En los días que siguieron a la ya famosa cena que Mirtha Legrand tuvo con el Presidente y su mujer en la residencia de Olivos, la conductora acumuló adjetivos como: “avinagrada”, “Hannibal”, “maleducada”, “irrespetuosa de la investidura presidencial” y, quizá el más inesperado aunque cargado de ironía, “piquetera”. Y, además, como destaca una nota publicada en el suplemento de Espectáculos de este diario, la cena que marcó el inicio de la temporada 2017 del clásico ciclo, se convirtió en el programa de televisión abierta argentina que más visitas web generó en lo que va del año. Como subrayaron muchos editorialistas, quienes antes –es decir antes del 10 de diciembre de 2016– se ensañaban con ella ante cuanto comentario anticristinista emitiera, ahora la rescataban. Y a la inversa, algunos que otrora potenciaban o tan sólo compartían esa postura de la conductora y la defendían de aquellos ataques, estos días le marcaron su disconformidad por lo que consideraron un trato poco educado hacia Macri. En los días sucesivos ella se llamó a silencio. Pero en su equipo de producción están sorprendidos por la creciente repercusión que el programa generó y destacan que por más preparación previa que hubo en el armado de las preguntas, el mérito de lo logrado fue de ella por cómo llevó toda la conversación. Y sí ellos se tomaron a risa algunos comentarios escuchados o leídos en Twitter sobre “el kirchnerismo” de Mirtha. Fuera de su equipo, ella está feliz por el rating (el programa promedió los 13,5 puntos) pero en la semana estuvo muy estresada y no disfrutó lo que pasó. Sí era su intención hacer un reportaje punzante, ágil, con ritmo y no obsecuente, pero nunca quiso ofender la investidura. Y los intentos por hacerla hablar sobre todo lo que generó se topaban con una negativa porque, como hace mucho no le sucedía, sintió que cada cosa que pudiera decir o agregar se le podía venir en contra. De hecho, aunque por internet lo leyó, nadie de su entorno quiso acercarle supuestas declaraciones de Jaime Duran Barba. Si antes no le caía bien, como quedó demostrado en la cena en cuestión, los dichos del ecuatoriano han echado sal sobre las heridas.
Negocios y soberania En Londres, Nicolás Dujovne con una delegación de empresarios en busca de inversiones. En Argentina, el ministro de Comercio e Inversión del Reino Unido, Greg Hands de visita y con anuncios. Y en ese marco, el embajador británico en el país, potenciando el intercambio de negocios. En una charla que dio el jueves en la Universidad Austral, Mark Kent explicó que “tenemos 125 empresas británicas en Argentina, pero creo que este número está muy por debajo del potencial.” Inevitable fue que se mencionara el tema Malvinas y diplomática, obviamente fue su respuesta: “No está en la agenda el diálogo sobre la soberanía. Lo que pasa es que los dos tenemos posiciones muy claras con respecto a ellos. Eso no quiere decir que no podamos cooperar en otros asuntos.” Como la última semana, no emitió comentario alguno sobre qué opina acerca de la intención concreta del empresario argentino Eduardo Elsztain de invertir fuerte en las islas.
Salto a la politica El economista Matías Tombolini se introdujo feliz en el arte del “poroteo” de la política, después de que el senador peronista Omar Perotti, lo postulara como Defensor del Pueblo de la Nación, cargo que define el Congreso y que está vacante desde hace tres años. Perotti es santafecino como él y parece que recogió el respaldo del neuquino Guillermo Pereyra, otro peronista “racional”, y uno de los mayores aliados sindicales del Gobierno. De hecho, tiene fe en lograr el respaldo del oficialismo, además del peronismo que lo empuja ahora.
