ECONOMIA
PAX CAMBIARIA

El fantasma del fin de la cosecha le fija un límite al “veranito” del dólar

Inquieta a economistas y al Gobierno que después de junio vuelva el drenaje de reservas. La expectativa de devaluación y la presión inflacionaria, clave. ¿Dólar a $ 10 en diciembre?

TANDEM. La ortodoxia de Fábrega frenó el blue. Kicillof acordó con Repsol y sueña con financiamiento.
| Cedoc

El veranito de un tipo de cambio controlado, que le permitirá al Gobierno llegar con mayor tranquilidad a la liquidación de dólares de la cosecha y hasta aumentar el nivel de reservas del Banco Central, no sólo tendrá, según los analistas, un costo elevado en términos de crecimiento de la economía, sino que también podría terminarse cuando los productores de soja finalicen las operaciones, en junio.

El principal motivo es que el esfuerzo de Juan Carlos Fábrega, al frente de la autoridad monetaria, hasta ahora apuntó solamente a resolver un problema puntual: la crisis cambiaria que vio llegar el blue a $ 13 y una brecha con el dólar oficial, que había llegado al 65% en los últimos meses del año pasado.

Las medidas que la entidad tomó –como la suba de la tasa de interés, el cambio en la normativa de los bancos que los obliga a deshacer posiciones en dólares y vender futuros, el acuerdo con las cerealeras por el que liquidaron casi  US$ 2 mil millones y la apertura parcial del cepo– estuvieron orientadas a poner paños fríos a la demanda de divisas y ciertamente tuvieron éxito, pero no logran resolver problemas de fondo: la expectativa de un tipo de cambio más alto a fin de año sigue intacta y la inflación estimada para 2014, según qué pase con las paritarias, podría hasta rondar el 40%.

Incluso fuentes cercanas al equipo económico admiten preocupación por la situación delicada que significa la calma “artificial” que se vive con el dólar. Ahora, todos los esfuerzos están puestos en cerrar paritarias con aumentos que no superen el 30%, para evitar que la inflación se espiralice en los próximos meses.

Para Gastón Rossi, director de LCG, “es importante destacar que la suba de la tasa de interés, si bien tuvo un efecto en el mercado cambiario, no forma parte de un plan económico integral ni puede asegurarse que sea un eje central de la política económica en lo que resta del año. La medida sólo tuvo como objetivo frenar la corrida autoinfligida que se produjo después de la devaluación del 22 y 23 de enero, y tiene un costo muy grande, que es el de la caída de la actividad”.

Según el economista, si bien en los últimos meses se tomaron medidas que buscan mejorar la relación de la Argentina con los mercados internacionales para obtener financiamiento en el tercer trimestre del año, como el acuerdo con el Ciadi, Repsol, el anuncio del nuevo Indice de Precios al Consumidor (IPC) y el cambio de ministro de Economía en diciembre, “no vemos señales de un programa que logre alinear las expectativas de devaluación y de inflación”, explicó el ex secretario de Política Económica.

Soja y después. Todas las miradas de los economistas y del Gobierno están posadas en la cosecha y la liquidación que tendrá lugar en los próximos meses y que marcará un punto de inflexión en las decisiones que deberá tomar el ministro de Economía, Axel Kicillof.

Para entonces, los aspectos más importantes serán la cantidad de dólares que el Banco Central logre sumar a sus arcas y el nivel de tasa que el Gobierno convalidará en lo que resta del año.

Sobre este punto, Pedro Rabasa, director de Empiria Consultores, señaló: “Tal vez en el segundo trimestre, por la mayor liquidez que resultará de la emisión de pesos que el BCRA deberá realizar para comprar los dólares de la liquidación de la cosecha, puedan pensar en bajar la tasa nuevamente. Creo que eso sería un error, porque devolvería la presión sobre el mercado cambiario ya que los productores que reciban pesos buscarían comprar dólares por las expectativas de una suba del tipo de cambio”.

Así, el Gobierno se encontraría en una encrucijada: si baja la tasa, podría volver la tensión en el mercado cambiario, con un probable aumento de la brecha entre el dólar oficial y el ilegal, pero si la mantiene en un nivel alto, deberá afrontar el costo político de un menor nivel de actividad. Los efectos de sostener el costo del dinero alto –que ahora ayuda a mantener la demanda de pesos– y la caída de la actividad económica “todavía no se ven en la calle”, sostuvo Rossi, pero “posiblemente se hagan visibles en la segunda mitad del año”, agregó.