COLUMNISTAS

Carta abierta al ganador

No se enamore de lo que le dio resultado como hicieron sus predecesores. No muera de éxito.

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El presidente Macri festejó en el búnker de Cambiemos. "Siempre los vamos a escuchar", prometió a la oposición. | Tèlam.

Comienza hoy una nueva etapa en su carrera política. En estos últimos dos años tuvo usted que demostrar a los muchos que creían que su gobierno no lograría consolidarse, que no era así. Ahora tiene más poder que nunca, esto puede ayudarlo pero también perjudicarlo, y esta vez depende solo de usted.

Si este triunfo le sacara el enojo que hace decir a quienes lo frecuentan que está más “calabrés” que nunca, lo ayudará. Si usara su poder para vengarse de quienes lo hicieron sufrir estos dos años, lo perjudicará. Use el poder para ser presidente de todos, incluso hasta de quienes lo insultan.

Sería el único triunfo verdadero que usted podría tener. No será la economía, aunque fuera exitoso con ella porque si usted no logra el consenso, el que lo suceda podrá volver a cambiarla. Comience mañana mismo a dedicar su mayor esfuerzo por cerrar la grieta. Si ella sigue, cualquier logro de su gobierno podrá ser transitorio o cualquier logro de quien lo suceda si usted no la resolviera.

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No se equivoque: la grieta lo ayudó a ser electo presidente y ahora lo ayudó a reconfirmar su liderazgo en estas elecciones, pero es como la inflación o todos los anabolizantes que comienzan impulsando para luego encadenar. No se enamore de lo que le dio resultado como hicieron sus predecesores. No muera de éxito.

Sea un estadista, no combata a quienes lo combaten con las mismas herramientas, aunque usted pueda creer que se lo merezcan. Salvando las distancias y aunque hoy la violencia sea simbólica, la Argentina tiene el más trágico ejemplo de cuando el Estado respondió la violencia que recibió de la misma manera. No hay forma de excluir al otro, la única forma de vencerlo es convencerlo.

Esto no quiere decir que deje de hacer todas la reformas que demoró hasta contar con la legitimación de un nuevo triunfo electoral y la mayor cantidad de legisladores. Que avance con su plan de gobierno con la autoridad y el derecho que obtuvo, pero salga de la paranoia. No haga lo mismo de creer que todo lo malo que le suceda es resultado de una conspiración. No hay sociedad si nadie está dispuesto a suspender la permanente incredulidad. Y usted que es quien más poder tiene, además de dar el ejemplo es quien más puede soportar no ser correspondido.

Comprenda a quienes siguen votando al kirchnerismo, a quienes piensan que su política es totalmente equivocada y que durante los 80 días desde la desaparición de Santiago Maldonado pensaron que la Gendarmería lo tenía escondido. Mírese al espejo: sus principales funcionarios hicieron lo mismo afirmando que Maldonado nunca había estado en la ruta 40. Si su propia gente, que además tiene la responsabilidad de conducir el Estado, se convencía sin evidencias, ¿no ve que se trata de un problema que enferma a toda la sociedad?

Eleve su mirada, vaya más allá del kirchnerismo, a una crisis como la de 2002 que enloquece parcialmente a cualquier sociedad y explica la neurosis que la mayoría vivió esos 12 años y una buena parte aún sigue viviendo. Que enloqueció también al periodismo profesional que no pudo no contagiarse del odio que recibió y ahora devuelve. El repudio que –aunque sin consecuencias electorales– recibió Carrió por versiones injustificadas sobre la desaparición de Santiago Maldonado no fue solo por lo que ella dijo sino por lo que dijeron los medios donde ella aparece permanentemente y es su referente.

La Justicia también está enferma, más grave aún porque su veneno se viene inoculando desde la época del menemismo. Si usted terminara teniendo la posibilidad de limitar el mandato de la Procuradora con legitimación del poder Legislativo y el Judicial, el mejor ejemplo que podría dar sería proponer un procurador claramente alejado de sus afinidades.   

Y recuerde lo que decía Bernard Shaw: “El hombre puede trepar hasta las más altas cumbres, pero no puede vivir allí mucho tiempo”. En este momento de su mayor triunfo, sabiendo que no será eterno, sea magnánimo, sea presidente de todos los argentinos y más aún de quienes no lo votan.

No se deje vencer por la soberbia.

Cordialmente


Jorge Fontevecchia