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MÁS MUJERES EN ESPACIOS DE PODER

Que ellas ganen: las mujeres hacen y protagonizan las campañas electorales

El siglo XXI trae consigo un nuevo paradigma. En él, la agenda de género instaló la igualdad como un umbral necesario de cruzar para seguir fortaleciéndose. Nuevas ideas, identidades y reclamos se instalan en la cotidianeidad de los electores, generando transformaciones en las instituciones ocupadas tradicionalmente por varones.

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En su célebre libro Un nuevo paradigma para comprender el mundo de hoy, el reconocido sociólogo francés Alain Touraine esgrime que las ciencias sociales tienen la necesidad de elaborar un nuevo paradigma que les permita entender un mundo que se ha transformado. Las categorías propias de dos paradigmas anteriores, el político -surgido tras la Revolución Francesa y la formación de los Estados nacionales- y el económico -emergente al calor de la Revolución Industrial-, se volvieron obsoletas frente al nuevo paradigma cultural que intenta dar cuenta de nuevos actores, conflictos y representaciones del yo.

Touraine señala que el entorno construido en los últimos siglos a partir del concepto de “lo social” se está disolviendo. Quizás sea por eso que nos cuesta tanto entender algunas reivindicaciones o autopercepciones. Pero es evidente que lo que antes integraba a la sociedad, ya no lo hace. Nuestra mirada sobre nosotros mismos está transformándose y nuevos fenómenos como la ecología, el consumo responsable, la diversidad sexual y los derechos de género se avizoran como los grandes rectores del nuevo paradigma cultural.

En este sentido, y a la luz de la disputa electoral en ciernes que atraviesa el país, la reflexión del sociólogo resulta más interesante. Como señala la bibliografía especializada, el voto se explica cada vez menos por categorías como “clases sociales” (propias del paradigma político) o “nivel de ingresos” (propias del paradigma económico) y cada vez más por los hábitos culturales, las identidades en torno a la sexualidad y los apoyos o disensos en relación a discusiones como el aborto.

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A pesar de su diagnóstico, Touraine no asegura que el devenir de un nuevo tiempo sea sencillo para la academia en su labor científica, pero mucho menos para quienes lo están protagonizando. A nivel mundial, las mujeres, por ejemplo, siguen ganando un promedio de 27% menos que los varones por el mismo trabajado, y su participación en espacios políticos sigue plagada de limitaciones. Si bien han logrado derribar obstáculos sociales, otros siguen (aún) indemnes. La pregunta, entonces, es: ¿cómo se los derriba?

 

ROMPER EL “TECHO DE CRISTAL” GANANDO ELECCIONES

Diversos especialistas en ciencias sociales han logrado identificar numerosas dificultades que se les presentan a las mujeres en su vida cotidiana, pero particularmente a las que transitan por la arena política. Los clásicos obstáculos tangibles, visibles y legales, tales como la masculinidad del voto, hoy persisten como barreras imperceptibles llamadas “techo de cristal”. Si bien no se trata de una ley, son prejuicios o prácticas cotidianas de la sociedad que se erigen como limitaciones en el crecimiento de las mujeres.  La hipótesis “formativa” se descartó ya que aun haciendo la misma actividad y contando con mayor formación académica, las mujeres acceden a puestos inferiores y menos remunerados que los varones, estancando de este modo su vida profesional a determinadas jerarquías y trabajos específicos. Este fenómeno es conocido como “piso pegajoso”, el cual obstaculiza a las mujeres la elección de tipos de trabajo.

En el reciente libro Campañas electorales para mujeres (Crujía-Parmenia), la doctora en Ciencias de la Comunicación, consultora política y vicepresidenta de la Asociación Latinoamericana de Investigadores en Campañas Electorales (ALICE), Luciana Panke, señala que cuando las mujeres no son elegidas por el voto popular, su participación en la política se vuelve muy baja. En Argentina, hacia mediados de 2018 solo 2 de 21 ministerios, 9 de 77 secretarías y 18 de 111 subsecretarías del Estado nacional estaban a cargo de mujeres.

Siguiendo a Panke, el voto pareciera ser una herramienta capaz de romper el  “techo de cristal” en la política, pero para ello es necesario nuevas habilidades. Nadie se pregunta por la capacidad de los varones a la hora de votarlos y sería injusto hacerlo para el caso de las mujeres. La formación no es para equipararse con los varones sino para superar una cantidad de obstáculos que, a diferencia de los políticos, a ellas se les presentan constantemente en su camino.

Como señala la autora, el voto de las mujeres no es algo novedoso en América Latina. Ya desde principio del siglo XX este derecho regia en países como Brasil, Jamaica, Costa Rica, Panamá, Argentina o Chile. Todos ellos habilitaron a sus ciudadanas a votar antes de la década de 1950, sin embargo, Panamá tuvo que esperar 53 años para que una mujer sea electa presidenta, Chile 57, Argentina 60, Costa Rica 61, Jamaica 62 y Brasil 78.

Ya desde principio del siglo XX este derecho regia en países como Brasil, Jamaica, Costa Rica, Panamá, Argentina o Chile. Todos ellos habilitaron a sus ciudadanas a votar antes de la década de 1950, sin embargo, Panamá tuvo que esperar 53 años para que una mujer sea electa presidenta, Chile 57, Argentina 60, Costa Rica 61, Jamaica 62 y Brasil 78.

