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Recorrida por La Matanza, donde se decidió la elección

En el distrito más poblado de la Provincia, la jornada transcurrió sin mayores inconvenientes.

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Recorrida por La Matanza | Marcelo Silvestro

“¿Querés saber cómo me va? Para el carajo, me va”. El hombre descargó su bronca frente a la escuela primaria 137 de Villa Celina, ubicada en inmediaciones a “La Pequeña Cochabamba”, al escuchar la palabra “periodista”. Entre insultos al presidente Mauricio Macri, ingresó al establecimiento para emitir su voto que, de seguro, no iría para la alianza oficialista. Gustavo, un puestero que aprovechó la jornada electoral para desplazar su puesto de golosinas cerca de los electores, le respondió por lo bajo: “Yo voté al Gobierno”.

Las PASO trascurrieron con tranquilidad en los barrios considerados más conflictivos de La Matanza, un distrito con 2 millones y medio de habitantes. Incluso, la jefatura departamental de la policía bonaerense en Puente 12, no recibió ningún reporte de incidentes. “Un domingo como cualquier otro”, también para los empleados de las parrillas que funcionan a los costados de Camino de Cintura.

En Puerta de Hierro, los satélites apostados en las entradas al asentamiento de Ciudad Evita cumplían su trabajo. A pocos metros, la fila para votar en la primaria 162 crecía hasta llegar al asfalto. “Hay un pasillo muy angosto y están demorados, por eso los vamos llamando de a uno”, explicó un policía que ayudó a descomprimir la situación. El Ministerio de Seguridad de Buenos Aires destinó mil efectivos para cuidar los 355 establecimientos donde se llevaron a cabo las votaciones. Las comisarías funcionaron con refuerzos.

La paz casi se quiebra cerca del mediodía en el Instituto Sagrado Corazón, donde un misterioso hombre entró a una de las aulas e intentó llevarse todas las boletas. Todavía exaltado por la corrida, un fiscal de 1País bromeó: “No sabemos qué quiso hacer, pero se quería llevar todo. Para mí, quería eliminar la democracia”. “Hubo pícaros que entraron a los salones y denunciaron que faltaban, cuando habíamos entrado justo antes y estaban todas”, agregó.

Si bien el faltante de boletas fue denunciado por Fernando Espinoza, precandidato a diputado de Unión Ciudadana, desde Cambiemos y el espacio de Florencio Randazzo, en las escuelas recorridas por PERFIL las autoridades de mesa y los fiscales partidarios se mostraron conformes. “Entramos cada cinco personas, estamos controlando mucho”, comentó uno de ellos en una escuela cercana a “las achiras”, el barrio de emergencia que emerge detrás del Mercado Central. “Hubo peleas, discusiones que tienen que ver más con peleas vecinales que con política”, contó la directora del colegio Comandante luis Piedrabuena, Marta Sanchéz.

Los arrebatos y robos a los estudiantes y padres son comunes en inmediaciones a la escuela. A una cuadra de allí, días atrás, un adolescente fue baleado cuando intentaron robarle el celular. “Es raro que esté tan tranquilo, pero en el último tiempo se calmó un poco la situación”, dice Carlos, un vecino del barrio que atribuye al narcotráfico la violencia en el barrio.

“Se llevaron boletas, pero las repusieron rápidamente”, contó Sanchéz que consideró que el mayor incidente tuvo que ver con quejas por demoras en el acto electoral debido a la “inexperiencia de las autoridades de mesa”.

A diferencia de la 162 de Puerta de Hierro, donde todas las autoridades de mesa se presentaron a cumplir su rol; en la escuela 152, ubicada sobre la calle España, próxima al asentamiento 2 de abril y dedicada de forma exclusiva al voto extranjero, el faltazo de los presidentes de mesa fue masivo: sólo asistieron tres de diez. Como pudieron -porque los primeros votantes escapaban ante la posibilidad- las mesas comenzaron a funcionar tras la negociación de los fiscales de los diferentes partidos que ocuparon los lugares vacíos.  

El nivel de participación del voto extranjero fue muy bajo. En esa escuela, de 400 electores, pasadas las dos de la tarde, sólo había sufragado un 20 por ciento del padrón, entre ellos, Mary Isabel Vargas Vargas, una mujer boliviana que llegó a la escuela cargando a su pequeño hijo en la espalda.