ECONOMIA
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Las paradojas o "parajodas" del tipo de cambio alto con aceleración inflacionaria

La política de tipo de cambio alto es el eje central de la estrategia económica del gobierno. ¿La escalada inflacionaria que atraviesa la Argentina atenta contra dicho objetivo? ¿Tenemos todavía política de tipo de cambio alto?

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La política de tipo de cambio alto es el eje central de la estrategia económica del gobierno. ¿La escalada inflacionaria que atraviesa la Argentina atenta contra dicho objetivo? ¿Tenemos todavía una política de tipo de cambio alto? Intentar responder estas preguntas es el objetivo de este informe.

Hay dos formas alternativas de analizar el tipo de cambio, y una es mirarlo en función de las exigencias de nuestro comercio internacional.

Para ello definimos el tipo de cambio multilateral ponderando las monedas de cada uno de los países en función de su participación en el total de las exportaciones e importaciones de nuestros bienes y servicios. Otra alternativa es mirar el peso argentino como una unidad de valor, como un activo que nos protege de la inflación.

La historia argentina nos enseña que los argentinos prefieren atesorar en dólares y por esta razón, sólo prestan especial atención a la relación del peso con el dólar. La distinción entre uno y otro tipo de cambio no es menor en el actual contexto de aceleración inflacionaria.

Por un lado, la política de tipo de cambio multilateral alto se ve favorecida por el retroceso del dólar con el euro, el yuan chino, el real brasilero, el peso chileno, el peso uruguayo, etc.

En el 2007 la devaluación del dólar en relación con el euro fue del 10,6 por ciento y como el peso argentino se mantuvo prácticamente estable contra el dólar, la devaluación de la moneda americana se traslada a la moneda local, lo que atenuó buena parte de la pérdida de competitividad por la mayor inflación local, respecto al Euro y otras monedas.

Esta tendencia se está acentuando en los primeros dos meses del 2008: la devaluación del dólar respecto al euro fue del 4 por ciento.
El mismo razonamiento es extensible a otros países con los que comercia la Argentina. En el 2007 la inflación argentina del 17 por ciento (ya que no vale la pena perder tiempo con la inflación oficial) fue cuatro veces más alta que la inflación en Brasil (4,5 por ciento).

Para mantener nuestra competitividad con Brasil deberíamos haber devaluado el peso para contrarrestar esa mayor inflación. La política cambiaria argentina ha sido dual. La devaluación del dólar con respecto a las monedas de los países con los que comercializamos nos ha permitido mantener el tipo de cambio multilateral alto a pesar de la mayor inflación argentina.

Por el otro lado, como la devaluación del peso con relación al dólar es muy inferior a la diferencia de inflación entre la Argentina y Estados Unidos, vamos perdiendo el "colchón" cambiario contra el dólar que se había instalado al salir de la convertibilidad.

Comparando la política cambiaria de la Argentina con la de nuestros países vecinos, podemos deducir que existen dos vías alternativas de atrasar o apreciar el peso con relación al dólar.

El punto que más debemos prestar atención y destacar es que en diciembre el 2008 el valor del dólar en términos reales seria un 41,3 por ciento más alto que el precio del dólar en el momento de mayor atraso cambiario de la convertibilidad que fue en diciembre 2001.

Esta diferencia, en principio, suena como importante. Sin embargo, recordemos que en aquel entonces, como el atraso cambiario era tan significativo se sostenía que bastaba una devaluación del 40 por ciento para corregirlo.

La devaluación fue mucho mayor. En pocos meses llego a 4 pesos, para luego estacionarse en torno a 3,0/3,15 pesos en los últimos dos años. A fines del 2008 el valor del dólar en términos reales se acercará peligrosamente al nivel que tenia cuando recién salía de la convertibilidad.

El riesgo que se corre con este creciente atraso en el precio del dólar es que a fines del 2008 resucite el viejo y conocido comportamiento argentino de si conviene seguir ahorrando en pesos o, por el contrario, ahorrar en dólares como protección contra la inflación.

Para finalizar, este esquema dual cambiario basado en un tipo de cambio multilateral alto y un precio del dólar bajo tiene como debilidad su alta dependencia al precio internacional de la soja y al retroceso del dólar frente a otras monedas internacionales.

Esta dependencia aumenta la vulnerabilidad de la actual estrategia de crecimiento económico frente a un shock externo. Si ese shock ocurre, esta vulnerabilidad va a terminar deteriorando la solidez del modelo en el campo fiscal y externo, que son en la actualidad los puntos más fuertes del modelo.

La conclusión final es muy simple y directa. La Argentina no tiene otra alternativa para sostener su política de tipo de cambio alto y salir de su política cambiaria dual que enfrentar la actual aceleración inflacionaria. Mentir con el Índice de Precios ha dejado de ser un instrumento útil.


 

* Economista de "Econométrica"