“Una cuestión que estoy trabajando en este momento es intentar ayudar a las mujeres que, si bien están en política, no ejercen un liderazgo específico. Muchas veces pasa que, por cumplir con las leyes de cuotas, las mujeres ocupan determinados lugares, pero sin formar parte de los lugares de decisión en los congresos o dentro de los partidos. Cuando estuve en Bolivia el año pasado, las mujeres me comentaban esto. Sufren una violencia simbólica por estar en política. A la hora de tomar la palabra en la Asamblea, algunos varones las ignoran, se ríen o se retiran del recinto”, señala Panke.

Las cuotas en los partidos políticos y en las listas de los frentes electorales son necesarias para impulsar la presencia de mujeres en lugares de poder, pero esto no alcanza para que ellas eviten que las usen como “adornos” y que, por lo contrario, puedan ejercer un liderazgo político. “Una de las barreras que las mujeres deben vencer está dentro de los propios partidos. Para empoderar a las mujeres es necesario desarrollar una serie de iniciativas que van desde cambios en los roles de género enseñados en las familias y en las escuelas primarias, así como la proposición de talleres y entrenamiento para mujeres interesadas en ingresar en la política, si se necesita”, advierte la autora.

Así, uno de los desafíos de las candidatas -como también de sus asesoras- es poder generar puentes de comunicación con un electorado educado en un paradigma con marcados sesgos de género, pero que progresivamente se muestra proclive a revertirlos.

Así, uno de los desafíos de las candidatas -como también de sus asesoras- es poder generar puentes de comunicación con un electorado educado en un paradigma con marcados sesgos de género, pero que progresivamente se muestra proclive a revertirlos.

FORMANDO CANDIDATAS

El desafío de las mujeres en política muchas veces es invisible (“techo de cristal”), aunque no por ello sea menos rígido. Como señala la especialista en comunicación política Virginia García Beaudoux en El Atlas de la revolución de las mujeres (Capital Intelectual), “las mujeres en el mundo político corren dos carreras: la que corren todas las personas sin importar su género para ganar experiencia, méritos y credenciales para progresar, y una carrera con obstáculos”. 

En el artículo Carreras de obstáculos y laberintos de cristal del mencionado libro, la autora expresa que, a nivel mundial, solo el 5% de los ministerios es encabezado por mujeres, solo el 18% de las principales 500 compañías que cotizan en la Bolsa de Nueva York está bajo el mando de una mujer y solo el 19% de las cortes supremas tiene una presidenta mujer.

A nivel mundial, solo el 5% de los ministerios es encabezado por mujeres, solo el 18% de las principales 500 compañías que cotizan en la Bolsa de Nueva York está bajo el mando de una mujer y solo el 19% de las cortes supremas tiene una presidenta mujer.

“Las mujeres están igualmente formadas, capacitadas y preparadas que los hombres para hacer política. Algunas de ellas, por llevar menos tiempo en el espacio político y porque los partidos políticos no les han dado la posibilidad de ejercer posiciones y cargos de liderazgo, valoran las actividades que les permiten fortalecer ciertas habilidades. Algunas de las más solicitadas por las propias mujeres políticas y candidatas son las habilidades de comunicación, manejo de entrevistas en los medios, habilidades de liderazgo y de negociación”, señala García Beaudoux, quien también es directora de Communicatio.

 

MUJERES HACIENDO CAMPAÑA

Una nueva arista del sesgo de género es alertada por las especialistas en campañas electorales y estudiosas de opinión pública. Por el hecho de ser mujeres, suelen ser limitadas a que hablen solo de género, como si esta temática fuese su único espacio posible de desenvolvimiento.

Una experiencia que recientemente evidenció esta práctica fue la de “Mujeres en Campaña”, iniciativa que tuvo lugar en la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires (UBA), institución que la declaró de interés académico. Una de sus organizadoras, Emilia Castro Rey, socióloga especialista en comunicación política y miembro del Centro de Formación y Pensamiento Génera, señala que las mujeres tiene mucho para decir porque es mucho lo que hacen: “Hemos puesto de pie un movimiento que visibilizó nuestro rol en diversos ámbitos y en un año electoral se vuelve imprescindible destacar el trabajo que hacemos en las campañas electorales, desde la conformación de las listas hasta la construcción de la estrategia comunicacional”.

Castro Rey, quien llevó a cabo la actividad junto a la maestranda en ComPol Julieta Waisgold, asegura: “Somos muchas las mujeres que nos dedicamos a la comunicación política, sin embargo, como ocurre en otros ámbitos profesionales y ‘círculos rojos’, nuestras voces suelen quedar invisibilizadas. Por eso junto a un grupo de colegas impulsamos ‘Mujeres en Campaña’ con el objetivo de generar una red de mujeres de la comunicación política”.

 “Somos muchas las mujeres que nos dedicamos a la comunicación política, sin embargo, como ocurre en otros ámbitos profesionales y ‘círculos rojos’, nuestras voces suelen quedar invisibilizadas. Por eso junto a un grupo de colegas impulsamos ‘Mujeres en Campaña’ con el objetivo de generar una red de mujeres de la comunicación política”, asegura Castro Rey. 

Así las cosas, tal como señala Tourain, estamos viviendo épocas en las cuales se da un nuevo proceso de subjetivación. Nuevos actores, temas y agendas hacen mella en una sociedad que tiene la oportunidad de generar inéditos espacios de participación política y liderazgos.

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*Politólogo y docente (UBA)

@leandro_bruni