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¿Por qué leemos a Trevor Kletz?

(1922 - 2013)

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Desde pequeño, Trevor Kletz se sintió cautivado por el fantástico mundo de las reacciones en tubos de ensayos, y pronto desembarcó en la universidad para recibirse de Químico. Cuando Imperial Chemical Industries le ofreció su primer contrato, se proyectó trabajando en un laboratorio. No obstante, dentro del Departamento de Investigación, comenzó a destacarse en la resolución de problemas ingenieriles. Poco tiempo después, fue ascendido a Gerente de Planta.

Debido a su insaciable proactividad e interés en materia de seguridad de los procesos químicos, en 1955 le asignaron su primer tarea relacionada, bajo el cargo de Oficial de Seguridad. Allí dio cuenta de la imperiosa necesidad de cambiar la manera en la cual se llevaban a cabo los procedimientos.

A mediados de 1974, sucedió en Flixborough uno de los peores accidentes en Gran Bretaña. Esta desgracia marcó, sin dudas, un antes y un después en relación a cómo se analizaban los procesos desde el punto de vista de su seguridad. Hasta ese entonces, el enfoque era más convencional y se reducía a seguir ciertas reglas básicas. Sin embargo, esas herramientas se tornaban obsoletas conforme el vertiginoso avance de la tecnología e industria se suscitaba. Nutriéndose de su amplia experiencia e ímpetu por modificar el paradigma, Kletz ofreció a la industria una comprensión integral y completa en materia de seguridad.

Cuatro años más tarde de aquel punto de inflexión, publicó su artículo “Lo que no tienes, no puede fugar”. Esta importante obra, tan sencilla como profunda, presentó el concepto de lo que se denomina “seguridad inherente”. ¿Qué significa el mismo? En resumidas cuentas, es una invitación a focalizarse en evitar los peligros en vez de intentar controlarlos, en la mayor medida posible. Él hablaba de cuatro principios esenciales: minimizar la cantidad de material peligroso presente y sustituirlo por otro de menor peligrosidad, moderar las condiciones de proceso empleadas y simplificar los diseños en vez de adicionar capas de protección al sistema.

Su aporte concreto se puede dilucidar a través de las metodologías empleadas en la actualidad para el diseño de procesos seguros. Entre otras, contribuyó a impulsar y darle sentido a la práctica del HAZOP (Estudio de Peligros y Operabilidad, por sus siglas en inglés). Pero, sus enseñanzas trascendieron la esfera de lo técnico.

Kletz puso sobre la mesa el factor humano y organizacional dentro de las compañías como motor estimulante del cambio. Una de sus frases más resonantes fue: “las empresas no tienen memoria”. A través de ella, hacía alusión a que muchos de los incidentes o accidentes que ocurrían, ya se encontraban documentados. El principal inconveniente radicaba en que esos informes técnicos, quedaban relegados a la oscuridad de un armario.

Por ese motivo, se empeñó en reavivar constantemente la atención sobre la importancia de mantener una mentalidad direccionada hacia la seguridad. En ese sentido, Kletz realizó capacitaciones periódicas en la que participaban desde los operarios hasta los ejecutivos de la empresa.

Su meta estaba claramente concentrada en luchar contra el exceso de confianza, demostrar las consecuencias de las malas prácticas de diseño, y compartir las lecciones aprendidas surgidas de accidentes anteriores a lo largo de todo el mundo. Su mensaje era concreto, velar por un trabajo a conciencia y de calidad, para preservar la vida de quienes trabajaban en las plantas.

El rol de la comunicación efectiva fue crucial para alcanzar su objetivo. Con su carisma y claridad, logró cultivar y expandir una cultura centrada en la seguridad de los procesos. Por eso, Trevor Kletz ha sido un ejemplo de vocación y determinación, y es el desafío de la actualidad mantener vivo su legado: pasar de ser sujetos reactivos a profesionales despiertos y comprometidos.

 

*Ingeniero Químico (UTN)