discreta conversación que duró apenas unos minutos. Ese llamado fue para informar a la presidenta Cristina Kirchner el resultado de las 20 horas de negociaciones que había mantenido con el Club de París para negociar el pago de la deuda pendiente desde el default de 2001.

Durante esas 20 horas cruciales con los 15 acreedores más Israel, Kicillof no consultó una sola vez con Buenos Aires y dio la sensación de tener amplios poderes para negociar la deuda.
La delegación argentina relató la épica de las negociaciones como si hubiera ganado la Batalla de San Lorenzo. Los altos funcionarios de los países acreedores, sin embargo, tuvieron otra sensación y creen que el equipo de Kicillof consiguió sólo uno de los objetivos que traía desde Buenos Aires.

“La Argentina obtuvo una victoria, la que políticamente más le interesaba, que consistía en dejar afuera de las negociaciones al Fondo Monetario Internacional (FMI)”, comentó uno de los funcionarios franceses participantes.

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“En cambio –aclaró–, tuvo que inclinarse en cuanto a las cifras”. A cambio de dejar afuera al FMI, los acreedores reclamaron un primer desembolso más importante.

La negociación, que comenzó algunos minutos después de las 10 de la mañana del miércoles, se abrió con mensaje del director del Tesoro francés y presidente del Club de París, Ramón Fernández, en una sesión plenaria en el sexto piso del Palacio de Finanzas, ubicado frente al Sena a la altura del puente de Bercy. Luego, Kicillof desplegó una exposición en Power Point para ilustrar los objetivos de la Argentina y presentar su plan de pagos. Comenzó ofreciendo pagar el capital en default, es decir US$ 6.750 millones, con un primer desembolso de US$ 250 millones y el saldo en cinco años. En su oferta inicial omitió hablar de los intereses. Los acreedores, por su parte, reclamaron un pago inicial de US$ 2.000 millones y aclararon que, debido al atraso acumulado desde el default y al incumplimiento del anuncio de pago contado que había formulado el Gobierno en 2008, no estaban dispuestos a conceder ninguna quita sobre los intereses.
Sobre esas bases comenzó la verdadera negociación. A partir de ese momento, conforme a la tradición, la Argentina y sus acreedores se instalaron en salas diferentes y el único canal de comunicación entre ellos eran Fernández y la secretaria ejecutiva del Club, Clotilde L’Angevin, quienes se desplazaban entre ambos grupos llevando y trayendo propuestas y contrapropuestas cifradas. En total, hicieron siete viajes.

El acuerdo final quedó sellado sobre la base de un reembolso total de US$ 9.700 millones (US$ 6.750 millones del capital en default más US$ 2.950 millones de intereses acumulados desde 2001). En la última fase de negociación, cuando todo el mundo estaba a punto de desfallecer, hubo un pequeño “gesto de buena voluntad” de unos US$ 400 millones, correspondiente a punitivos. Pero, en términos generales, los acreedores obtuvieron todo lo que exigían.

“Este acuerdo significa un antes y un después”, dijo Fernández en un breve discurso al final. Omitió decir que el antes era conocido, pero que el futuro es incierto.

“Que los beneficie”, dijo el FMI

Ayuda a “normalizar” la situación del país, aseguró la directora gerente del FMI, Christine Lagarde cuando se la consultó sobre de la Argentina con el Club de París.
“Es parte de un intento de Argentina de normalizar su situación. Esperamos, primero, que los beneficie y segundo, que continúen dicho proceso”, dijo en Maputo, la capital de Mozambique, donde realiza una visita.
En la negociación en París, que encabezó el ministro de Economía, Axel Kicillof, la Casa Rosada pudo imponer su decisión de que el FMI no sea el auditor de la evolución del plan de pagos, pese a que algunos acreedores insistieron en ese sentido en un principio de la negociación