ECONOMIA

En Roma creen que Guillermo Moreno tendrá una ‘agenda Francisco’

Convulsionó al personal de la embajada con su agitado ritmo de trabajo. Di Tella ordenó no hablar del nuevo funcionario.

Partida. Empleada de Aerolíneas lo despidió con los dedos en V.
|

Desde Roma

Entre ellos, dos de los empleados argentinos de la embajada en Roma lo llaman “Cathrina”. Dicen que llegó de Buenos Aires a la Ciudad Eterna como un ciclón. Guillermo Moreno cumplió su primera semana en Italia en su nuevo papel de agregado comercial de la embajada argentina y ya causó un terremoto dentro de las plácidas oficinas de techo alto con vista a la basílica de Santa Maria Maggiore.
Oficialmente, el embajador en Italia, Torcuato Di Tella, expresó el claro deseo de que sus colaboradores callen sobre el asunto. Pero cuando salen del trabajo, los colegas del ex secretario de Comercio Interior de Cristina Kirchner un poco hablan. Y cuentan, más con cariño que con sorna, que nunca habían visto “alguien tan agitado en el edificio”. “Nos tiene locos, vamos sumando reunión tras otra tratando de incorporarlo, pero terminamos siempre todos más agitados que él”, dicen.

El jueves, alrededor de las cuatro de la tarde, Marta Cascales, la esposa de Moreno, apareció en la puerta de la embajada en Piazza Esquilino. Fue a buscarlo después de haber ido al súper a comprar provisiones para la casa nueva. El estilo de la señora Cascales es el mismo que en Buenos Aires: bajo perfil y sonrisa enigmática alla Monna Lisa. “Hola, ¿avisarías a mi marido por favor que ya llegué?”, pregunta en la portería de la embajada.

Moreno baja a los dos minutos. Luce un saco azul con corbata y la cara relajada, no parece salir de una reunión tensa. Saludan y se van con un utilitario Toyota azul, estacionado frente a la estatua blanca de Manuel Belgrano, evitando cortésmente las preguntas de PERFIL. Nada apareció por acá del Moreno arrogante de las crónicas porteñas. El Moreno “italiano” sonríe, saluda y no se marcha corriendo, aunque se nota que prefiere pasar inadvertido. “Mamita, yo no suelo hablar con los periodistas”, dice, admitiendo que no dejó su idiosincrasia en la Argentina.

Lástima, porque hay mucho para preguntarle. Por ejemplo, acerca de su agenda de trabajo, ya que, aunque tenga un cargo formal y oficial como agregado comercial de la embajada, hay quien opina que tiene sus propias prioridades, diferentes a las estrictas de la función.

Una experta de temas económicos latinoamericanos de la Farnesina, el Ministerio de Relaciones Internacionales de Italia, habla del tema sólo después de que se le garantice que no se publicará su nombre. “No hay espacio en este momento para desarrollar un papel de facilitador de contactos entre grandes y medianas empresas italianas que quieran operar en la Argentina –dice la diplomática–, por el simple hecho de que ahora nadie, además de las grandes empresas italianas que están ahí hace tantos años, quiere invertir en Buenos Aires, porque no confían. Tal vez sean temores exagerados, pero los inversores están muy cuidadosos con la administración Kirchner. Creo que el ministro Moreno tiene otra agenda aquí. Si no, sería haberle hecho una muy mala jugada enviarlo a aburrirse en un mostrador”.

Lo más probable es que sea una agenda en construcción.  En el Vaticano, por ejemplo, confirman que el ex secretario tiene un autopista abierta con la Santa sede, si quiere, gracias a los buenos oficios de una vieja amistad de su catoliquísima esposa. El plan B de la nueva vida de Moreno, según esta fuente, no sería escaparse a la Argentina cada vez que sea posible, sino construir un puente directo entre sus amigos en Buenos Aires y el papa Francisco.