SanCor es para el Gobierno como el
alumno becado del colegio: se le da una mano en los problemas financieros. Pero no
se le permite que patee el portón ni que se le retobe a la maestra. Esa dependencia financiera
convierte a la láctea, la segunda del país, en
una ficha estratégica del Gobierno para debilitar la unidad del campo, que amenaza
con volver a tomar medidas de fuerza a partir del viernes próximo si el resultado de la tregua no
termina de conformar a las bases chacareras.
Esto quedó demostrado el lunes pasado, cuando Cristina K mandó a llamar con urgencia al
presidente de SanCor, Oscar Carreras, junto al titular de Coninagro, Fernando Gioino, alegando que
la presencia del dirigente
sería importante, teniendo en cuenta que es un productor, precisamente, de
SanCor... Y así fue.
El problema es que
Gioino es también “importante” para el frente de las entidades
agropecuarias que lideran la mayor protesta agropecuaria de la historia argentina.
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