ECONOMIA
el caso don mario

“El gran problema que tenemos en la soja es el no respeto a la propiedad intelectual”

Gerardo Bartolomé, presidente del grupo nacional que exporta hasta a Europa del Este, dice que proveedores extranjeros ven al país con “recelo” por los cepos a los retornos.

Manda Brasil. En inversiones, el marco legal del vecino las torna más seguras, dice Bartolomé.
| Cedoc

Una de cada tres hectáreas que se siembran en Sudamérica con soja está implantada con genética Don Mario, el semillero argentino que en el ‘82 se tiró a la pileta al focalizar en la oleaginosa cuando apenas se sembraban 1,5 millones de hectáreas en el país.
Tres décadas después, la firma abastece a los agricultores de Uruguay, Paraguay y Bolivia, es reconocida en la Argentina y se erige como el gran oferente de soja en Brasil, principal productor mundial del cultivo con treinta millones de hectáreas sembradas. También puso un pie en el gran país del Norte. Y desde hace cinco años hace base en una estación agropecuaria de Arkansas para lanzar en los Estados Unidos, en una acción conjunta con Monsanto, su próximo evento Xtend (glifosato + Dicamba).

Y cruzan el Atlántico. Miran los 3,5 millones de soja que se siembran en Europa del Este y planifican un posible desembarco en India y China a mediano plazo.
Pero la legalidad es la nube negra que eclipsa seguir lanzando variedades, al menos aquí. “Hoy, apenas hay un 20 o 22% de semilla fiscalizada en la Argentina y un 18 o 20% de regalía extendida, que es la que paga el agricultor cuando se guarda la semilla. Si sumamos ambos sistemas estamos en un 40% de legalidad, que sigue siendo muy bajo, sobre todo si lo comparamos con Brasil, que tiene 75% de legalidad, Uruguay que tiene 95% y ni hablar Estados Unidos con, el 100%”, dice Gerardo Bartolomé, presidente del Grupo Don Mario.
No pagar las regalías por el uso de las semillas, para Bartolomé, implica que “haya menos inversión en nuestro país, menos competencia y un riesgo de que el flujo de la tecnología sea más lento. Creo que es una luz amarilla para los productores y también para el gobierno, porque sin tecnología a la Argentina se le va a complicar ser competitiva frente a Brasil y Estados Unidos en el futuro”.

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Paralelamente, se retrasa la salida de variedades nuevas como resistencias a la sequía o el uso eficiente de nitrógeno y otras nuevas herramientas que están más accesibles; los proveedores de esa tecnología que estén mirando a la Argentina la ven con un poco de recelo porque no pueden recuperar las inversiones.
Por el momento no hay grandes diferencias entre la tecnología disponible en Brasil y Argentina, porque si bien el foro aprobó nueve años después que nuestro país la primera soja transgénica, el gran vecino del norte pisó fuerte el acelerador y gracias al firme respaldo del Gobierno pronto alcanzaron la década pérdida.

Lo que sí pierde hoy el agricultor argentino es la ganancia genética. “El mejoramiento genera todos los años entre 1,5 y 2% de alza en las variedades que se lanzan. Creo que eso podría ser mayor, porque si hubiera más inversión en planes de mejoramiento podría haber un 3 o 3,5% de ganancia genética”.
Don Mario es un semillero argentino y quiere invertir en el país, pero el mercado manda: “Si Brasil sigue despegando y la legalidad sigue siendo diferente, las circunstancias nos van a ir obligando a que invirtamos más en Brasil que en la Argentina, porque también somos una empresa que busca el lucro”, concluye el empresario.

 

Sudamérica: una de cada tres hectáreas de oleaginosa, con genética local

Hoy la soja en Sudamérica son 55 millones de hectáreas y representa el 60% de la soja del mundo, con lo cual estamos en la zona sojera más importante del planeta. En los 80 Don Mario arrancó sembrando soja, aunque no todavía para semilla. En los 90 tuvo un crecimiento importante, liderando con la variedad RR (primera soja transgénica) los grupos IV. En el año 2000 cruzó a Uruguay y empezó su relación con el distribuidor Barraca Erro, y en 2003 comenzó a licenciar variedades de soja hasta establecerse en el vecino país. Bartolomé responde.

—¿Qué pasa con la Ley de Semillas?
—Durante la gestión del ministro Domínguez estaba pronta a debatirse en Diputados, pero quedó ahí. Siempre está ahí, pero deben aparecer cosas más importantes y queda trabada. Y así estamos. Hubo una reunión de ASA con Casamiquela y el ministro acordó que este tema se va a debatir.
El meollo es discutir cuál es la escala del agricultor que debe estar exceptuado de pagar las tecnologías, y que los semilleros estamos de acuerdo en que hay un grupo de agricultores que debe estar exceptuado. El resto debe pagar.
—¿Qué llegará primero a la Argentina?
—Ahora vienen dos tecnologías muy importantes, que son aportes para el control de malezas. Como crece significativamente la cantidad de malezas resistentes al glifosato, hay un par de tecnologías que pueden llegar pronto, una de Monsanto con resistencia Dicamba y Dow con resistencia a 2-4-D. En los próximos cinco años, estas dos tecnologías son las que aportarán más valor al productor, y entre el sexto y el décimo año llegará la resistencia a sequía. Hace un mes anunciamos un acuerdo con la gente de Indear, Bioceres, para introducir el gen de resistencia a sequía en nuestro germoplasma y puede ser que en tres o cuatro años esté en nuestros materiales.