Espía

Cena filantrópica donde se ofertaron proyectos educativos. Una nueva estrategia tuvo este 2018 la Fundación Educando para ampliar el trabajo que realizan en todo el país. Y fue “vender proyectos” para que quienes pagaran las mesas supieran que aportaban a una acción concreta y a medida que la misma se concrete, saber que el objetivo se cumplió.Esta fundación que preside Bettina Bulgheroni lleva unos 102 mil alumnos (de todas las edades) capacitados en 200 sedes distribuidas en todo el país. Y los cursos que dan representan un amplio espectro que se ajusta a las necesidades de los lugares elegidos, muchos de los cuales, a veces carecen de escuelas o están ubicados en  lugares de acceso por demás complicado. También es amplia la conformación de alumnado ya que van desde adolescentes y chicos que estudian robótica hasta personas algo mayores que viendo el desarrollo que, por ejemplo, el turismo gana en su pueblo o ciudad, toman curso de idioma, de guía de turismo o gastronomía.  Más allá del poder de convocatoria de su anfitriona, el saldo superó las expectativas y la recaudación para proyectos superó los seis millones de pesos.

Buenas intenciones. “No hay quien se ofenda con mayor facilidad que aquel que cree que con su accionar está cambiando el mundo”, dice Anand Giridharadas, un analista   norteamericano que está de moda por un reciente libro donde critica con fundamentos al universo filantrópico. Y en el marco del W20, hubo un clima sensible a las críticas que manifestaron personas como Diana Maffía –directora del Observatorio de Género en la Justicia del Consejo de la Magistratura de la Ciudad y Defensora de Género en PERFIL– con su tuit: “Qué decepcionante hasta el nivel de la parodia resultó el W20”. Y es que la prolijidad en las fotos tuvo su correlato en el listado de meras buenas intenciones que se generaron en los foros. En contrapartida, dicen que “lo jugoso” se dio fuera de los paneles y que allí hasta hubo momentos tensos que ubicaron a la Yoriko Meguro, representante de Japón, en un postura tensa para evitar  que la cuestión de las mujeres rurales se exponga como se intentaba hacer. Y algo de eso luego se tradujo en un panel cuando Megura y la argentina Susana Balbo confrontaron diplomáticamente al respecto.

Una cena: 10 millones. El objetivo se logró y fue reunir 10 millones de pesos que se destinarán para la compra de nueva aparatología en el Hospital de Clínicas. Esa fue la meta que como titular de la fundación de dicho hospital público se propuso Alejandro Macfarlane.También consiguió que muchos funcionarios le hicieran una gambeta a la veda táctita que tienen de bajar el perfil en espacios que no sean de trabajo estricto, conferencias o timbreos y se ubicaron en las mesas personajes como Andrés Ibarra, Emilio Monzó o Rogelio Frigerio.

Si se entera Carrió... El foco en el viaje que hizo Macri hace unas semanas estuvo puesto, sobre todo, en conseguir más dólares del FMI. Por eso pasó desapercibida la presencia en ese viaje de una mujer que eriza el cuero cabelludo de Elisa Carrió. Ella es Joanna Picetti, más conocida como “la diputada de Cambiemos que no puede asumir”. Picetti estuvo en Nueva York para participar en el marco de la cumbre de Naciones Unidas   en foros como el de “Mujeres líderes en la política”.

Pequeño gran detalle. Por ahora no queda claro si es porque la consideran necesaria por su capacidad operativa y porque puede mostrar gestión, pero ya en el peronismo no kirchnerista mencionan a la fueguina Roxana Bertone como la integrante femenina que olvidaron sumar a la famosa foto que publicitaron Schiaretti, Urtubey, Massa y Pichetto. El tema de la ausencia de mujeres no es el único tópico en el borrador de ese potencial armado de, por ahora, fachada opositora. Dura se pondrá la discusión cuando tengan que definir qué postura tendrá respecto al aborto, tema que el numeroso electorado joven –capitalino y también provincial– tendrá en en cuenta en el cuarto oscuro.

Quema esas fotos. A funcionaria de área no muy caliente se le “sugirió” bajar de su Instagram fotos de su cumpleaños. Y no porque la alegría estuviera vedada en tiempos de crisis, sino porque  lo celebró en un espacio cultural y generaría críticas innecesarias.