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Consumo reprimido o pago de deudas, el dilema del aguinaldo

La recuperación de la economía será “un proceso lento” y con la demanda más como lastre que como motor.

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Consumo | Cedoc
Puede llegar a ser, cuando se cobre, el aguinaldo con destino más repartido de los últimos años: debido a que la recuperación de la economía será “un proceso lento” y con la demanda más como lastre que como motor, los pesos extra que se cobren se debaten entre algún consumo reprimido, el pago de deudas y la tentación del ahorro, pero más mirando las Lebacs o el dólar que los plazos fijos, que pagan poco o nada pese a la supertasa del BCRA.

Para Miguel Zielonka, de Econviews, una porción de la población “se dolarizará porque es parte de su hábito, creemos que otra porción quedará transitoriamente en pesos para gastos de las vacaciones de invierno, pero casi nada irá a plazos fijos, que tienen un rendimiento de apenas 16% y por eso se han mantenido estables en el último tiempo”.

La expectativa se basa en que la recuperación de la economía será leve. “No estamos viendo un crecimiento en V, es decir que el salario real tendrá una recuperación de 1 a 2% después de un período de caída, Fausto Spotorno, director de Research de Orlando Ferreres y Asoc. el próximo medio aguinaldo llegará en medio de un cambio de la estructura de consumo: “A diferencia de lo que sucedía años atrás, el marco de suba de tarifas y menor inflación desalienta la compras de bienes en el ritmo que tenían, por lo tanto una porción irá al pago de impuestos y otra puede ir al ahorro”.

Para Zielonka, los asalariados que están más familiarizados con el mundo financiero “ya están hace tiempo posicionados en Lebacs”, deuda emitida por el Banco Central que tiene un rendimiento anual en torno al 25%.

Otro condimento que se suma este año a la llegada del aguinaldo es que cae el financiamiento con tarjeta de crédito. La tendencia que se inició con el programa Precios Transparentes en febrero no fue revertida y comienza a reaparecer con esquemas más reducidos en los sectores donde la caída fue alarmante.

Mientras que baja el financiamiento con tarjeta, “vemos que crece con fuerza la colocación de préstamos personales, y en alguna medida puede ser un signo de salud, porque se cancelan deudas después de un 2016 en el que el golpe en el bolsillo por las tarifas fue fuerte, y se evitan las altas tasas de refinanciamiento que cobran los bancos”, agregó Spotorno. Más allá de que la tasa de los préstamos personales se ubica muy por arriba de la inflación, los plazos más largos y la evaluación que las familias hacen sobre el peso de la cuota en el sueldo todavía representa una opción por la posibilidad de extender los plazos.

El proceso de desinflación que contó entre febrero y abril con los meses más difíciles también está cambiando el escenario para el cobro que llegará en las próximas semanas. “Los precios relativos tardan mucho tiempo en corregir distorsiones, electrónica e indumentaria ajustaron algo pero está más vinculado a la baja de la inflación”, por lo que desalientan las compras.