“Como consecuencia del endurecimiento de las leyes en Estados Unidos y Europa,
el lavado de dinero va a migrar a América Latina”, sostuvo
Luis Soler, director adjunto de Kroll Madrid y responsable de la unidad de lavado
de activos de la compañía. “Ahí adonde la legislación es más débil, se mete el
blanqueo”, agregó el experto.
En diálogo con
Perfil.com, y en el marco de un seminario organizado por la consultora Kroll,
Soler explicó que
“los países que tienen magnitudes macroeconómicas más potentes tienen marcos
reguladores más poderosos contra la prevención del lavado” e insistió en la
necesidad de que “todos los países establezcan normas básicas rigurosas” contra este
delito.
De todas maneras, resaltó que la
Argentina “está en una buena posición” en este sentido, pese a su
cercanía con algunos países considerados más conflictivos, como Colombia o Venezuela.
La Argentina es miembro del
GAFI, organismo internacional de prevención contra el lavado de dinero, desde el
2000 e integra Gafisud, junto a gran parte de los países latinoamericanos (con la excepción de
Venezuela, entre otros).
“Cuando se empezaron a tratar estos temas a nivel internacional, se pensó sólo en el
sector financiero y para mí fue un gran error. Porque
cuando el dinero llega al sector financiero ya está blanqueado. Hay que poner la valla
antes”, explicó Soler.
“Todos los sectores que manejan grandes sumas de dinero en efectivo tienen que
colaborar, no solamente los bancos”, insistió. En este sentido, destacó la necesidad de
“controlar las transacciones más que los sectores porque si no el malo se
inventa una nueva”.
Aunque el término “lavado de dinero” se utiliza generalmente para hacer
referencia al
“blanqueo” de capitales que provienen de actividades ilícitas, en
algunos países la definición incluye también al “blanqueo” de dinero negro proveniente
de la evasión fiscal.
“A mi juicio,
contra el lavado que hay que luchar sin piedad es contra el que viene de actividades
delictivas previas que atentan contra la dignidad humana. Ese no admite dudas”,
sostuvo Soler.
Con respecto al bajísimo número de causas que llegan a juicio, el experto consideró que es
consecuencia de que tanto las Unidades de Inteligencia Financiera (UIF) como los juzgados,
“están escasos de recursos”.
“Son muchos los malos y muy pocos los buenos”, expresó.